Sergio Mi vida está llena de obligaciones, de fotos, gente, trabajo, notas y prioridades. Cuando entras a cualquier trabajo y deseas hacerlo bien, pones una lista de cosas que debes hacer, pero, aquella número uno, la inquebrantable, es la que todo el mundo sabe es tu prioridad. Isabela y yo pasamos mucho tiempo juntos, entre el trabajo y nuestra vida personal, pero, no siempre es tiempo de calidad, no es una cita privada en el cine porque hay reporteros, no es un almuerzo a medio día porque hay paparazzi tomando foto en cada uno de nuestros bocados, no es un momento en el sofá porque hay amigos y familia que vienen a visitarnos y que quieren vernos. No le di importancia en el momento, pero en cuanto ella se fue y realizamos la última preparación de debate, pedí que me ayudaran a buscar artículos sobre mi futura esposa. Hay casi un millón de comentarios con respecto a su ropa, la forma en la que toma el café, las llaves y el celular, también hay demasiados comentarios sobre la di
Isabela Es momento de bajarse del auto y Sergio me mira a los ojos. El chofer nos abre la puerta y mi prometido me da un beso y me mira a los ojos. —Yo dejo todo por ti, dime lo que quieres. —Tu mamá me ha enviado cien pasteles de bodas, quieres que se muera. —Puede que no quiera que se muera, pero, sí quiero hacer lo que nos haga más felices. —Te amo, ahora baja el culo de este auto —Los dos reímos y salíamos del auto tomados de la mano. Sergio aparece decidido no soltarme ni para saludar a alguien, vamos poco a poco conversando y presentándonos con diferentes grupos hasta llegar a la mesa en la cual está mi familia. —Después dicen que no soy guapo, miren a esa mujer que he hecho yo —dice mi papá y todos ríen. —Es la que menos se parece a ti—se queja Sebastian y todos ríen. Nosotros saludamos y a nuestros padres y tomamos asiento en nuestros lugares, pasa un mesero con una bandeja de champaña y Sergio toma un par de copas para ambos. Mi papá está discutiendo con sus amigos s
Isabela Sergio termina con su estallido de amenazas y veo rápidamente nuestro alrededor, todos miran a Westborn y a Sergio, mi novio extiende su mano hacia mí y caminamos juntos hacía Piedad, nos disculpamos por tener que irnos antes y ella se disculpa por lo que haya dicho o hecho su esposo. Nosotros le restamos importancia y salimos del lugar, esperamos nuestro auto y veo a Sergio el cual está serio todavía. —Gracias por defenderme. —No vas a enojarte. —Definitivamente, lo que voy a hacer va a salir en el periódico mañana —Él ríe y le tomo de cuello para obligarle a acercarse a mí, Sergio me mira a los ojos y se inclina un poco para besarme, le beso con todo el hambre y pasión que siempre sentimos, Sergio me responde de la misma forma hambrienta. Cuando nos separamos vemos el montón de flashes que tiran los fotógrafos a nuestro alrededor, Sergio les saluda y yo me río. —La noche es joven, cuéntame qué te apetece hacer. —Voy muy guapa para ir a comer a la calle. —Genial, qué te
Isabela Los dos se ríen y mi papá le pregunta en cuál sala puede reunirse con Sergio y con ella para ver los detalles que hacen falta. Mi amiga se adelanta y mi papá me mira serio. —Amarilis podría ser mi hija. No le haría eso a tu madre y tampoco a ti. —Me guiña un ojo y continua con sus deberes. Mi amiga y mi papá se ríen antes de ponerse a trabajar. Saben que las campañas son absorbentes cuando estás intentando orinar y alguien va hablándote por el teléfono mientras la persona afuera escribe un mensaje desde tu celular. Lo peor es que no me ha salido nada. La vida es demasiado acelerada y yo obligo a la asistente de Sergio a encontrarle un espacio para hacer una comida completa al día, ejercitar y descansar un fin de semana al mes. Mi prometido me mira a los ojos. Y me sonríe cuando salgo del baño. —¿Tú cagas? —le pregunto a Sergio porque toda la presión de la campa debe estar sobre él. —Sí, ¿tú? ¿tienes problemas digestivos?—No mi amor, tengo problemas para orinar —Sergio m
