Amelia.
-” ¿Y tú te llamas amiga? No puedes hacerme esto.”- le dije fuera de mí, ante lo que esa maldita me acaba de contar.
-” No puede ser, Earhart, Rowdy sólo estar&
Angus. -” Señor tiene una visita no agenda, pero si muy importante, desde recepción, me acaban de avisar que su hermana, y la señorita Miller, se encuentran en la recepción esperando su autorización.”- me dijo mi asistente. Sus palabras como había pasado esa mañana, cuando me despertaron las avariciosas y tentadoras manos de esa desatada Amazona en mi cuerpo, hicieron que la tensión que llevaba controlando desde que sentí ese tacto en mi pecho, y al que casi cedo con entrega absoluta, me golpeó de nuevo. -” Diles en la recepción que las dejen pasar, y por favor tráenos café, y...abundante comida, ni siquiera he almorzado.”- le dije tratando de mantenerme tranquilo, al mismo tiempo que miraba el reloj comprobando que ya eran casi las tres de la tarde y estaba muerto de hambre, algo que, teniendo cerca a la apetitosa Amelia, era muy peligroso. Asi de trastornado me tenía esa mujer, con tal de controlar la tensión y la locura al que ella me sometía, me había sumergido en el trabajo,
Amelia. -” Ni se te ocurra descubrirte, o quitarte la chaqueta, Amazona, o te prometo que te besare tan apasionadamente que ni podrás pensar, sin importarme que estemos delante de mi hermana, o de cualquiera que entre por esa puerta.”- le oí decir cerca de mí oído, mientras ese olor maldito me inundaba, y su mirada retadora me incitaba a desobedecer. De nuevo, la rebelde que ese hombre había sacado de mi interior, hace tres años, se manifestó, le devolví la mirada con ganas de golpearlo, mientras mis puños se cerraban fuertemente sobre la chaqueta que ahora me cubría las piernas, con clara intenciones de lanzar esa prenda lejos para demostrarle que no me controlaba, que no iba a obedecerlo, solo mis muñecas sujetadas por sus manos, era lo que me lo impedía. Si ese hombre quería guerra, estaba perfectamente preparada para dársela, la tensión entre los dos creció, ninguno de los dos pensaba ceder, mientras nuestras miradas mostraban el reto y la resolución de ir a por todas, de los d
Narrador. -” Señorita Jonker, ya está todo preparado, incluso los medios están citados para para la hora prevista, hemos anulado durante dos horas las cámaras del pasillo, y del ascensor.”- le dijo el fiel asistente de Carlijn Jonker. -” ¿Has recibido lo resultados de del tratamiento a la que me he sometido este mes? De él depende que nos hagamos con el conglomerado Campbell – Blake.”- le pregunto la empresaria holandesa a su asistente. -” Si presidenta, según los resultados, la efectividad de que nuestro plan salga bien, a la primera, en expensas de que señor Angus no tenga algun problema médico, es de un cien por cien.”- le respondió su fiel perro guardián. -” Bien quiero que revises personalmente todo, una vez más, no quiero errores, esta noche, todo debe salir perfecto, y por cierto asegúrate que los estilistas que contratamos estén a su hora prevista, listos, nada puede salirse del plan original.”- le dijo Carlijn sin tan siquiera mirar a su asistente, mientras revisaba el c
Angus. -” ¿Qué demonios te pasa, Aniquilador? He visto asesinos sanguinarios de películas Slasher, que tienen una mirada menos terrorífica que la tuya en estos momentos. Estas provocando que todos los camareros huyan despavoridos pensando que han hecho algo malo, por tu culpa llevo quince minutos con mi copa vacía.”- dijo Gavin con un suspiro de resignación. -” ¿Crees que eres gracioso? Te doy consejo, como amigo, profesionalmente, no te dediques a hacer comedias, eres mal actor para eso.”- le dije dando un sorbo brusco a mi copa con la actitud más borde y arisca que tengo. Gavin sólo me miró sonriendo, sabía que el famoso actor, y director de cine, ni me tomaría en cuenta, tiene la suficiente seguridad en sí mismo, por no hablar de un ego desbordante, como para tomarme en serio. La verdad es que la culpa no la tiene él, desde esta mañana, y tan solo después de un día y medio de tregua, donde prácticamente tratábamos de ignorarnos para no meternos en problemas, mientras convivíamo
