Narrado por ScarlettEl aire está cargado de una tensión espesa. La calma que nos rodea se siente antinatural, como si el entorno supiera que algo oscuro se avecina. A pesar de la confianza que proyecto ante la manada, no puedo sacudirme la sensación de que las cosas están a punto de torcerse. El plan que Dante y yo diseñamos es arriesgado, pero si funciona, podríamos adelantarnos a Elijah y frustrar su emboscada antes de que él lo espere.Los miembros de la manada aguardan en silencio, inquietos. Cada uno sabe que la supervivencia depende de que todo salga bien. Marcus pasa junto a mí con una mirada dura, como si aún dudara de mi lealtad, pero no digo nada. No hay tiempo para disputas internas ahora. Respiro hondo, intentando controlar los latidos acelerados de mi corazón. Dante está cerca, revisando los últimos detalles con los exploradores. Me basta verlo allí, enfocado, para calmar un poco mi mente.De repente, un aullido corta el aire. Es la señal de uno de los vigías. El ataque
Narrado por DanteEl amanecer apenas asoma, pero el peso de lo que hemos descubierto hace que la luz se sienta fría e inútil. Scarlett y yo estamos sentados frente al fuego que se apaga lentamente, los hombros tensos y los corazones pesados. Marcus acaba de traernos la peor noticia posible: la única forma de vencer a Elijah es mediante un sacrificio personal.—Uno de ustedes tiene que entregarse —explicó Marcus, sin rodeos—. Esa es la única manera de quebrar la maldición que fortalece a Elijah.Sus palabras se quedan suspendidas en el aire, cargadas de un peso imposible de ignorar. Miro a Scarlett, esperando encontrar duda o temor en su rostro, pero lo que veo es determinación. Demasiada, para mi gusto.—Yo lo haré —dice, con la voz firme.Mi corazón se congela.—Ni lo pienses, Scarlett.Ella me sostiene la mirada, como si mi oposición no fuera más que un obstáculo menor. La conozco lo suficiente para saber que, una vez que ha decidido algo, no es fácil hacerla cambiar de opinión. Per
Narrado por ScarlettEl polvo se asienta lentamente sobre el campo de batalla. El aire huele a hierro, sudor y cenizas. Elijah yace en el suelo, derrotado por fin, mientras los pocos supervivientes de su ejército huyen al amparo de la noche. Dante y yo permanecemos de pie, hombro a hombro, respirando entrecortadamente después del último golpe que puso fin a la lucha. Lo logramos. Contra todas las probabilidades, ganamos.Sin embargo, la victoria no trae alivio inmediato. Me giro hacia Dante, y veo en sus ojos la misma mezcla de agotamiento y alivio que yo siento. Nos hemos ganado esta victoria, pero no sin pagar un precio.—Está hecho —murmura Dante, limpiándose la sangre de un corte en la mejilla.Asiento, aunque mi cuerpo entero tiembla por el esfuerzo. Mis manos todavía sienten el peso del poder que compartimos para derrotar a Elijah, una unión de fuerza y confianza que nunca había experimentado antes.A pesar de que Elijah ya no es una amenaza, las secuelas de la batalla siguen pr
ScarlettEl sonido del agua cayendo desde la cascada a mis espaldas me envuelve, pero no logra ahogar la sensación de ansiedad que se apodera de mí. Por años, he llevado este secreto como un peso en el alma, una sombra que siempre me ha seguido. Ahora, aquí, en esta cueva donde pensé encontrar un momento de paz, sé que ha llegado el momento de confesarlo todo. Dante merece saberlo. No podemos liderar juntos si no conoce la verdad.Él camina detrás de mí, su presencia sólida, como siempre. Pero esta vez, siento su mirada cargada de preguntas. Las palabras me pesan en la garganta, pero sé que no puedo seguir postergándolo.—Necesitas saberlo —digo al fin, girándome para enfrentarlo.Dante se detiene, cruzando los brazos mientras me observa con esa mezcla de paciencia y determinación que me desarma. Es como si ya supiera que estoy a punto de derribar la última barrera entre nosotros.—¿De qué hablas, Scarlett? —pregunta, su voz baja, pero firme.El miedo me recorre como un escalofrío. ¿Y
