ScarlettEl camino de regreso a la cabaña es silencioso, pero la presencia de Dante a mi lado no me deja tranquila. Me siento atrapada entre lo que debería hacer y lo que quiero hacer. Cada minuto que paso con él, mi misión parece más borrosa, como si una parte de mí deseara olvidar todo lo que he aprendido y simplemente rendirme ante lo que siento.Cruzamos el umbral de la cabaña, y Dante me lanza una mirada rápida antes de sentarse en el sillón junto a la chimenea. Su cuerpo parece relajado, pero sus ojos siempre mantienen ese brillo alerta, como si esperara que en cualquier momento algo malo pudiera ocurrir.—¿Quieres algo de beber? —ofrece con un tono más suave del que esperaba.—Agua está bien —respondo, sintiendo que mi garganta está más seca de lo normal.Mientras él busca una botella de agua en la pequeña cocina, aprovecho para estudiar el espacio. La cabaña es rústica, pero acogedora, un refugio seguro en medio de todo este caos. Me pregunto cuántas veces habrá necesitado est
ScarlettLa brisa de la mañana me acaricia el rostro mientras observo desde la ventana los árboles que rodean la cabaña. La tranquilidad del bosque es una mentira, una ilusión efímera que esconde la tormenta que se avecina. Mi misión siempre fue clara, o al menos eso pensé. Pero últimamente, esa claridad se ha vuelto más borrosa, y no puedo ignorar el hecho de que Dante es la causa principal.Mis pensamientos son interrumpidos por un golpe suave en la puerta. Al abrirla, me encuentro con Marcus, el hermano de Dante. Su expresión es más relajada que la de Dante, pero lleva el mismo aire de responsabilidad sobre sus hombros. Me hace un gesto para que lo acompañe afuera.—Necesitamos hablar —dice con un tono tranquilo, pero firme.Me lleva a una pequeña banca bajo un árbol. El silencio entre nosotros no es incómodo, pero sé que está aquí por una razón. Me preparo para lo que sea que tenga que decir.—¿Cómo estás llevando todo esto? —me pregunta, sin rodeos.—No es fácil —admito—. Nunca i
DanteLa tensión es casi palpable mientras camino por los terrenos de la manada hacia la cabaña de Marcus. El viento trae consigo el familiar olor del bosque, pero hoy parece más pesado, como si la naturaleza misma sintiera lo que se avecina. Scarlett ha removido algo en mí, y esa sensación es tan confusa como peligrosa. No es solo la atracción; es algo más profundo, más instintivo.Cuando entro a la cabaña, Marcus ya está esperándome. Está sentado junto a la chimenea, su postura relajada pero con la mirada alerta. Cierro la puerta detrás de mí y me siento frente a él. No hay necesidad de rodeos; ambos sabemos por qué estamos aquí.—Tenemos que hablar sobre Scarlett —comienzo, observando la reacción de mi hermano.Marcus asiente, como si hubiera estado esperando esto.—Sabes lo que pienso, Dante. Ella puede ser de confianza, pero si sigues dudando, pondrás en peligro a la manada.—No es solo eso —respondo, pasándome una mano por el cabello—. Hay algo más con Scarlett. No puedo explica
ScarlettEl frío de la noche se cuela por las ventanas, haciendo que me arrope más fuerte, pero el sueño me atrapa sin darme opción de resistirme. De repente, estoy en medio de un bosque oscuro, iluminado únicamente por una luna gigantesca y plateada. La brisa acaricia las hojas, y el silencio es tan profundo que parece contener secretos que esperan ser revelados. Frente a mí aparece Luna, una figura etérea y majestuosa, como si el mismo espíritu de la naturaleza hubiera tomado forma.—Es hora de que veas lo que él esconde —susurra con una voz que parece venir desde las estrellas.Antes de que pueda preguntar qué significa, el bosque se desvanece y soy arrastrada hacia una serie de imágenes. Todo sucede rápido, como fragmentos de un recuerdo ajeno.Veo a Dante en lo que parece ser otra época. Está de pie, rodeado por miembros de su manada, pero su mirada está perdida en el horizonte. Una figura humana se acerca, alguien en quien él confía… pero en
Salgo de la habitación con paso decidido, pero en mi pecho la duda se retuerce como una sombra inquieta. Encuentro a Dante en el salón, sentado junto al fuego. La luz de las llamas ilumina su rostro, destacando la severidad de su expresión, pero también los rastros de un cansancio profundo que lleva consigo. Parece perdido en sus pensamientos, como si el peso de la responsabilidad siempre lo persiguiera.Me detengo unos segundos para observarlo, intentando reunir el valor necesario. No es fácil hablar con él, especialmente sobre algo tan personal. Él nota mi presencia y levanta la mirada, sus ojos dorados brillando bajo la luz del fuego.—¿Scarlett? —pregunta con voz grave, entre sorprendido y atento.Me acerco lentamente, sintiendo la tensión que crece entre nosotros. Me siento a su lado, pero mantengo una distancia prudente. No sé cómo empezar, así que opto por la verdad directa.—Necesito hablar contigo —le digo, sin apartar la mirada.
