Amelia. Sabía que era un sueño, seguro que era un sueño, uno de esos malditos sueños eróticos y calientes que me llevaban asaltando, y siempre con ese hombre, desde hacía ya años, mucho antes de que, en esa tarde aciaga y decidida, ese pervertido y candente sueño se volvió estúpido y soso, ante lo que sentí cuando me golpeó la realidad. También provocó que, lamentablemente, para mi paz mental, se multiplicaran los calientes y desatados sueños, por mil, y que incluso aparecieran cuando estaba despierta, enrojeciéndome y calentándome por entera, motivado porque ya conocía cual era el sabor de sus labios y de su cuerpo, el tacto de su piel, y la fuerza de sus músculos, sobre todo porque ahora tenía el conocimiento exacto, y enloquecedor, de saber lo que se sentía cuando lo tenía dentro de mí. Lógicamente al ser un sueño, y por ser lo único que mi orgullo y mi testaruda mente, no controlaba, me dejé llevar, al principio quiero recordar, dentro de la dificultad que tiene recordar un su
Amelia. -” Espero que tengas la mejor excusa del mundo para haberme dejado colgada veinticuatro horas sin saber de ti, y cuando digo la mejor de la excusa me refiero a un accidente o herida mortal, aducciones extraterrestres, una guerra mundial, salvar al mundo...”- comencé a decirle enfada cuando al fin localicé, dos horas después. Esa fatídica mañana en el ático de mi traidor hermano, con un despertar que sobre pasaba la clasificación R, de donde aproveché para huir, nada más arreglarme, y antes de que un conquistador malditamente atractivo, sexy, y desde luego muy tentador, pero tremente gilipollas, por no hablar de alterante, bajara a desayunar. Sabía que había sido una acción cobarde, pero que podía hacerle, tras llamar esa mañana a la desaparecida Betty Boo, sin obtener respuesta, luego me puse en contacto con el idiota del Rey Arturo, para reclamarle que no me hubiera avisado que ya el ático estaba ocupado por el hombre que con sólo mirarme me alteraba, para lo cual solo re
Amelia.-” ¿Y tú te llamas amiga? No puedes hacerme esto.”- le dije fuera de mí, ante lo que esa maldita me acaba de contar. -” No puede ser, Earhart, Rowdy sólo estar&
Angus. -” Señor tiene una visita no agenda, pero si muy importante, desde recepción, me acaban de avisar que su hermana, y la señorita Miller, se encuentran en la recepción esperando su autorización.”- me dijo mi asistente. Sus palabras como había pasado esa mañana, cuando me despertaron las avariciosas y tentadoras manos de esa desatada Amazona en mi cuerpo, hicieron que la tensión que llevaba controlando desde que sentí ese tacto en mi pecho, y al que casi cedo con entrega absoluta, me golpeó de nuevo. -” Diles en la recepción que las dejen pasar, y por favor tráenos café, y...abundante comida, ni siquiera he almorzado.”- le dije tratando de mantenerme tranquilo, al mismo tiempo que miraba el reloj comprobando que ya eran casi las tres de la tarde y estaba muerto de hambre, algo que, teniendo cerca a la apetitosa Amelia, era muy peligroso. Asi de trastornado me tenía esa mujer, con tal de controlar la tensión y la locura al que ella me sometía, me había sumergido en el trabajo,
Amelia. -” Ni se te ocurra descubrirte, o quitarte la chaqueta, Amazona, o te prometo que te besare tan apasionadamente que ni podrás pensar, sin importarme que estemos delante de mi hermana, o de cualquiera que entre por esa puerta.”- le oí decir cerca de mí oído, mientras ese olor maldito me inundaba, y su mirada retadora me incitaba a desobedecer. De nuevo, la rebelde que ese hombre había sacado de mi interior, hace tres años, se manifestó, le devolví la mirada con ganas de golpearlo, mientras mis puños se cerraban fuertemente sobre la chaqueta que ahora me cubría las piernas, con clara intenciones de lanzar esa prenda lejos para demostrarle que no me controlaba, que no iba a obedecerlo, solo mis muñecas sujetadas por sus manos, era lo que me lo impedía. Si ese hombre quería guerra, estaba perfectamente preparada para dársela, la tensión entre los dos creció, ninguno de los dos pensaba ceder, mientras nuestras miradas mostraban el reto y la resolución de ir a por todas, de los d
Narrador. -” Señorita Jonker, ya está todo preparado, incluso los medios están citados para para la hora prevista, hemos anulado durante dos horas las cámaras del pasillo, y del ascensor.”- le dijo el fiel asistente de Carlijn Jonker. -” ¿Has recibido lo resultados de del tratamiento a la que me he sometido este mes? De él depende que nos hagamos con el conglomerado Campbell – Blake.”- le pregunto la empresaria holandesa a su asistente. -” Si presidenta, según los resultados, la efectividad de que nuestro plan salga bien, a la primera, en expensas de que señor Angus no tenga algun problema médico, es de un cien por cien.”- le respondió su fiel perro guardián. -” Bien quiero que revises personalmente todo, una vez más, no quiero errores, esta noche, todo debe salir perfecto, y por cierto asegúrate que los estilistas que contratamos estén a su hora prevista, listos, nada puede salirse del plan original.”- le dijo Carlijn sin tan siquiera mirar a su asistente, mientras revisaba el c
Angus. -” ¿Qué demonios te pasa, Aniquilador? He visto asesinos sanguinarios de películas Slasher, que tienen una mirada menos terrorífica que la tuya en estos momentos. Estas provocando que todos los camareros huyan despavoridos pensando que han hecho algo malo, por tu culpa llevo quince minutos con mi copa vacía.”- dijo Gavin con un suspiro de resignación. -” ¿Crees que eres gracioso? Te doy consejo, como amigo, profesionalmente, no te dediques a hacer comedias, eres mal actor para eso.”- le dije dando un sorbo brusco a mi copa con la actitud más borde y arisca que tengo. Gavin sólo me miró sonriendo, sabía que el famoso actor, y director de cine, ni me tomaría en cuenta, tiene la suficiente seguridad en sí mismo, por no hablar de un ego desbordante, como para tomarme en serio. La verdad es que la culpa no la tiene él, desde esta mañana, y tan solo después de un día y medio de tregua, donde prácticamente tratábamos de ignorarnos para no meternos en problemas, mientras convivíamo
Amelia. -” ¡Me voy! ¡Estoy harto de tus payasadas, Amelia! Cuando regrese, los quiero a todos, fuera, no me dejáis trabajar, esto no es lo que acordamos Amazona, estas invadiendo mi espacio, con tus estupideces. ¡Fuera! No lo repito más. ¡Los quiero fuera!”- Esto fue lo último que dijo el idiota de Angus, antes de salir del ático, dando un gran portazo, mientras yo me sentía furiosa, y no sólo porque reaccionara de esa manera, sino porque de nuevo, en estos casi dos días, había tirado por tierra mi loco plan de incitarlo hasta el punto de que no tuviera que ser yo la que diera el primer paso, para que nuestra relación se iniciara, asi que mi reacción furiosa, fue hasta justificada. -” ¡Eres un gilipollas, Angus Blake!, ¡Vete al infierno! Y voy a cambiar la cerradura, duerme en la calle, esta casa es de mi hermano.”- le grité a la puerta cerrada, aunque en realidad lo que sentía era unas inmensas ganas de llorar por la frustración que sentía. Seguro que pensareis que estoy totalme