ScarlettEl fuego crepita en el centro del círculo de piedras, iluminando los rostros tensos de los miembros de la manada. La noche es fría, y la bruma parece envolver todo, como si presagiara lo que estamos a punto de descubrir. Dante y yo estamos sentados cerca del anciano Uriel, el guardián de las historias y secretos más antiguos de la manada. Su piel curtida por los años y sus ojos profundos reflejan una sabiduría inquietante, como si cargara con los recuerdos de generaciones pasadas.Uriel se aclara la garganta y el grupo enmudece. Nadie se atreve a interrumpirlo. Todos saben que si él ha pedido esta reunión, es porque lo que tiene que decir es crucial.—Hay algo que deben saber —empieza, su voz baja pero cargada de autoridad—. Esta guerra entre manadas no es un simple enfrentamiento por territorio o poder. Es la consecuencia de una maldición que ha perdurado por siglos.Las palabras cuelgan en el aire como un peso invisible. Dante, siempre alerta, tensa los hombros a mi lado, m
ScarlettEl aire pesa con tensión desde que Uriel reveló la verdad sobre mi linaje. La noticia se ha extendido como fuego entre los miembros de la manada, y las opiniones están divididas. El ambiente que antes se sentía unido, aunque frágil, ahora está cargado de desconfianza. Dante y yo caminamos entre miradas furtivas y susurros, conscientes de que algo se está gestando. La pregunta que ronda en todos es clara: ¿Soy una bendición o una amenaza para ellos?—Tenemos que hablar con Marcus —dice Dante a mi lado, la mandíbula apretada mientras observamos cómo pequeños grupos se reúnen para discutir.Marcus, uno de los lobos más antiguos y respetados, ha estado siempre en contra de nuestra relación. Ahora, con esta nueva revelación, temo lo que pueda estar diciendo a los demás.—No es solo Marcus —susurro—. Hay más gente que no confía en mí.Dante se detiene y me mira con seriedad. Sus ojos oscuros reflejan la preocupación que ambos compartimos.—Entonces tenemos que actuar rápido. No pod
Dante El sol está comenzando a salir cuando Scarlett y yo nos adentramos en territorio desconocido. El viento frío atraviesa los árboles, y cada paso resuena en el suelo húmedo del bosque. Los rumores sobre esta manada rival llevan años envenenando las mentes de los nuestros. No confían en ellos. Y, para ser sincero, yo tampoco. Pero no tenemos otra opción. Si queremos romper la maldición, necesitamos su ayuda. —¿Estás segura de esto? —le pregunto a Scarlett, caminando a su lado, atento a cualquier ruido que sugiera peligro. —No, pero no hay vuelta atrás. —Su mirada es firme, pero veo la tensión en sus hombros. Las manadas han estado enemistadas desde antes de que naciera. La historia de traiciones y enfrentamientos es larga, y pedirles una alianza será como invitar a un lobo hambriento a cuidar el rebaño. Pero Scarlett tiene razón: o lo hacemos, o todos perecemos bajo el peso de esta maldición. Nos detenemos al llegar a un claro. Scarlett cierra los ojos un momento, inhalando pr
Scarlett El aire en la cueva es bastante pesado y frío, como si los siglos de secretos acumulados entre estas paredes se resistieran a ser desenterrados. La luz de la antorcha que sostengo parpadea, proyectando sombras irregulares en los antiguos grabados del muro. Dante camina a mi lado, silencioso, con su mirada fija en las inscripciones. Hemos buscado respuestas por días, pero todo nos ha traído hasta aquí. Y ahora, lo que hemos encontrado cambia todo. —Esto no es un ritual común —murmuro, leyendo las palabras desgastadas por el tiempo. Dante se inclina más cerca, sus ojos claros repasando cada símbolo con atención. —No, definitivamente no lo es. —Su voz suena grave, como si ya supiera lo que esto significa. El pergamino que encontramos en la biblioteca de la manada había mencionado un “Ritual del Vínculo Absoluto”, una práctica perdida en el tiempo y prohibida por las antiguas leyes de los lobos. Nadie lo había intentado en siglos, y por una buena razón: fallar significaría