—Tiene que estar tranquilo, Anton. —Dijo el doctor y persona de confianza de él—Si no ocurrirá lo que tanto estamos evitando. —Anton se tensó.
—Solo dame las pastillas que me das. —se quejó.
—Esto no es juego, perdona que te lo diga y si quieres cambiar de doctor hazlo, pero tengo que decirlo. —el hombre guardó sus cosas en el maletín negro que estaba sobre el pie de la cama.
—Ya, ya, no me hagas llorar. —se burló Anton, le entregó las pastillas, las tomó de mala gana.
—La próxima vez, otros te van a llorar. ¿Eso quieres? —se sinceró finalmente tomando su maletín para marcharse.
—No tengo humor para escuchar tus consejos, —miró hacia la ventana—Tengo que tener más tiempo.
—Entonces cuídate…—respondió el doctor Marshall, Anton miró en su dirección.
—Lo intentaré…—murmuró entre dientes.
Durante el día, Anton esperó la llegada de sus abogados, tenía en su cabeza algo que no lo dejó en paz, si era lo que estaba imaginando,
Queridos lectores, debido a que se ha ido la luz durante el día, les pido disculpas a este tipo de situaciones que salen de mis manos, con ella se marchó el internet, pero aquí estoy a las 2:35 am actualizando esta historia. Disculpas sinceras, mañana se añadirá el capítulo que falta, en total serán tres capítulos a subirse. Gracias por su compresión.
Ava había amanecido con mucho apetito, incluso, no le gustaba cierta comida pero tenía antojo de comerla. Amelia estaba preparando todo para la ceremonia de Nicoletta Costa, al terminar lo pendiente con la persona encargada, bajó al comedor principal y entonces se detuvo en el umbral, vio a Ava a lado de Björn ambos desayunaban mientras conversaban de algo que no alcanzó a escuchar, Björn era otro, ella había sacado todo lo bueno de él, le había mostrado lo que era sentirse amado y ahora, estaban esperando a su primer hijo, Amelia se llevó una mano a su boca para callar el sollozo, Björn miró en su dirección.— ¿Está todo bien, madre? —Amelia se controló y afirmó caminando hacia la mesa como si no hubiera estaba observándolos.—Pensé que desayunarían más tarde, —se acercó a Ava y dej&oa
Sídney, Australia.Bruno se había cambiado el color de cabello a uno más claro, había empezado a usar gafas sin aumento y su forma de vestir era distinta de aquellos trajes de marca cara. Había pagado una gran suma de dinero para tener una identidad falsa que le abriera las puertas de todos los países sin dificultad alguna. Embajadores comprados así como políticos los había manipulado con la amenaza de mostrar información que los vinculaba a delitos graves. Bruno era el rey de la manipulación y con ello, estaría de incognito hasta que él lo decidiera. El auto blindado se detuvo frente al gran edificio, uno de sus hombres de confianza, abrió la puerta y le entregó un sobre color manila. Bruno lo tomó y caminó al interior del edificio donde tenía su penthouse. Un grupo de escolta civil custodiaba todo el lugar, subió el elevador p
Björn estaba en el despacho de su madre revisando números y reportes de sus otros negocios fuera de la familia Hoffmann. Dinero que él mismo había hecho por cuenta propia sin ayuda de nadie, aunque al principio recordó que fue difícil, los frutos habían dado y mucho. Tocaron a la puerta interrumpiendo su atención en los reportes frente a él.—Adelante. —anunció y luego miró la cantidad de dinero en su cuenta bancaria, había decidido crear un fideicomiso para su primer hijo, otra para Ava y que en caso de que pasara algo, no tuviera por qué preocuparse por dinero el resto de sus vidas.La puerta se abrió y era Thomas.—Señor, llegó un mensajero con su correo del hotel. —Björn lo miró algo extrañado, mientras él se acercó para entregárselo en la mano.—Es extra&ntild
