[Quentin]
El expresivo rostro de Isabel me hace saber que en verdad la noticia le tomó por sorpresa y no era para más, supongo que jamás pensó que se lo pediría.
—¿Vivir juntos? — Preguntó asegurándose de mis palabras.
—Sí, quiero que vivamos juntos.
—Pero Quentin, apenas acabo de mudarme de piso y… ¿qué es lo que pasa?
—Nada, no pasa absolutamente nada, simplemente que creo que es una de las mejores ideas que se me han ocurrido.
Ella acaricia mi rostro y yo muevo mi boca para besar su mano. Isabel tiene una forma tan especial digerir las sorpresa que en lugar de hacerme sentir ansioso, me hace sentir… esperanzado.
—Quentin… bajemos esto a la tierra un poquito ¿Ok? Mira llevamos poco tiempo de conocernos, sé que hemos pasado por mucho y
[Quentin]Después de ir al Fontana de Trevi, decidí llevar a Isabel de compras por Roma aunque debo admitir que fue un poco renuente a hacerlo. Sé que no exagera y que no se pone en esa plan para hacer que le ruegue ya que ella muchas veces me ha dicho que se siente muy avergonzada por eso pero esta vez, supongo que la emoción de estar aquí, de lo que nos dijimos y las declaraciones de amor en un lugar emblemático, hicieron que ella cayera y me permitiera llevarla a las únicas tiendas que yo conozco.Prada, Gucci, Louis Vuitton, Victoria’s Secret… ella entraba asombrada al ver los hermosos conjuntos, vestidos, abrigos y zapatos. Mientras yo la esperaba sentado en uno de los tantos sofás del lugar, ella entraba y salía de los probadores luciendo hermosas vestimentas que me hacían sonreír de inmediato. Por mí, le hubiera comprado todo lo que se probó,
[Isabel]Después de todo lo que terminó pasando en esta habitación con la sección de “modelaje” que esta vez le hice a Quentin. Ambos nos quedamos recostados sobre la cama, desnudos, boca abajo, viéndonos frente a frente, como ya es costumbre. Parece que ese es nuestro ritual de siempre, ya que nos encanta quedarnos en silencio, viéndonos a los ojos y besándonos lentamente mientras sentimos que el mundo no existe afuera, sólo somos él y yo.Quentin está tan cerca mi rostro que puedo sentir su respiración. Él envuelve su mano en mi cabello y hace un suave masaje en mi cabeza mientras lleva el ritmo con los labios. Llevamos haciendo esto por horas y no me puedo cansar de besarlos.—Entonces ¿Me amas? — Vuelve a preguntarme mientras me ve a los ojos.—Sí, te amo.—¿Desde cu&aacu
[Quentin](Dos días después)Suena la alarma, la apago, me volteo y veo a Isabel profundamente dormida a mi lado. Hace dos días que llegamos de Roma y ella ya no ha regresado a dormir al su piso por lo que oficialmente hemos empezado a vivir juntos, aunque su ropa aún no está aquí.Le doy un beso sobre los labios.— Buenos días corazón.“Hmmmmm” contesta y sonrió.—Buenos días.— Finalmente responde.—Iré a hacer ejercicio ¿vale?“Hmmmm” contesta.Son las seis de la mañana y ella se durmió ayer un poco tarde preparando las recetas para enviar a todos sus clientes con sus comidas de la semana. Ayer, estuve con ella en la cocina viendo cómo se movía de un lado para otro sumamente concentrada mientras yo le ayudaba a cerrar
[Quentin]Sí, tal vez prometí hace tiempo atrás que no volvería a comprar una casa, que no viajaría ni disfrutaría de nada y sobre todo que no me enamoraría de nadie; todas esas promesas las rompí y debo confesar que no me arrepiento.Isabel es lo mejor que me ha pasado en la vida, una mujer en todas las palabras, honesta, trabajadora, tierna, comprensiva y además de que es muy guapa. Ahora, con la ropa que poco a poco le he ido regalando su estilo ha ido mejorando y combinado con su buen gusto, la hace en tipo de mujer que uno voltea cuando la ve pasar.Estoy increíblemente orgulloso de ella, de llamarla mi pareja y de llevarla de la mano cuando caminamos por las calles de la ciudad escogiendo varias cosas para nuestra nueva casa. Aún no nos cambiaremos ya que faltan algunos detalles que arreglar, sobre todo los muebles que deben estar justo a nuestro gusto que esta vez ell
[Isabel]Maletas y documentos listos y yo emocionada porque visitaré Nueva York por primera vez en toda mi vida. Sé que mis padres son de Estados Unidos pero jamás nos han llevado ahí, así que ahora me siento extremadamente afortunada porque Quentin lo hará y los planes que tiene allá conmigo parecen sacados de una película de Hollywood que parece estoy destinada a vivir.Llegamos a la pista y de nuevo subimos las escaleras de ese lujoso avión que él toma como un trasporte de todos los días y yo como uno que me lleva a los lugares más maravillosos del mundo.—Sé que te dije San Valentin en Verona, pero parece que será en Nueva York.— Comenta Quentin—Yo, pude haber imaginado San Valentin en el piso, viendo películas de terror o algo por el estilo
[Isabel]— Corazón, te presento a Vincent Cassals, mi cuñado. Me quedo en silencio mientras todo mi cuerpo trata de sobrellevar todas las emociones que siento en este momento, éstas corren entre rabia y vergüenza.—¿Vincent? — Pregunto en un murmuro. —Sí, Vincent.— Me contesta él sonriente.— Para después estirar la mano y saludarme un placer ¿señorita? —Isabel Osher.— Hablo seria. —Osher, es usted muy guapa.— comenta sonriente. —Lo sé, es la mujer de mis sueños.— Responde Quentin mientras me toma de la cintura. —Es un gusto cuñado que hayas venido por fin a visitarnos, tu hermana estaba un poco preocupada por ti, ya sabes, después de la muerte de Nadine te alejaste aún más, creo que ya ni recuerdas a tu sob
[Isabel]Sé que me prometí que no me sentiría atraída por las cosas tan lujosas, pero debo admitir que estar rodeada de todo lo que Quentin me ofrece es en verdad abrumador y a veces llega a ganarme porque me veo bien, me va bien, y debo aceptar que poco a poco Quentin me va transformado en la pareja que necesita aunque sea sólo en el exterior porque él me repite varias veces en el día que por nada del mundo se me ocurra cambiar lo que pienso, digo y hago, que es lo que más le enamora de mi.Comúnmente en los inviernos iría vestida con ropa térmica debajo de los pantalones de mezclilla y la blusa o playera, un abrigo grueso de color negro y un gorro de lana hecho por mi sin embargo, hoy luzco una ropa que me hace ver increíblemente sofisticada y que hizo sonreír a Quentin cuando salí de la habitación.Ho
[Quentin]Sigo a mi hermana hacia la habitación donde ella se cambiará la blusa que trae y antes de entrar voltea y me ve a los ojos. —No me gusta esa chica.—¿Disculpa?— Le respondo. —Isela o Isabel, no me importa, ella no es para ti y lo sabes. —Jacky ¿no me trajiste hasta acá después de tantos años para esto ¿o si?—No, pero aprovecho para decírtelo. Esa tal Isabel no me gusta, seguro será una mujer más que te quiera quitar el dinero. —¿Una mujer más? ¿Cuántas han pasado según tú? —No lo sé, tengo cuatro años que no te veo, cinco… y ahora te apareces con esa mujer que no tiene clase, ni buen gusto y es una grosera, ahora huelo a vino blanco por todas partes. —No sé quién eres tú