DanteHoy, he decidido hacer algo lindo por Scarlett. Ha sido un tiempo difícil para todos nosotros, y siento que necesitamos un respiro, un momento que no esté marcado por las tensiones y el peligro que nos rodea.Me encuentro en la sala de estar de la cabaña, revisando mi atuendo en el espejo. Me he puesto una camiseta ajustada y unos jeans oscuros; nada demasiado elaborado, pero quiero que sepa que esta salida significa algo para mí. Estoy nervioso, no porque tenga miedo de lo que pueda pensar, sino porque quiero que disfrute de la noche.Al llegar a su casa, noto cómo el sol comienza a ponerse, llenando el cielo con tonos naranjas y violetas. Me acerco a la puerta y golpeo suavemente. Scarlett abre, y su sonrisa ilumina el ambiente. Lleva un suéter cómodo y jeans, y hay algo en su mirada que me hace sentir como si todo fuera posible, como si esta noche pudiera ser mágica.—Hola, Dante —dice, su voz suave y melodiosa—. ¿Qué te trae por aquí?—Hola, Scarlett —respondo, sintiendo que
Dante El viento frío recorre el territorio de los Blackwood mientras avanzo hacia la sala de reuniones. Los árboles crujen a lo lejos, como si incluso la naturaleza sintiera la tensión que atraviesa nuestra manada. Mi mente sigue dándole vueltas a la información que Scarlett me dio. No puedo permitirme dudar de ella, pero tampoco puedo ignorar las sospechas que sé que se avecinan entre los míos. El regreso al campamento no será fácil. Cuando entro al salón, todos los ojos se posan sobre mí. Caleb, uno de los guerreros más veteranos y de mirada severa, está al frente del grupo, como si ya hubiese asumido el rol de portavoz de las dudas colectivas. Varios guerreros más lo rodean, formando un círculo compacto. La desconfianza en el aire es palpable, una sombra que amenaza con desestabilizar todo. —¿Dónde está Scarlett? —pregunta Caleb sin preámbulos. Su tono es cortante, casi acusador. —Se quedó en casa —respondo con calma, cruzando los brazos. La tensión en el ambiente me cala ho
ScarlettEl camino de regreso a la cabaña es silencioso, pero la presencia de Dante a mi lado no me deja tranquila. Me siento atrapada entre lo que debería hacer y lo que quiero hacer. Cada minuto que paso con él, mi misión parece más borrosa, como si una parte de mí deseara olvidar todo lo que he aprendido y simplemente rendirme ante lo que siento.Cruzamos el umbral de la cabaña, y Dante me lanza una mirada rápida antes de sentarse en el sillón junto a la chimenea. Su cuerpo parece relajado, pero sus ojos siempre mantienen ese brillo alerta, como si esperara que en cualquier momento algo malo pudiera ocurrir.—¿Quieres algo de beber? —ofrece con un tono más suave del que esperaba.—Agua está bien —respondo, sintiendo que mi garganta está más seca de lo normal.Mientras él busca una botella de agua en la pequeña cocina, aprovecho para estudiar el espacio. La cabaña es rústica, pero acogedora, un refugio seguro en medio de todo este caos. Me pregunto cuántas veces habrá necesitado est
ScarlettLa brisa de la mañana me acaricia el rostro mientras observo desde la ventana los árboles que rodean la cabaña. La tranquilidad del bosque es una mentira, una ilusión efímera que esconde la tormenta que se avecina. Mi misión siempre fue clara, o al menos eso pensé. Pero últimamente, esa claridad se ha vuelto más borrosa, y no puedo ignorar el hecho de que Dante es la causa principal.Mis pensamientos son interrumpidos por un golpe suave en la puerta. Al abrirla, me encuentro con Marcus, el hermano de Dante. Su expresión es más relajada que la de Dante, pero lleva el mismo aire de responsabilidad sobre sus hombros. Me hace un gesto para que lo acompañe afuera.—Necesitamos hablar —dice con un tono tranquilo, pero firme.Me lleva a una pequeña banca bajo un árbol. El silencio entre nosotros no es incómodo, pero sé que está aquí por una razón. Me preparo para lo que sea que tenga que decir.—¿Cómo estás llevando todo esto? —me pregunta, sin rodeos.—No es fácil —admito—. Nunca i
