Por Delfina

Gastón me había comentado por teléfono, que Camila estaba engripada y con un poco de temperatura, sentí que me hubiese gustado cuidarla y mimarla, pero no era el momento, no hace tanto que salimos.

Ni siquiera la madre de Gastón debe saber que estamos juntos.

Mis sobrinas pasaron por el salón de té y me preguntaron si se podían quedar a dormir en mi casa, saben que conmigo tienen un poco más de libertad y de todos modos están en esa edad en la que quieren salir, tener cierta independencia pero siguen siendo pequeñas.

Cuando se quedaban conmigo, aparte de escuchar juntas la música que nos gustaba a las tres, charlabamos de todo un poco y lo hacíamos abiertamente, me contaban sobre los chicos que les gustaban y yo no ponía el grito en el cielo, como mi hermana y tampoco las juzgaba cuando me contaban que querían tener novio, aun siendo pequeñas.

Les aconsejaba, les decía que esperen, que no tengan prisa, que se concentren en el colegio.

Terminaban pintándose con mis cosmétic