Scarlett El ambiente dentro de la manada se ha vuelto espeso, como si todos esperaran que algo estalle en cualquier momento. Pero nada nos prepara para lo que encontramos hoy. Durante la patrulla de la tarde, un grupo de exploradores trae a un hombre encapuchado, maniatado y cubierto de heridas. Lo arrojan frente a Dante y a mí. —Lo encontramos cerca del límite norte. Estaba intentando enviar un mensaje —informa uno de los exploradores. El hombre intenta esconder su rostro, pero al quitarle la capucha, mi corazón se congela. Es Derek, uno de los miembros más antiguos de la manada. —¿Derek? —murmuro, incrédula. No puedo creer que alguien tan cercano a nosotros pudiera traicionarnos. Él nos lanza una mirada desafiante, pero hay miedo en sus ojos. Sabe que ha sido descubierto. —Habla ahora, y tu castigo será menos severo —gruñe Dante, sus ojos brillando con la furia contenida de un líder traicionado. Derek escupe sangre y sonríe con amargura. —Elijah ya sabe lo que necesitaba sa
Dante El silencio de la noche nunca ha sido más pesado. Afuera, la brisa nocturna agita las copas de los árboles, pero dentro de la cabaña el aire es sofocante, cargado de expectativas y miedos. Scarlett está sentada en el borde de la cama, esperando que hable. En mi mano, sostengo la carta que lo cambiará todo. Elijah, astuto como siempre, no ha venido personalmente. En su lugar, ha enviado este mensaje. La letra es precisa, cada palabra calculada para sembrar discordia. Mientras leo en voz alta, la promesa en la carta parece hundirse más y más en mi mente. —“Dante, esta es tu última oportunidad: aléjate de Scarlett. Si insistes en mantenerte a su lado, tu manada pagará el precio. No tengo problema en destruir todo lo que amas. Haz lo correcto. Libérala o sufrirán todos.” Cuando termino de leer, doblo la carta con manos temblorosas. Scarlett no dice nada al principio, pero la tensión en sus hombros se vuelve más
Narrado por ScarlettLa tensión en la sala se siente como un hilo a punto de romperse. Cada mirada que recibo está cargada de escepticismo y miedo. La amenaza de Elijah no es algo que podamos ignorar, pero tampoco podemos seguir esperando a que nos alcance. La única opción es adelantarnos a su jugada.—Tenemos que atacar primero —digo, rompiendo el silencio aplastante.Mi voz es firme, pero puedo sentir la oleada de dudas que recorre la sala. Dante está a mi lado, aunque incluso él parece incómodo ante mi propuesta. Pero esta es nuestra mejor opción. Elijah cree que va un paso adelante, pero si logramos sorprenderlo, podríamos desmantelar su emboscada antes de que la ponga en marcha.—¿Adelantarnos? —pregunta Marcus con una carcajada amarga—. Eso es suicidio. No sabemos cuántos aliados tiene Elijah ni dónde está escondido exactamente.Sus palabras encuentran eco en algunos miembros de la manada. Veo las miradas preocupadas, los murmullos de incertidumbre que se esparcen como un virus.