ScarlettEl aire nocturno es frío y denso cuando entro al archivo de la manada junto a Marcus. La oscuridad del lugar se siente opresiva, pero necesito respuestas, cueste lo que cueste. Dante no puede saber que estamos aquí; esto es algo que debo descubrir por mi cuenta. Si hay algo que justifique los movimientos de Elijah, lo encontraré.—Aquí es donde guardan los documentos más antiguos —murmura Marcus, señalando un estante cubierto de polvo.Me agacho y comienzo a revisar los pergaminos y libros antiguos, tratando de encontrar alguna pista sobre los motivos de Elijah. La guerra que se avecina no puede ser solo por territorio o poder. Siento que hay algo más, algo más oscuro. La Luna misma me lo advirtió en esa visión, y no puedo ignorar esa sensación de peligro latente.—¿Estás segura de esto? —pregunta Marcus a mi lado, preocupado.—No tengo otra opción —respondo sin mirarlo. Mis dedos se deslizan por un libro de tapa gruesa—. Si Elijah ti
Dante El sol apenas comienza a iluminar el horizonte cuando escucho el clic suave de la puerta principal. Scarlett intenta entrar sin hacer ruido, pero no hay forma de que me engañe. Su olor, mezcla de tierra húmeda y algo metálico, me golpea antes de que siquiera cruce la sala. Ha estado en algún lugar que no quiere que yo sepa, y eso me enciende una alarma en el pecho. Me levanto del sillón donde estuve esperando toda la noche, los músculos tensos por la falta de sueño y la creciente frustración. No estoy dispuesto a seguir ignorando los secretos que nos rodean. Cada vez que pienso que empiezo a entenderla, Scarlett hace algo que me recuerda lo poco que sé de ella. Y eso me carcome por dentro. —¿Dónde estabas? —le pregunto sin girarme, manteniendo mi voz neutral, pero con un filo que no puedo evitar. Scarlett se queda paralizada por un segundo, pero se recupera rápido. Ella siempre es rápida para ocultar sus emociones, pe
Dante El aire de la madrugada está cargado de tensión. Scarlett y yo nos sentamos uno frente al otro en la sala, la luz tenue de la chimenea proyecta sombras danzantes en las paredes. No hemos dicho mucho desde nuestra última conversación, pero el silencio entre nosotros ya no se siente como una amenaza; es un terreno incierto, pero con una promesa de algo más. —Si vamos a hacer esto —digo al fin, rompiendo el silencio—, necesito saber que estás completamente conmigo. Sin mentiras. Scarlett asiente, su expresión es seria pero decidida. No veo en ella rastro de las dudas que antes la perseguían. —Estoy contigo —responde con firmeza—. No más secretos. Y por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo confiar en esas palabras. Sé que aceptar su ayuda es un riesgo, pero también sé que no puedo enfrentar lo que viene solo. Elijah es un enemigo astuto, y si tengo alguna esperanza de proteger a mi manada, necesitaré a Scarlett a mi lado. —Bien —digo, inclinándome hacia adelante—. Ent