Denia se dirige a su habitación considerando que su hermana ya tendría que estar volviendo, ya han pasado tres días desde su partida, y si no vuelve pronto su padre podría comenzar a sospechar. Sólo ruega que haya sido capaz de cumplir con su objetivo, además que si tardan mucho más podría llegarse a saber de su engaño sobre la invasión desde la frontera oriental. Si no tiene noticias de su hermana todo podría echarse a perder, su estrategia, su plan, su venganza, todo habría sido en vano.
—¿Qué es eso? —exclama la muchacha al entrar en su habitación y ver una daga plateada sobre su lecho, no necesita mirarla dos veces para reconocerla, tiene grabada en su mente esa arma desde que su padre la utilizó en el sacrificio de su primogénito. ¿Pero cómo ha llegado hasta allí? ¿Qué querrá decirle Tahora con eso?—Princesa Denia, su padre ha ordenado que se presente ante él en la sala del trono —informa un guerrero parado en la entrada de la habitación sobresaltando a la—¿Kaitu ha muerto? ¿Cómo fue eso posible? —interroga Veida sintiendo una presión en el pecho al recibir la noticia de la caída de su gran compañero y mentor.—Fue totalmente inesperado, el responsable debió ser un sobreviviente de nuestros atacantes. Si yo no hubiese estado presente probablemente ni siquiera nos habríamos enterado de lo que le sucedió —lamenta Erpo con la cabeza gacha ante la inesperada aparición de su líder.—Sé que si hubieses podido lo habrías defendido con tu vida, este será un gran golpe para todos nuestros hombres. Él era la personificación de lo que un guerrero Hazudo debe ser, se merece que durante este día lo honremos sin hacer ninguna otra cosa —determina el líder con pesar ante la muerte del hombre que fue como un segundo padre para él.—¿No sería más conveniente avanzar ahora que la tormenta ha amainado? —interroga el joven guerrero sintiendo que ya no es capaz de seguir detenido sin hacer nada.—El dolor de es
—Así que luego de haber intentado razonar con el Jefe Nagutu y no ser escuchado, mi padre tomó la determinación de marcharse de allí junto a aquellos que eran capaces de ver la inminente ruina de nuestra tribu. Algo que tuvo el apoyo de Ganeyra, nuestro guardián, quien cuando estábamos siendo perseguidos intervino para que no nos alcanzarán —relata Sayo caminando junto a Tekay a través del bosque.—¿Hizo eso? Cuanto más sé de tu padre, más admiración siento por él, ya veo porque todos lo recuerdan con tanto cariño —exclama el cazador considerando que le hubiese gustado conocer a ese hombre que hizo cada sacrificio posible por el bien de su gente.—Sí, él no solo les dio la libertad de un líder tirano, sino que también fue capaz de brindarles un lugar seguro en el que vivir, y aún mientras lo gobernó, siempre lo hizo de manera justa. Su sueño consistía simplemente en hacer feliz a su pueblo, desde que se levantaba al amanecer hasta el ocaso recorría la tribu fij
—No puedo evitar sentirme responsable por la muerte de esa anciana, no dejo de pensar que si no le hubiese dicho eso de Tekay o hubiese hallado la manera de decírselo de otra manera, ella aún podría estar entre nosotros —lamenta Juhión con la cabeza gacha sintiendo la carga de la muerte de esa anciana que era de las más antiguas de la tribu.—No tienes razón alguna para llevar esa carga, esa anciana murió con el corazón roto porque tanto su hijo como su nieto sólo trajeron deshonra a su familia. De hecho considero que ha sido un acto de misericordia por parte del Gran Espíritu que se la llevara para que no siguiera sufriendo esa vergüenza —determina el chaman mirando con preocupación las frutas que el hombre está descartando.—He tratado de convencerme de eso, pero no ha traído paz a mi alma. Incluso a mi no aún me cuesta trabajo creer que Tekay se haya convertido en eso —murmura el hombre cuyo dolor se refleja en su rostro ojeroso y cansado.—Ha sid