Narrado por ScarlettEl aire está cargado de una tensión espesa. La calma que nos rodea se siente antinatural, como si el entorno supiera que algo oscuro se avecina. A pesar de la confianza que proyecto ante la manada, no puedo sacudirme la sensación de que las cosas están a punto de torcerse. El plan que Dante y yo diseñamos es arriesgado, pero si funciona, podríamos adelantarnos a Elijah y frustrar su emboscada antes de que él lo espere.Los miembros de la manada aguardan en silencio, inquietos. Cada uno sabe que la supervivencia depende de que todo salga bien. Marcus pasa junto a mí con una mirada dura, como si aún dudara de mi lealtad, pero no digo nada. No hay tiempo para disputas internas ahora. Respiro hondo, intentando controlar los latidos acelerados de mi corazón. Dante está cerca, revisando los últimos detalles con los exploradores. Me basta verlo allí, enfocado, para calmar un poco mi mente.De repente, un aullido corta el aire. Es la señal de uno de los vigías. El ataque
Narrado por DanteEl amanecer apenas asoma, pero el peso de lo que hemos descubierto hace que la luz se sienta fría e inútil. Scarlett y yo estamos sentados frente al fuego que se apaga lentamente, los hombros tensos y los corazones pesados. Marcus acaba de traernos la peor noticia posible: la única forma de vencer a Elijah es mediante un sacrificio personal.—Uno de ustedes tiene que entregarse —explicó Marcus, sin rodeos—. Esa es la única manera de quebrar la maldición que fortalece a Elijah.Sus palabras se quedan suspendidas en el aire, cargadas de un peso imposible de ignorar. Miro a Scarlett, esperando encontrar duda o temor en su rostro, pero lo que veo es determinación. Demasiada, para mi gusto.—Yo lo haré —dice, con la voz firme.Mi corazón se congela.—Ni lo pienses, Scarlett.Ella me sostiene la mirada, como si mi oposición no fuera más que un obstáculo menor. La conozco lo suficiente para saber que, una vez que ha decidido algo, no es fácil hacerla cambiar de opinión. Per
Narrado por ScarlettEl polvo se asienta lentamente sobre el campo de batalla. El aire huele a hierro, sudor y cenizas. Elijah yace en el suelo, derrotado por fin, mientras los pocos supervivientes de su ejército huyen al amparo de la noche. Dante y yo permanecemos de pie, hombro a hombro, respirando entrecortadamente después del último golpe que puso fin a la lucha. Lo logramos. Contra todas las probabilidades, ganamos.Sin embargo, la victoria no trae alivio inmediato. Me giro hacia Dante, y veo en sus ojos la misma mezcla de agotamiento y alivio que yo siento. Nos hemos ganado esta victoria, pero no sin pagar un precio.—Está hecho —murmura Dante, limpiándose la sangre de un corte en la mejilla.Asiento, aunque mi cuerpo entero tiembla por el esfuerzo. Mis manos todavía sienten el peso del poder que compartimos para derrotar a Elijah, una unión de fuerza y confianza que nunca había experimentado antes.A pesar de que Elijah ya no es una amenaza, las secuelas de la batalla siguen pr
ScarlettEl sonido del agua cayendo desde la cascada a mis espaldas me envuelve, pero no logra ahogar la sensación de ansiedad que se apodera de mí. Por años, he llevado este secreto como un peso en el alma, una sombra que siempre me ha seguido. Ahora, aquí, en esta cueva donde pensé encontrar un momento de paz, sé que ha llegado el momento de confesarlo todo. Dante merece saberlo. No podemos liderar juntos si no conoce la verdad.Él camina detrás de mí, su presencia sólida, como siempre. Pero esta vez, siento su mirada cargada de preguntas. Las palabras me pesan en la garganta, pero sé que no puedo seguir postergándolo.—Necesitas saberlo —digo al fin, girándome para enfrentarlo.Dante se detiene, cruzando los brazos mientras me observa con esa mezcla de paciencia y determinación que me desarma. Es como si ya supiera que estoy a punto de derribar la última barrera entre nosotros.—¿De qué hablas, Scarlett? —pregunta, su voz baja, pero firme.El miedo me recorre como un escalofrío. ¿Y
ScarlettEl fuego crepita en el centro del círculo de piedras, iluminando los rostros tensos de los miembros de la manada. La noche es fría, y la bruma parece envolver todo, como si presagiara lo que estamos a punto de descubrir. Dante y yo estamos sentados cerca del anciano Uriel, el guardián de las historias y secretos más antiguos de la manada. Su piel curtida por los años y sus ojos profundos reflejan una sabiduría inquietante, como si cargara con los recuerdos de generaciones pasadas.Uriel se aclara la garganta y el grupo enmudece. Nadie se atreve a interrumpirlo. Todos saben que si él ha pedido esta reunión, es porque lo que tiene que decir es crucial.—Hay algo que deben saber —empieza, su voz baja pero cargada de autoridad—. Esta guerra entre manadas no es un simple enfrentamiento por territorio o poder. Es la consecuencia de una maldición que ha perdurado por siglos.Las palabras cuelgan en el aire como un peso invisible. Dante, siempre alerta, tensa los hombros a mi lado, m