DanteLa tensión es casi palpable mientras camino por los terrenos de la manada hacia la cabaña de Marcus. El viento trae consigo el familiar olor del bosque, pero hoy parece más pesado, como si la naturaleza misma sintiera lo que se avecina. Scarlett ha removido algo en mí, y esa sensación es tan confusa como peligrosa. No es solo la atracción; es algo más profundo, más instintivo.Cuando entro a la cabaña, Marcus ya está esperándome. Está sentado junto a la chimenea, su postura relajada pero con la mirada alerta. Cierro la puerta detrás de mí y me siento frente a él. No hay necesidad de rodeos; ambos sabemos por qué estamos aquí.—Tenemos que hablar sobre Scarlett —comienzo, observando la reacción de mi hermano.Marcus asiente, como si hubiera estado esperando esto.—Sabes lo que pienso, Dante. Ella puede ser de confianza, pero si sigues dudando, pondrás en peligro a la manada.—No es solo eso —respondo, pasándome una mano por el cabello—. Hay algo más con Scarlett. No puedo explica
ScarlettEl frío de la noche se cuela por las ventanas, haciendo que me arrope más fuerte, pero el sueño me atrapa sin darme opción de resistirme. De repente, estoy en medio de un bosque oscuro, iluminado únicamente por una luna gigantesca y plateada. La brisa acaricia las hojas, y el silencio es tan profundo que parece contener secretos que esperan ser revelados. Frente a mí aparece Luna, una figura etérea y majestuosa, como si el mismo espíritu de la naturaleza hubiera tomado forma.—Es hora de que veas lo que él esconde —susurra con una voz que parece venir desde las estrellas.Antes de que pueda preguntar qué significa, el bosque se desvanece y soy arrastrada hacia una serie de imágenes. Todo sucede rápido, como fragmentos de un recuerdo ajeno.Veo a Dante en lo que parece ser otra época. Está de pie, rodeado por miembros de su manada, pero su mirada está perdida en el horizonte. Una figura humana se acerca, alguien en quien él confía… pero en
Salgo de la habitación con paso decidido, pero en mi pecho la duda se retuerce como una sombra inquieta. Encuentro a Dante en el salón, sentado junto al fuego. La luz de las llamas ilumina su rostro, destacando la severidad de su expresión, pero también los rastros de un cansancio profundo que lleva consigo. Parece perdido en sus pensamientos, como si el peso de la responsabilidad siempre lo persiguiera.Me detengo unos segundos para observarlo, intentando reunir el valor necesario. No es fácil hablar con él, especialmente sobre algo tan personal. Él nota mi presencia y levanta la mirada, sus ojos dorados brillando bajo la luz del fuego.—¿Scarlett? —pregunta con voz grave, entre sorprendido y atento.Me acerco lentamente, sintiendo la tensión que crece entre nosotros. Me siento a su lado, pero mantengo una distancia prudente. No sé cómo empezar, así que opto por la verdad directa.—Necesito hablar contigo —le digo, sin apartar la mirada.
ScarlettEl aire nocturno es frío y denso cuando entro al archivo de la manada junto a Marcus. La oscuridad del lugar se siente opresiva, pero necesito respuestas, cueste lo que cueste. Dante no puede saber que estamos aquí; esto es algo que debo descubrir por mi cuenta. Si hay algo que justifique los movimientos de Elijah, lo encontraré.—Aquí es donde guardan los documentos más antiguos —murmura Marcus, señalando un estante cubierto de polvo.Me agacho y comienzo a revisar los pergaminos y libros antiguos, tratando de encontrar alguna pista sobre los motivos de Elijah. La guerra que se avecina no puede ser solo por territorio o poder. Siento que hay algo más, algo más oscuro. La Luna misma me lo advirtió en esa visión, y no puedo ignorar esa sensación de peligro latente.—¿Estás segura de esto? —pregunta Marcus a mi lado, preocupado.—No tengo otra opción —respondo sin mirarlo. Mis dedos se deslizan por un libro de tapa gruesa—. Si Elijah ti