Sayo mira con tristeza el tronco semiquemado en el que se puede distinguir la forma del rostro de su padre que se ha vuelto párate de la madera del árbol, al pie del cual los dolientes han dejado ofrendas de comida y arreglos de flores. Cada persona en la tribu ha salido al exterior para llorarle, para honrar su memoria, y el hecho de que se hayan atrevido a dejar la seguridad de su refugio da cuenta del gran amor que le tenían. Aunque no cree que pudiese ser mayor al que tiene ella, ni que el dolor que expresan en sus rostros mojados por las lágrimas pueda compararse al que le estruja el corazón.
—Querida, lamento tu perdida. Tu padre fue un gran hombre, respetable en todo sentido, un líder valiente que nos brindó este lugar seguro, que construyó un futuro para nuestro pueblo y para su familia. Y aunque sé que las palabras no son capaces de mitigar tu dolor, ten presente que todos estamos para ti y tu madre, puedes contar con nosotros —asegura una anciana abrazandoDenia se dirige al palacio de su padre contemplando satisfecha el revuelo que hay entre los hombres de su padre, lo cual le indica que el mensaje de la invasión desde el oriente ya ha llegado, y por ende se ha ordenado una rápida movilización del ejército. Aunque la muchacha quiere enterarse de primera mano las decisiones de su padre, unas vez que la tenga se pondrá en contacto con su hermana para indicarle el momento oportuno para el ataque del norte. Lo cierto es que también ha considerado la posibilidad de establecer contacto con Ferza, pero al no tener idea de las razones que han provocado la invasión de los Hazudos, no puede arriesgarse a revelar su estrategia. Aunque tiene la plena certeza de que su hermana sigue con vida y que está estás tierras, solo debe ser paciente y esperar el momento oportuno para encontrarse con ella.—Padre, ¿Qué está sucediendo? ¿Qué es todo esté alboroto? —pregunta la muchacha fingiendo sorpresa ante el movimiento de guerreros.—
Kaitu observa parado fuera del campamento la tormenta que se ha detenido tan repentinamente como ha comenzado, con las manos cruzadas detrás de la espalda intenta comprender que ha llevado a eso. ¿Puede ser que Veida haya conseguido detener al responsable de la tormenta, o simplemente es el aviso de que el líder Hazudo ha muerto, y por ende se han liberado del incitador de esa guerra? La verdad es que no está muy seguro de la decisión que tomará, cree que ya ha esperado el tiempo suficiente a su líder, y mientras la nieve de los restos de la tormenta los siga manteniendo asilados de un posible ataque desde el norte, resulta el momento oportuno para una huida.Aunque no le gusta la idea de que se hayan llevado a cabo tantos sacrificios solo para volver a sus hogares, y mucho menos habiendo dado una razón para posibles represalias en el futuro. Lo cierto es que ha caído sobre su espalda la gran carga de tomar
—Ese bastardo casi te mata, tienes suerte de haber podido volver con vida. ¡Aunque bien merecido te lo tienes por no haberme obedecido! —reclama el chaman tratando la herida en el brazo de su hijo.—Sí no hubiese ido no tendrías idea de en lo que se ha convertido ese maldito, ¿Cómo rayos es posible que pudiese transformarse en esa cosa? —reclama Kopuru haciendo una mueca de dolor.—Solo puedo pensar en que Colmillo blanco tuvo que haber hecho algo, de alguna manera debió transferir parte de sus poderes al muchacho. Es una complicación en cierto punto, o quizás no, con Mahal muerta no creo que tenga razones para volver a este lugar —comenta el anciano preguntándose cómo es posible que Shakra haya permitido que eso sucediera.—¿Es todo lo que dirás? ¿Piensas dejarlo escapar después de haber traicionado a nuestra gente y haber intentado asesinar a tu hijo? —cuestiona el muchacho con el rostro enrojecido por la rabia.—Lo que menos necesito en est
—Lo primero que deberemos hacer antes de decidir si puede quedarse en nuestra tribu es presentarlo ante los ancianos —señala Trego sin quitar la mirada del extraño que ha llegado hasta su territorio.—Eso es verdad, aunque dudo mucho que no lo permitan, creo que ya puedes dar por sentado que este será tu hogar por algún tiempo —indica Sayo restando importancia al asunto.—Me parece lo correcto, sobre todo si han tenido un enfrentamiento hace poco —acepta Tekay asintiendo con la cabeza.—Deberemos vendarte los ojos, el lugar en el que tenemos nuestra tribu es secreto, y hasta no se reprobado por los ancianos no podemos arriesgarnos a revelarse su ubicación —señala Trego con recelo molestándole la insistencia de su amiga para que el extraño se quede.—¿Te refieres a la tribu detrás de la cascada? —murmura el Fuhure provocando una expresión de asombro en ambos jóvenes.—¿Cómo lo supiste? —pregunta la muchacha abriendo sus ojos con sorpr