Amelia. -” ¡Me voy! ¡Estoy harto de tus payasadas, Amelia! Cuando regrese, los quiero a todos, fuera, no me dejáis trabajar, esto no es lo que acordamos Amazona, estas invadiendo mi espacio, con tus estupideces. ¡Fuera! No lo repito más. ¡Los quiero fuera!”- Esto fue lo último que dijo el idiota de Angus, antes de salir del ático, dando un gran portazo, mientras yo me sentía furiosa, y no sólo porque reaccionara de esa manera, sino porque de nuevo, en estos casi dos días, había tirado por tierra mi loco plan de incitarlo hasta el punto de que no tuviera que ser yo la que diera el primer paso, para que nuestra relación se iniciara, asi que mi reacción furiosa, fue hasta justificada. -” ¡Eres un gilipollas, Angus Blake!, ¡Vete al infierno! Y voy a cambiar la cerradura, duerme en la calle, esta casa es de mi hermano.”- le grité a la puerta cerrada, aunque en realidad lo que sentía era unas inmensas ganas de llorar por la frustración que sentía. Seguro que pensareis que estoy totalme
Amelia. -” Perfecto, casi lo logramos, ha sido una muy buena reacción, creo que la mejor.”- dijo de pronto Gred con ese tono afeminado que usa, muy acentuado, cuando estaba feliz, haciendo que lo mira como si estuviera loco. -” ¿No sé dónde vez que el plan ha funcionado, ¿Es que no has visto como se ha puesto? Parecía que la culpable de todo fuera yo.”- le dije en forma de queja. Me movía incomoda con ese caro y exhibicionista vestido que me había puesto, para ver estallar como un fuego artificial, al idiota de Angus, a pesar de que cada uno de los vestidos y los tacones a juego, habían sido para mí, una pequeña tortura, que había sobrellevado, pensando que era por una causa mayor, pero visto el resultado, definitivamente ahora era una autentico sufrimiento. -” Como fisioterapeuta serás un genio, pequeña Miller, pero en cuanto a la forma de actuar que tienen los hombres, en especial los hombres tan fuertes, como tu buenorro Angus, algo que, por otro lado, tendrías que estar acostu
Amelia. Casi no podía creer que esto estaba sucediendo, las manos me temblaban, y el dolor en el corazón era agudo, insoportable. -” ¡Nooo! ¡Él es mío! Suéltalo zorra.”- dijo una voz a gritos, desde mi interior. Esa voz fue la que me hizo avanzar en la dirección en que esos dos estaban, sabía que cuando llegara hasta Angus, probablemente lo iba a golpear con todas mis fuerzas, y lo más seguro que terminaría arrastrando a esa perra por el suelo, por no conocer cuál era su lugar, para mi lógica esa metida se estaba jugando la vida, pero todo cambió pronto, cuando los vi avanzar hacia la salida, algo me llamó la atención frenándome en mi avance, de forma que, luego descubrí, fue una acción, por mi parte, estúpida, y definitivamente, peligrosa. Mis conocimientos en fisioterapia me hicieron darme cuenta de que Angus no caminaba de forma normal, iba más bien de forma errática, y descontrolada, con las extremidades caídas, y sin fuerza, además su cabeza caía hacía delante, como si le cos
Angus. La sensación de que todo giraba a mi alrededor, junto a una maldita pesades que me embargaba, fueron los primeros síntomas de que algo no andaba bien, increíblemente mi mente percibía que esto no era normal, y quería buscar una solución, pero mi cuerpo, no recibí esa orden, no quería colaborar, simplemente se dejaba arrastrar por alguien, que yo sabía que, era el motivo de mi estado actual. Intentaba levantar la cabeza, que me caía inerte casi sobre el pecho, pero los malditos músculos de mi cuello habían decidido que no tenían la fuerza suficiente para hacerlo. Me tenía que conformar con intentar reconocer las imágenes que, veía en el suelo, sobre la moqueta, mientras caminábamos por los pasillos del hotel. La persona que me sujetaba era una mujer, y no muy fuerte, dada la dificultad que estaba teniendo al caminar, algo que, en mi estado normal, me hubiera sido hasta humillantemente fácil, hacia ella, poder desbaratar las intenciones que tuviera para conmigo, en ese momento