Sergio Isabela cree que todo está pinchado y llama a los otros jefes de campaña, solicita que todos nos quedemos en nuestras casas y que aumenten la seguridad policial. Alerta a la policía y pide acceso a las cámaras de vigilancia de la ciudad de inmediato. Bash y nuestro equipo de trabajo vienen directo a hacer un barrido de la casa, teléfonos y toda clase de dispositivos. Isabela está sentada haciendo preguntas a los papás de estos niños y ninguno parece dirigirla hacia algún tipo de grupo criminal. —La primera vez que secuestraron a su hija —intervengo. —¿cómo fue?—No hablamos de eso —responden Castro y su exesposa al unísono. —Es necesario—les indica Isabela. —Podría ser el mismo grupo criminal, ustedes pagaron, verdad. —Insiste Mei y la ex pareja comparte una mirada. Isabela y yo captamos que hay más de esa historia que no han compartido con nadie y ambos están de acuerdo en no compartirla con la señora Castro actual. Isabela se pone en pie y propone: —Mei porque no vas
Isabela Desde que entré a esta casa sentí que algo no iba bien y al inicio sospecha que era una trampa para nosotros, es casi imposible que una mañana solo pelee cuando sus hijos están desaparecidos y no cuestione o llore, lo peor es cuando tranquilamente responde que no se hace cargo de ellos. Por el otro lado, Elena es una mamá demasiada cuidadosa con su hija y Castro parece tener sentimientos por primera vez desde que le conocemos y todos y cada uno de ellos están dirigidos hacia sus tres hijos por igual. Sergio me ofrece un chaleco antibalas y le veo incómoda. —Yo soy más de ver y dirigir cosas desde un sitio apropiado. —El campo es muy divertido cuando no son tus hijos, aprenderás más cosas. —Definitivo, yo estuve en la milicia los primeros dos años de Mony y la experiencia fue fantástica. —Sí, porque no le tuviste que dar de mamar —Elena se pasa una mano por el rostro. —Me dolía y se me secó la leche muy pronto, esas mujeres estaban agradecidas y Mony era un bebé muy buen
Isabela Todos escuchamos a Castro mientras explica que él y su esposa habían estado en busca de propiedades en los extremos del país para cuando necesitaran un retiro y había un punto que le llamó mucho la atención a su esposa porque era exactamente el lugar por el cual los fundadores llegaron a Mainvillage y en lugar de tratarlo como un lugar histórico o lo tenían en el olvido, la compra se fue a la basura por la misma razón, no puedes comprar el punto más importante en la historia de un país. Lo habían visitado unos cinco años atrás mientras él estaba realizando los preparativos de su primera campaña política y de la calle Merced, te diriges hacia el norte y encuentras un aeródromo, punto desde el cual tardas aproximadamente 3 horas en llegar, lo cual es una buena dosis incluso de medicamentos para darles a los niños y para salir del país te queda también espectacular porque no hay vigilancia aérea en la isla. Castro de inmediato solicita que le den permiso aéreo para salir desde
Isabela en este tipo de situaciones hay dos opciones mantener la cabeza abajo y rezar porque no te maten o confrontar la situación. Ellos vuelven a cargar y los hombres de Sergio piden permiso para disparar. Yo me rehúso a ello porque matarles puede dejar a los niños con una mujer inestable que podría solucionar quemando la casa. —Me estás ahogando—le miento a Sergio y él se mueve un poco. —¿Cuál es el plan?Me pongo en pie y corro un par de pasos, los tres hombres me apuntan mientras siguen cargando. —Mi nombre es Isabela Burwish y quiero negociar, así que bajen las armas y vamos al interior. —Queremos a Castro —anuncia el del medio. —Y yo solo quiero a los niños, pero, tengo que comprobar que están vivos, que están sanos y le entrego a castro, por eso lo traje—miento con una sonrisa en el rostro mientras Sergio y Elena me preguntan si me he vuelto loca. Saco las dos armas que llevo los portadores y se las muestro. —¿Qué diablos estás haciendo —pregunta el presidente. Me ha