Isabela Caminamos en silencio hacia el edificio. Sergio y yo esperamos el elevador, mi prometido espera a que estemos en el interior y afortunadamente estamos solos, él se gira y me mira a los ojos para luego decir: —A mí me gustan estos casi cuarenta minutos comprando café y tonteando contigo.—A mí me gustas tú. Después del chisme me doy de baja. Necesito descansar, es viernes y creo que es mejor que vayas al debate con Amarilis —Respondo y le doy un beso antes de subir el elevador. —¿No vas a estar entre la audiencia?—pregunta.Las puertas del elevador vuelven a abrirse y le respondo que estoy demasiado cansada, pero, puedo estar pendiente al celular, así como al televisor y cada una de sus respuestas. Anunciamos que hay café para todos y que es momento de chisme, todos nos ven como si estuviéramos locos y les da vergüenza tomar café. Sergio comienza a llamar nombres y a saludar a las personas que trabajan para nosotros. Le pregunta al conserje sobre su hija y él responde q
Sergio No me hace falta ser genio o más intuitivo para entender que algo no va bien con Isabela, Yo siempre quiero morirme en estos eventos y ella siempre sabe qué cara poner la de: “soy una dama” y no me interesa” o “soy una perra y voy a comerte vivo”, independientemente de cuál, me da siempre la seguridad y la tranquilidad que me hace lograr ir a entrevistas y hablar apropiadamente a veces insultar al presidente del país. Es el primer debate público y ella no está aquí, algo tiene que estar tremendamente mal. Amarilis, me hace una seña para que ingrese. Veo la pequeña habitación muy bien iluminada. Ella me pasa un rol para quitarme pelos y suciedades, va a su bolsa y saca unos aceites, la dejo que me los eche hasta en las palmas de las manos y termina dándome una cacheta que me saca por completo de mis pensamientos. —Sergio, no pienses —me pide Amarilis. —Creo que tendremos que mudarnos después de las elecciones, si pierdo. —A mí me gusta aquí, me gusta Pablo, me gusta el c
Desde la televisión Mainviliana se escucha lo siguiente: Reportero: El debate ha empezado tan puntual como siempre, en la cabecera derecha tenemos al presidente y actual candidato. Gabriel Westborn II, el primer hijo del expresidente Gabriel Westborn, este hombre ha sido cuatro veces presidente de Mainvillage, así como el hijo de una dinastía de presidentes, es tradición Mainviliana que los Westborn estén a la cabeza del país. Reportera: Claro, es la tradición, pero con la modernización obviamente vienen los cambios. Por eso a la izquierda tenemos el contrincante fundador Sergio Smith, el hijo mayor del dueño de los bancos Caine. Pertenece a una dinastía de familias fundadoras y si revisamos su apellido legal: Sergio Sebastian Caine Smith Burwish Pieth, no pertenece a una, sino a tres de las familias más ricas de este país, pronto se casará con Isabela Burwish, es que la realeza Mainviliana se casa entre realeza —bromea la mujer. Reportero: No juzgo a Sergio, Isabela es guapísima
Reportera: La gente en sus asientos comenta y es necesario que nosotros digamos algo al respecto. Los candidatos lo llevaron a un plano sentimental porque eso ayuda a empatizar con el pueblo. Unos van a entender a Westborn, los padres que lo han dado todo para que sus hijos tengan excelentes oportunidades. Otros a Fabián, los hijos que han sido padres de sus hermanos y el pueblo está votando como locos por Gordon porque creen en que este país tiene la capacidad de cambiar de afuera hacia dentro de casa presidencial. Reportero: Sergio Smith me gusta la campaña de sinceridad. En serio viste su entrevista pública o el día de hoy les voy a caer bien otras veces no, pero, parece un tipo que es capaz de pelear con garra y seamos honestos. El país necesita cambios drásticos, estamos cuarenta años rezagados en educación, en tecnología, en seguridad, estamos nulos. Así que por qué no el tipo que tiene los pantalones bien puestos y no tiene miedo a decir lo que es, aunque duela. Sergio se ha