Denia suelta un suspiro de cansancio en medio de su habitación, no esperaba que las cosas se dirigieran al punto en el que ahora se encuentran. Por alguna razón había considerado que los Jefes de las tribus del norte no los traicionarían a acusándolos ante su padre, pero ahora por no haberlo previsto, su hermana será ejecutada públicamente, puesta por ejemplo de lo que les sucede a quienes desafían el poder del Emperador.—Pero al menos nos iremos de este mundo llevándonos con nosotros a ese maldito bastardo, eso puedo prometértelo Cappoli —susurra la muchacha escondiendo en su vestido negro la daga de Tahora.—¡Princesa, su padre ha pedido que la escoltemos hasta la plaza! —anuncia un guerrero parado en el umbral de la puerta.—¿Acaso teme que me escape? —reclama Denia con irritación.—Son las órdenes que he recibido, princesa —responde el guerrero con el rostro inexpresivo.La princesa sabe que no tiene sentido armar un berrin
Ferza abre los ojos con pereza al sentir algunos rayos de luz filtrándose por la choza dándole directamente en los ojos, al sentir el brazo de Veida rodeándola esboza una sonrisa. Cuanto tiempo esperó para poder estar de esa manera, e incluso estuvo a punto de creer que jamás pasaría, pero finalmente ha sucedido. Ya lo único que puede pedir es que esa guerra termine para que puedan volver a la tribu y seguir disfrutando de su amor allí, sin tener que temer de enemigos o de la muerte acechando.—Una pareja realmente adorable —murmura una voz femenina que provoca un escalofrío en la muchacha.—¡Veida, Veida, despierta, ella está aquí! —alarma la mujer sentada en la cama mientras sacude a su amante, pero por más que lo intenta no recibe ninguna respuesta por parte de él.—No te molestes, él no te escuchará, esta es una conversación privada de mujer a mujer —dice Tahora con voz divertida.—¡Yo no tengo nada que hablar contigo, adem
—¡Esas son las huellas de un conejo! —exclama Sayo con seguridad después de un buen rato en el que Tekay le ha estado enseñando sobre reconocer los rastros de los animales.—¡Muy bien! Aprendes rápido —responde el cazador bastante conforme de la habilidad de su nueva alumna.—¡Sí, sí, lo hice! —festeja la muchacha dando saltos de alegría.—Si el conejo estaba cerca, ahora debe estar en la otra punta del bosque con esos gritos —advierte Tekay sin poder evitar esbozar una sonrisa ante la explosión de alegría de su compañera.—No me molesta, he cazado algo mucho mejor —murmura Sayo mirándolo con los ojos brillosos.—¿Qué has cazado? —pregunta el muchacho arqueando una ceja con curiosidad al no ser capaz de comprenderlo.—He cazador una sonrisa tuya, y creo que eso tiene mucho más valor que un conejo —confiesa la mujer manteniendo una sonrisa de satisfacción en sus labios.—Nunca te das por vencido, ¿Verdad? —c
—No puedo creer que hayamos vuelto a esto, creí que luego de la guerra entre las cuatro grandes tribus ya no volveríamos a tener la necesidad de luchar de nuevo —comenta Juhión a su compañero mientras marchan a través del bosque Fuhure.—Ya estamos viejos para esto, uno creería que después de haber luchado en esa guerra ya no dejarían vivir en paz el resto de nuestra vida —coincide su compañero con una expresión de fastidio en el rostro.—Creo que desde entonces no he vuelto a usar un arco, espero no haberme oxidado demasiado —comenta Juhión preguntándose si será capaz de defenderse en el campo de batalla.—Y encima debemos enfrentar a los Nagutu, sus venenos son letales, y esta vez ni siquiera contamos con Tebiu, él era el único capaz de salvar a quienes eran envenenados —susurra el hombre con temor ante esa desventaja.—Tebiu… cuanto lo hecho de menos, ¿Crees que este sea realmente responsabilidad de su hijo? —cuestiona Juhión en un susu
—Por fin despiertas Denia, me tenías muy preocupada —murmura Cappoli con una sonrisa dulce en los labios.—¿Cappoli? ¿Tú estas bien? —interroga Denia tratando de levantarse de la cama.—¡No, no te esfuerces! ¡Aún estás muy débil, así que tienes que seguir recostada! —reclama la mujer ayudando a su hermana a acostarse nuevamente.—Pero… no lo entiendo... ¿Cómo llegaste a aquí? ¿Qué me pasó? —interroga Denia incapaz de recordar siquiera en qué momento perdió la conciencia.—El Jefe del Norte me liberó, y cuando me acerqué a ti tú estabas desmayada, tal vez sea por la herida que te hizo esa daga —murmura Cappoli mirando el vendaje que le ha hecho para detener el sangrado.—Esa daga, ni siquiera sé cómo fue posible que me hiciera daño —comenta la muchacha que prefiere no mencionar de quién la recibió.—Eso no tiene importancia, lo único que me importa es que mi hermanita está bien. Lo único que lamento es lo mucho que te