DaneNeah se había quedado dormida cuando regresamos. Había visto sus hombros temblar mientras lloraba en silencio, mientras mantenía su espalda hacia mí. Había elegido guardar silencio, sin saber qué decir o hacer para hacerla sentir mejor. Incluso Aero estaba perdido. La levanto y la llevo adentro. Ella no se mueve, no emite ningún sonido mientras observo su cara roja y llena de manchas. ‘¿Crees que ella esté llorando por él?’, pregunta Aero. ‘No sé. Ella dijo que no había sentido nada. ¿Quizás una reacción tardía? Ya sabes, debido al vínculo’.‘Podríamos decirle que es nuestra pareja, podemos reclamarla ahora. Ya es libre de ese imbécil’.‘No, creo que eso es lo último que quiera escuchar’.La coloco sobre la cama, le quito las botas y ella instintivamente junta las rodillas contra el pecho, dejando escapar un pequeño resoplido, como siempre hace cuando duerme. La miro por un rato hasta que recibo un enlace de Eric. ‘¡Necesitamos hablar!’.Parecía urgente. Quizás el gru
“¿Ha dicho algo?”.“Todavía no obtuve ninguna respuesta de él”. Eric suspira y me mira. “Creo que así es como se ven los lobos de Brillo Lunar”.“Llévenlo a los calabozos. Asegúrense de que esté bien atado. Haremos preguntas, hasta entonces, ¡que nadie se entere de esto!”, grito.“¿Qué hay de Neah?”, Eric pregunta.“¿Qué pasa con ella?” Lo fulmino con la mirada.Él cierra la boca, prefiriendo no responder.“Lleven a la bestia a los calabozos”, repito.Eric inclina la cabeza y vuelven a cargar a la bestia en el vehículo, llevándola hacia los calabozos.‘Ella no puede tener ese aspecto’, murmura Aero en mi cabeza. ‘No puede’.‘¿Por qué no dices nada?’, reclama Aero mientras regreso a casa.Las piezas empezaban a encajar. El hecho de que nunca había oído hablar de Brillo Lunar hasta que recibí la llamada. El secretismo de la manada. Como desaparecieron de repente y siguieron desapareciendo. Como Neah nunca los había visto en forma de lobo. El cómo la bestia se había escondido en
DaneMe giro hacia ella y me mira fijamente con esos grandes ojos azules. Su labio inferior temblaba un poco mientras esperaba mi respuesta. No quería que se fuera, pero ¿y si era una de esas bestias? ¿En qué me estaría metiendo?“Vas… ¿Vas a matarme?”, vuelve a preguntar.“No”. No importaba lo que ella fuera.Ella se aferra a la toalla que la envolvía, que estaba enganchada alrededor de sus muslos y que apenas la cubría.“Ponte esto”. Le paso la sudadera y los pantalones deportivos del armario. Preferiría que llevara menos ropa, pero lo hacía más fácil que estuviera cubierta.‘¡Porque eso va a detenerte!’, musita Aero.Le doy la espalda y dejo que se vista. “¿Por qué crees que quiero que te vayas?”.“Soy parte del contrato”. Esta vez no tartamudea, casi como si le resultara más fácil hablarme cuando no la estaba mirando.“Lo eras”, coincido, dándole la espalda. “Pero no pienso matar a una mujer inocente”.‘¡No te atrevas!’, me reclama Aero.“Si quieres irte, puedes hacerlo
”¿Qué carajo es un licántropo?”, dice Eric con brusquedad.“Exactamente lo que viste. Parte lobo, parte humano”. Sus ojos azules miran hacia los míos. “¿La sacaste?”.“¿Qué quieres decir con hermano verdadero?”, reclamo.“Neah solo tiene un hermano y no es Trey”.“¡No me jodas!”.“Te contaré todo”. Él estira sus brazos.“Serías el primero”, replico, perdiendo la paciencia.“No soy leal a Brillo Lunar. Soy un salvaje”, nos dice Devon.“¡Está jodidamente loco!”, Eric se enlaza conmigo.“¿Salvaje?”. Ese no era un término usado entre los lobos. O pertenecías a una manada o no lo hacías.“Rechazado por mi manada”, Devon murmura sin inmutarse.“Digamos que me estás diciendo la verdad, ¿cómo es que Neah no sabe quién eres?”.“De la misma manera en que ella cree que Trey es su hermano mayor”.‘No puedo distinguir si está mintiendo o no’, murmura Aero.Devon apunta a sus ojos. “Nuestros ojos, son idénticos, heredados de nuestra madre y de su madre y de su madre antes de ella”.“C