Sergio Isabela es inconsciente, irresponsable y mentirosa y planeo entrar en esa casa, sacarla y matarla con mis propias manos por ser tan irresponsable. Si ella sabe que hay bombas por balanza para qué putas se mete. En cuanto la puerta principal se cierra me pongo en pie y voy corriendo hacia uno de los grupos de mis hombres, me coloco bien el micrófono y les explico que tenemos que preparar una estructura aérea, para poder ingresar desde el techo, con una cierra eléctrica. —Sergio, tienen una balanza de peso, esta gente prefiere explotar. —A la mínima oportunidad disparamos—anuncio. —Tiene que ser a uno de los delincuentes, esto los va a obligar a abrirnos. —¿Cómo diferenciamos a los niños?—Bash, puedes usar cualquier cosa para tener visibilidad en la casa o con las armas ampliarlo. —Tengo una forma de escuchar, pero nadie le puede decir a mi hermana. —Pinchaste a Isabela?—le pregunto. —Siempre está haciendo mamadas como está, pensé, en un artículo que nunca se quita y es
Isabela Yo escucho la detonación al otro lado de la casa, y les pido a los niños no salir de la habitación ni moverse. Ellos asienten y tomo el arma de las manos de los otros dos hombres. Los reviso para asegurarme de que no puedan hacerles daño y cierro los ojos del primer asesinado. Luego, veo al rededor en busca de algún lugar de escape. pero en eso veo cableado que confirma que mis sospechas son ciertas, la casa está cubierta o rodeada por explosivos. —La casa puede estar construida sobre una bomba, intenten sacarle información a este —señalo al último disparado y Mony me ve impactada.Mao, por otro lado, se acerca al hombre a rastras y le aprieta la herida al hombre en el suelo, él gruñe y aprieta los dientes mientras el pequeño le mira a los ojos y pregunta con una sonrisa: —¿Entonces... cómo se desconecta? Castro tiene que trabajar seriamente en la personalidad de estos tres sádicos, pero no digo nada. Voy corriendo hacia el otro lado de la casa y estoy en búsqueda de inter
Isabela sale corriendo y gritando del interior de la casa, y todos la vemos hacer señas para que corran. Castro arrastra a sus hijos y yo voy en busca de mi prometida. Se escucha un balazo, finalmente hay una explosión que rosa la espalda de Isabela. Corre hacia mí y se tira al suelo, rueda para convertir las llamas, pero, ya no están en su ropa, solo la sensación de calor y adrenalina. La abrazo, la cubro con mi cuerpo y en el interior de la casa suena un disparo y liego vemos la explosión, el que estaba trabajando en el techo junto al que manejaba el helicóptero se ven afectados por las llamas, es imposible que esa mujer sobreviviera del suelo al cielo se ve una llama roja y gigante. Hay fragmentos volando por todos lados, todos nos quedamos en el suelo mirando el incendio en silencio. Castro abraza a sus hijos los cuales lloran desconsoladamente. Observo a Isabela quien da dos bocanadas de aire grandes mientras intenta no llorar, yo le paso la mano por la espalda y le digo que es
Sergio Isabela y yo vamos a su casa y su madrastra la deja olfatear a sus hermanos como si eso fuera normal, incluso se da el lujo de despertar a Sawyer para que él le abrace, su hermano menor le llena de besos, de amor, de cuidado y apoyo. Isabela necesita esto, estar en casa y darse cuenta de que ha pasado algo terrible, pero esta vez nuestra familia está a salvo y tenemos la oportunidad de busca una estrategia para que estos pequeñitos y todos los que nos rodean están salvaguardarlos.—¿Quieres quedarte a dormir aquí? —Tú estás bien, mi amor—pregunta y yo asiento, mi prometida me da un beso en los labios y me pregunta si quiero ducharme con ella. Sonrió y sigo a Isabela a su habitación, le ayudo a quitarse la ropa y ella hace lo mismo con la mía. Entramos en la cabina y ella abre la ducha de inmediato, el agua tibia roza mi piel. Isabela toman un jabón corporal con olor a rosas y florecillas. Ella me pasa el jabón por los hombros y yo tomo la botella con el champú, mi prometida