El aire está cargado con el hedor del miedo y la furia contenida. El campo de batalla se extiende ante nosotros como un abismo imposible de evitar. Hoy, todo termina. No hay vuelta atrás. Puedo sentir la tensión en los hombros de mis guerreros, el peso de las decisiones que nos trajeron hasta aquí. Scarlett está a mi lado, su mirada es un mar de calma tensa. Sé que está lista para hacer lo que sea necesario, incluso si eso significa sacrificarse. Pero no puedo permitirlo. No de nuevo.Mis manos se cierran en puños, y respiro hondo, empapándome de cada segundo. Esta es nuestra última oportunidad. Si fallamos hoy, las manadas serán destruidas y Elijah ganará para siempre.—Este es nuestro momento —digo en voz alta, lo suficientemente fuerte para que todos me escuchen—. No peleamos solo por nuestras vidas. Peleamos por el futuro que construiremos después de esto. No habrá más miedo. No más divisiones. ¡Hoy peleamos como uno!Un rugido se eleva
Elijah yace en el suelo, inmóvil, su figura oscura derrotada al fin. El silencio pesa sobre el campo de batalla, como si la tierra misma contuviera la respiración tras el desenlace. La guerra ha terminado, pero no se siente como una victoria completa. A mi alrededor, los sobrevivientes intentan procesar lo ocurrido, con la adrenalina disipándose y el dolor de las pérdidas instalándose lentamente. Scarlett está a mi lado, aunque apenas se mantiene en pie. La energía del ritual que ejecutó sigue vibrando a su alrededor, pero se siente más como un eco lejano. La miro, buscando en su rostro algún rastro del alivio que debería acompañar este momento, pero solo encuentro agotamiento y una tristeza profunda. La magia que la conectaba con una parte esencial de sí misma se ha desvanecido. Ella pagó el precio que ni siquiera sabíamos que habría que pagar hasta el último momento. —¿Estás bien? —le pregunto, aunque sé que la respuesta no importa; ninguno de los dos está bien. Scarlett asiente
Scarlett despierta aturdida, rodeada por una bruma densa que parece hundirla en el agotamiento. Sus muñecas están encadenadas con grilletes que arden como hierro fundido, absorbiendo su magia lentamente. El aire es pesado, saturado de energía oscura, lo que dificulta cada respiración. Frente a ella, Elijah se mueve con calma calculada, como si su victoria ya estuviera asegurada. —¿Cuánto tiempo piensas resistir, Scarlett? —pregunta Elijah, su voz suave pero venenosa—. Esta lucha es inútil. Eres más valiosa aquí, a mi lado, donde tu poder pueda servir para algo grande. Scarlett, aun débil, lo mira con desprecio. Sabe que él no permitirá su muerte, al menos no todavía. Elijah la necesita para llevar a cabo su plan: usar su magia como catalizador para desatar un poder oscuro que arrasará con los Blackwood. Pero lo que más la inquieta no es la amenaza de destrucción, sino la fría convicción en la voz de Elijah. Él realmente cree que está destinado a reinar sobre todas las manadas.