NeahSu rostro se arrugó en una mezcla de sorpresa y confusión. Puede que incluso hubiera un atisbo de enojo ahí. Pero yo solo quería saber a qué atenerme con él. Mi vida en Brillo Lunar, aunque insoportable, era predecible. Sabía lo que tenía que hacer y cuando tenía que hacerlo. Sabía que la gente vendría a mi habitación a golpearme. Sabía que la única comida que se me permitía eran las sobras, si las había. Aquí todo era una sorpresa. Me hablaban como si yo fuera uno de ellos.Lo había estado pensando mientras estaba sola. Tirando de cada hilo de conversación con Alfa Dane. Me había dicho que yo era la única a la que había querido marcar y que tal vez ahora que el contrato con mi hermano había terminado, estaría dispuesto a hacer un nuevo contrato conmigo.“¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres darme un heredero, nada más?”. Ahora podía oír su enfado.Bajo la mirada. “Es eso lo que quieres, ¿no? Alguien que te dé un heredero. ¿No era esa la idea de estos contratos con lobas? Entonc
”Bien, ahora que llegamos a un acuerdo, puedes venir conmigo”. Me tiende una mano, expectante, esperando pacientemente a que la tome.“¿A dónde me llevas?”, musito, una repentina ola de pánico me recorre.“Te dije que el entrenamiento empezaría cuando te hayas recuperado”.Caminando por los terrenos, mantiene su mano sobre la mía. No estaba segura de si intentaba decirme algo o no. Aunque no me importaba, su cálida mano era reconfortante.Mientras avanzamos, veo a Beta Eric parado afuera de un pequeño edificio sin ventanas y con una sola puerta y me pregunté en silencio a dónde llevaba.Alfa Dane empuja una puerta doble para abrirla, esta conduce a un gimnasio. Ya estaba lleno de hombres y mujeres sudorosos.“¡Todo el mundo afuera!”, ordena Alpha Dane.Uno por uno recogen sus cosas y salen del edificio hasta que solo quedamos nosotros dos.“Bien”, me guía hasta las colchonetas y me gira. “Haz un puño”.Hago una bola con la mano y él niega con la cabeza.“Levanta el pulgar”. E
Neah Se inclina sobre mí mientras presiono mi espalda contra la pared. Sus ojos se posan en los míos y bajan hasta mis labios. Hace un movimiento rápido y presiona sus labios contra los míos, y esta vez no me inmuto.Alfa Dane se aleja. “¿Confías en mí?”, pregunta con un tono gentil.“Sí”, susurro.“Podemos ir despacio”, me susurra, y mi cabeza se mueve de arriba a abajo, aceptando su oferta.Sus labios vuelven hacia los míos, me besa un poco más fuerte y sus manos se posan en mis caderas.Se separa de nuevo y otra vez asiento levemente con la cabeza, deseando que continúe.Esta vez, sus labios me besan suavemente en el cuello hasta la clavícula. Cada beso es como si mi piel recibiera pequeñas descargas eléctricas.Él retrocede, sacame del cubículo hacia las duchas.Me empuja contra la pared y me sube la sudadera por la cabeza, llevándose también el chaleco y dejando que mis pechos cuelguen libremente. Se apresura a llevarse un pezón a la boca, arrastrando los dientes por él
Dane Ella había vuelto a estar a la defensiva.Apenas hablaba y, cuando lo hacía, era un “si”, un “no” o aquella frase que odio: “Estoy bien”.Se había apagado por completo y no logro siquiera comprender qué fue lo que dije. Tan solo le dije la verdad. ¿La verdad fue demasiado para ella?En mi oficina, Raven me mira fijamente. “¿Estás seguro de que no hiciste nada?”, me reclama. “Ella había estado hablando conmigo y ahora, nada”.“Solo dije la verdad, le recordé que era ella quien quería el trato, que ella fue la que acudió a mí. Le dije que no quería que nadie más la tocara”.“¿Por qué siquiera hiciste el trato si ella ya es tu pareja?”.“Ella no lo sabe”.“¡Eres un idiota!”, ella grita mientras se deja caer en la silla. “Ni siquiera sé lo que podrías estar pensando. De todas las novias que has tenido, ¿por qué tienes que tratar de alejar a la única que realmente me agrada? Tacha eso, ¿la que en realidad es tu pareja?”.“¡Raven!”.‘¡Estoy de acuerdo con ella!’, espeta Aero