Denia se dirige a su habitación considerando que su hermana ya tendría que estar volviendo, ya han pasado tres días desde su partida, y si no vuelve pronto su padre podría comenzar a sospechar. Sólo ruega que haya sido capaz de cumplir con su objetivo, además que si tardan mucho más podría llegarse a saber de su engaño sobre la invasión desde la frontera oriental. Si no tiene noticias de su hermana todo podría echarse a perder, su estrategia, su plan, su venganza, todo habría sido en vano.—¿Qué es eso? —exclama la muchacha al entrar en su habitación y ver una daga plateada sobre su lecho, no necesita mirarla dos veces para reconocerla, tiene grabada en su mente esa arma desde que su padre la utilizó en el sacrificio de su primogénito. ¿Pero cómo ha llegado hasta allí? ¿Qué querrá decirle Tahora con eso?—Princesa Denia, su padre ha ordenado que se presente ante él en la sala del trono —informa un guerrero parado en la entrada de la habitación sobresaltando a la
—¿Kaitu ha muerto? ¿Cómo fue eso posible? —interroga Veida sintiendo una presión en el pecho al recibir la noticia de la caída de su gran compañero y mentor.—Fue totalmente inesperado, el responsable debió ser un sobreviviente de nuestros atacantes. Si yo no hubiese estado presente probablemente ni siquiera nos habríamos enterado de lo que le sucedió —lamenta Erpo con la cabeza gacha ante la inesperada aparición de su líder.—Sé que si hubieses podido lo habrías defendido con tu vida, este será un gran golpe para todos nuestros hombres. Él era la personificación de lo que un guerrero Hazudo debe ser, se merece que durante este día lo honremos sin hacer ninguna otra cosa —determina el líder con pesar ante la muerte del hombre que fue como un segundo padre para él.—¿No sería más conveniente avanzar ahora que la tormenta ha amainado? —interroga el joven guerrero sintiendo que ya no es capaz de seguir detenido sin hacer nada.—El dolor de es
—Así que luego de haber intentado razonar con el Jefe Nagutu y no ser escuchado, mi padre tomó la determinación de marcharse de allí junto a aquellos que eran capaces de ver la inminente ruina de nuestra tribu. Algo que tuvo el apoyo de Ganeyra, nuestro guardián, quien cuando estábamos siendo perseguidos intervino para que no nos alcanzarán —relata Sayo caminando junto a Tekay a través del bosque.—¿Hizo eso? Cuanto más sé de tu padre, más admiración siento por él, ya veo porque todos lo recuerdan con tanto cariño —exclama el cazador considerando que le hubiese gustado conocer a ese hombre que hizo cada sacrificio posible por el bien de su gente.—Sí, él no solo les dio la libertad de un líder tirano, sino que también fue capaz de brindarles un lugar seguro en el que vivir, y aún mientras lo gobernó, siempre lo hizo de manera justa. Su sueño consistía simplemente en hacer feliz a su pueblo, desde que se levantaba al amanecer hasta el ocaso recorría la tribu fij
—No puedo evitar sentirme responsable por la muerte de esa anciana, no dejo de pensar que si no le hubiese dicho eso de Tekay o hubiese hallado la manera de decírselo de otra manera, ella aún podría estar entre nosotros —lamenta Juhión con la cabeza gacha sintiendo la carga de la muerte de esa anciana que era de las más antiguas de la tribu.—No tienes razón alguna para llevar esa carga, esa anciana murió con el corazón roto porque tanto su hijo como su nieto sólo trajeron deshonra a su familia. De hecho considero que ha sido un acto de misericordia por parte del Gran Espíritu que se la llevara para que no siguiera sufriendo esa vergüenza —determina el chaman mirando con preocupación las frutas que el hombre está descartando.—He tratado de convencerme de eso, pero no ha traído paz a mi alma. Incluso a mi no aún me cuesta trabajo creer que Tekay se haya convertido en eso —murmura el hombre cuyo dolor se refleja en su rostro ojeroso y cansado.—Ha sid