La luna brilla intensamente sobre el campamento de los Blackwood, iluminando los rostros tensos de mis guerreros, que se preparan para la batalla. Sin embargo, en mi corazón solo hay confusión y dolor. El ultimátum de Elijah resuena en mi mente como un eco incesante. Estoy atrapado entre dos mundos: mi manada, a quienes debo proteger, y Scarlett, a quien no puedo permitir que sufra.Me encuentro en la cima de una colina, mirando hacia el bosque que oculta la fortaleza de Elijah. La imagen de Scarlett, atrapada y debilitada, pesa sobre mi pecho como un ladrillo. La idea de perderla es un abismo del cual no puedo regresar. Pero me pregunto: ¿qué pasará con mi clan si decido arriesgarlo todo para salvarla? La voz de mi razón grita que debo priorizar a la manada, que su seguridad es lo que importa. Sin embargo, el grito de mi corazón es aún más fuerte; ella es más que una simple persona para mí; es mi compañera, mi otra mitad.Mis guerreros se agrupan a mi alreded
El viento sopla frío mientras me adentro en el territorio de los enemigos que alguna vez consideré irreconciliables. Los árboles susurran secretos que parecen advertirme de los peligros que acechan, pero no puedo darme el lujo de dar marcha atrás. Scarlett está en peligro, y el tiempo corre en su contra.Al llegar a la antigua fortaleza de los Osborn, siento el peso de las miradas hostiles de los guerreros que se agrupan en la entrada. Una parte de mí se siente incómoda al estar aquí, buscando a los que una vez fueron mis rivales, pero no tengo otra opción. La amenaza de Elijah es inminente, y si quiero salvar a Scarlett, debo unir fuerzas, incluso con aquellos que me han causado dolor.Marcus camina a mi lado, su expresión es de escepticismo. —Esto es una locura, Dante. No puedes confiar en ellos. ¿Recuerdas lo que hicieron? —su voz tiene un tono de advertencia, pero yo estoy decidido.—Lo sé, Marcus, pero este no es el momento de dudas. Si queremos
La oscuridad es absoluta. Estoy atrapada en una celda fría y húmeda, con las paredes de piedra absorbiendo la luz que alguna vez llenó mi vida. Cada susurro del viento me recuerda lo lejos que estoy de Dante, de mi manada, y de la libertad. Elijah me tiene donde quiere, en la penumbra, rodeada de sus artimañas y manipulaciones.Trato de mantenerme fuerte, de aferrarme a los recuerdos de los momentos felices y de la luz que me rodeaba, pero cada día es una batalla. Elijah aparece a menudo, sus ojos oscuros y astutos centelleando con satisfacción. Se deleita al recordarme lo débil que soy, lo frágil que puede ser la magia que una vez consideré como una extensión de mí misma.—Tu poder es un regalo, Scarlett —dice, su voz como un suave veneno—. Pero también es tu mayor debilidad.Él juega con mis inseguridades, hurgando en mis miedos más profundos. Cada palabra suya resuena en mi mente, como un eco que se repite y se multiplica. A veces, me pregunto si e
El viento sopla con furia, como si el mismo destino se preparara para el enfrentamiento final. Las figuras imponentes de los guerreros se agrupan bajo la fría luz del amanecer, esperando órdenes. Dante observa el horizonte, el territorio enemigo a la vista, pero su mente está atrapada entre la responsabilidad hacia su manada y el amor por Scarlett, aún en manos de Elijah.—Este es nuestro momento —dice Dante, su voz firme resonando entre los guerreros reunidos frente a él—. No peleamos solo por Scarlett. Peleamos por cada uno de los nuestros, por un futuro en el que podamos vivir sin miedo.Marcus permanece a su lado, su mirada analizando los rostros del grupo. Aunque ha habido desconfianza hacia él en el pasado, hoy su presencia como segundo al mando es un símbolo de unidad. Ambos saben que esta batalla definirá todo.Sin embargo, el ambiente está tenso. Algunos guerreros, inquietos, intercambian miradas y murmuran entre ellos. No es difícil adivinar sus pensamientos: ¿vale la pena a
El silencio de la noche pesa como una advertencia mientras Dante y su grupo se mueven entre las sombras. El campamento de Elijah es un laberinto de guardias, trampas mágicas y bestias despiadadas, pero no hay espacio para el error. Esta misión no es solo un rescate; es la única oportunidad de salvar a Scarlett y detener a Elijah antes de que desate su poder oscuro.Dante avanza al frente, sus sentidos agudizados. Cada ruido parece un peligro inminente, pero su mente está enfocada. No puede permitirse pensar en el miedo ni en lo que podría salir mal. La imagen de Scarlett, encerrada y debilitada, es lo único que lo mantiene en marcha.—Estamos cerca —susurra Marcus a su lado, indicando una brecha entre las tiendas del campamento—. Si entramos por allí, evitamos a la mayoría de los guardias.Dante asiente. Con Marcus a su lado, siempre ha sabido encontrar un camino, incluso en los momentos más oscuros. Pero esta vez, el peso de la misión se siente más profundo. Algo le dice que no todos