Björn le había entregado la USB al teniente al cargo del caso de Bruno, sin duda con ello aumentaría su sentencia. Después de estar encerrado en el despacho al llegar del departamento de policía, Björn miró las cartas que tenía en su mano, supuso que Estefany quiso enmendar un poco de lo que le había hecho en el pasado. Amelia entró al despacho en su búsqueda para almorzar.—Ya todos van al comedor, ¿Está todo bien? ¿Te ha dicho algo el teniente? —preguntó al ver que Björn aún le siguió dando la espalda. — ¿Björn? —lo llamó y este reaccionó, se volvió a ella rápidamente.— ¿Sí? —Amelia presionó sus labios y se cruzó de brazos.— ¿Qué es lo que pasa? Andas desde temprano muy perdido en tu mundo.Levantó su man
Camino al final… “He vendido todas las cadenas de hoteles y clubes de los Hoffmann por haber alrededor del mundo…Hoy en la mañana he cerrado el trato y no hay vuelta atrás” Anton escuchó esas palabras y no podía creer lo que hizo su propio hijo, se llevó una mano a su brazo, ignorando el dolor que le estaba dando.—Dime que es una mentira solo para molestar a tu padre. —Björn no mostró un gesto de retractarse a sus palabras. —Esos negocios…—sintió que el dolor aumentó, —…esos negocios eran el patrimonio de toda nuestra familia. —Anton apretó su mandíbula, mientras que Björn hizo un gesto de indiferencia.—Sé qué esos negocios eran todo para ti, así como lo eran las familias que les fue arrebatas sus hijas, esas hijas que fueron subastadas en
Bruno estaba sentado en el suelo de su departamento, tenía una botella de whisky en la mano y su celular en el otro, su ropa estaba manchada de sangre, su cabello revuelto, marcas de arañazos en su rostro, el lugar seguía siendo un desorden después de lo que hizo. Desde su lugar podía ver el cuerpo de la rubia, la había violado, y al final, estrangulado con el cordón de la bolsa de ella. El celular sonó por sexta vez en un rato, solo su padre sabía del número. Cuando volvió a sonar decidió contestar. — ¿Ahora qué es lo que quieres, padre? ¿Vas a seguir amenazándome? —por un momento no se escuchó nada. — ¿Padre? —Bruno se tensó al silencio del otro lado de la línea. —Señor Hoffmann, soy el jefe de seguridad de su padre. — ¿Y por qué me estás hablando tú? Comunícame con él. —Bruno ordenó. —Por eso llamo, el señor Anton ha fallecido de un ataque al corazón. —el hombre del otro lado de la línea comenzó a explicarle lo sucedid
Bruno tenía que saber que era ese último movimiento que había hecho su padre en su testamento a como diera lugar, se miró en el espejo y negó acariciando los rasguños marcados en su mejilla. Su rostro se transformó y fue en busca de sus hombres, al llegar a ellos, cuchicheaban.— ¿De qué hablan? —ellos se enderezaron y miraron en su dirección.—De nada, señor. —Bruno en realidad no le importaba.—Quiero el avión en una hora. —el hombre asintió. —Ahora si nos marchamos. —luego entró al departamento, tenía dolor de cabeza, pensó que el baño lo arreglaría. Al terminar, se puso una muda de ropa limpia, y terminó de acomodar la maleta, al salir, su jefe de seguridad, Otto, esperaba en el recibidor.—Señor. —Bruno dejó la maleta cerca del sill&
Oscar paseó de un lado a otro, mientras Björn hablaba por su celular, ya había pasado tres semanas desde que habían capturado a Bruno en Sídney, y este día llegaría de su extradición desde Australia. —Gracias. —colgó Björn su celular y miró a Oscar impaciente. —Ya ha llegado, no se nos permitirá verlo hasta el día del juicio. —Bien, —contestó él. — ¿Qué pasa? —preguntó Björn al verlo ansioso. —Nada, ya quiero que termine esto. —Yo también, —dijo Björn al tomar asiento en una de las bancas del jardín principal. — ¿Y Ava? ¿Ya le has dicho que lo han capturado? Björn se tensó, no quería decirle nada de ese tema para que no pasara preocupaciones durante el embarazo. —No le he dicho, estamos tan bien, ella irradia tranquilidad… —Entiendo que quieras protegerla, pero tiene derecho a saber que han atrapado a Bruno. —Cuando sea el juicio y digan la sentencia, le diré. —Lo desapruebo. —escu