Isabela

Estoy cansada y me queda tanto por hacer estoy en el punto en el que ya n sé si hablé con alguien o no y me urge dormir bien, sin discusiones, sin preocupaciones, ojalá un masaje y buen sexo del que lo deja a uno en coma de la nube de felicidad.

Voy con un café hacia su oficina y su secretaria se disculpa para añadir otra revista de chismes en la que salimos. Pregunta si quiere que nos cancele las llamadas por unos minutos. Sergio le pide diez minutos conmigo y se disculpa para cerrar la puerta. Mi novio se quita los zapatos y la corbata y tira su saco en el piso, antes de pedirme que me acueste a su lado. Yo me quito los tacones y le hago caso, mientras pongo una alarma para un power nap.

—¿Ves como no hay privacidad?

—Lo sé—Dice y me da un beso en la frente. Sergio acaricia la espalda y le recuerdo sobre sus clases de preparación.

Sergio me ve, y la puerta de su oficina se abre, los dos miramos a la tía Lucrecia que pone un poco de cara de arrepentimiento. Nos pregunta si estamos
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