Pasaron las horas y el cielo no tardaba en aclararse, Björn había hace una hora haber entrado a la cama y se durmió. Mientras que Christine, caminaba hacia su suite, lista para completar su noche de bodas. Uno de los hombres de seguridad que custodiaban la suite de Björn, se negó a darle entrada cuando ella se lo pidió.
— ¿No sabes que soy su esposa? —el hombre intentó cumplir las órdenes de su jefe.
—No tiene permitido entrar, señora. —Christine comenzó a gritar que la dejara entrar con su esposo, Björn a lo lejos escuchó el ruido. Se levantó y caminó hasta la puerta y al abrirla, Christine detuvo sus gritos.
— ¡Mi esposo! —Christine visiblemente estaba ebria. —No me dejan entrar…
—Anda, —le dijo Björn para que entrara y dejara de hacer un circo con su gritos, lo que menos
Bruno saboreó el nuevo whisky mientras una hermosa mujer rubia se vestía de mala gana al pie de la cama donde él estaba.—Nunca me habían tratado de esta manera. —murmuró para que escuchara a propósito.—Siempre hay una primera vez. —contestó Bruno con una sonrisa que hizo que la mujer se molestara más de lo que ya estaba. —Mi hombre de seguridad te escoltará a la salida. —la puerta se abrió y apareció un hombre alto y fornido, asintió a Bruno sin decir ninguna palabra, luego se llevó a la rubia. Bruno se levantó y se dejó caer en uno de los sillones de la terraza, prendió su cigarro y comenzó a fumar. El ruido de la ciudad se escuchaba de fondo pero fue interrumpido por una llamada de su celular. Lo miró y era su padre, Anton. Dudó en si contestar ya que estaba cabreado aún con él, as&iac
En el ático de la ciudad de New York.Ava y Nicoletta estaban escuchando atentamente las noticias que hablaban de Christine, en todos los noticieros estaba su rostro, la forma en que la arrestaban en el aeropuerto antes de irse a la luna de miel, así como imágenes de Björn escoltado por su equipo de seguridad intentando evadir a los periodistas que querían entrevistas, averiguar más de su esposa y de lo que se le culpaba.—Dios mío, —Ava estaba tensa por lo que estaba pasando, Björn aún no aparecía. Nicoletta miró en su dirección, estaba bastante pálida.— ¿Te sientes bien? —preguntó, Ava la miró y negó sinceramente.—No se ve nada acerca de Bruno, ¿No lo van a detener? Tienen que encerrarlo…—su voz de quebró por un momento.—Tiene orden de ar
Björn estaba con un presentimiento desde que había salido del aeropuerto, como todo lo que estaba planeado, tenía que seguir cada paso y así pasar desapercibido ante su padre y su hermano. Al salir del departamento de policía de New York, salieron directamente hacia el ático. El tráfico era estresante, la ansiedad creció por ver a Ava. Ya tenían encerrada a Christine, ahora faltaba que aprendieran a Bruno.—Maldición. —Björn escuchó maldecir a Thomas que estaba en el asiento del copiloto. Le hizo una seña al que iba conduciendo. —Acelera.— ¿Qué ha pasado? —preguntó rápidamente alertándose Björn.—No contesta nadie del equipo de seguridad del ático. —sintió como su corazón se aceleró, pasó saliva con dificultad. Solo se podían comunicar a través de
Bruno no estaba contento. Había perdido el tiempo. Se había desecho del hombre que según había confirmado que Ava estaba en el ático. Si no estaba ahí, ¿Entonces dónde?Llegaron a la pista dónde su avión privado esperaba por él. El auto se detuvo y bajó para subir las escaleras y entrar, cuando se sentó escuchó su celular sonar, al ver quien era, sonrió, había dado con su número y lo había agregado para localizarla.—Madre, ¿Cómo estás? —Amelia tembló de la ira del otro lado de la línea, se limpió las mejillas con brusquedad.—No debiste Bruno. —él arqueó la ceja.—No sé a qué te refieres. —fingió no saber nada.— ¡A Nicoletta! ¡No debiste hacerlo! ¡Me confirmas que eres un mo
Ava despertó poco a poco para su sorpresa estaba el doctor revisando aun y una enfermera a su lado.—B-Björn…—susurró con la garganta seca, se aclaró como pudo y volvió a preguntar por él, no recordaba nada, tenía una imagen borrosa de Thomas abriendo las puertas de donde se encontraba escondida.—Señora Hoffmann, ¿Cómo se siente? Le hemos puesto un suero ya que llegó deshidratada puede ser perjudicial en su estado. —ella miró hacia el doctor.—B-Björn…—insistió ahora ya que estaba más alerta de sus sentidos.—Llama al señor Hoffmann, —le ordenó a la enfermera que se encontraba del otro lado de la cama revisando los signos vitales.—Sí, doctor…—momentos después, apareció un Björn preocupado.—Ava. &mdash
Ava despertó con una fuerte nausea, se llevó con dificultad la mano a su boca ya que tenía el catéter en el dorso de su mano, Björn despertó al escuchar maldecir a Ava.— ¿Qué haces? ¡No, no, te vas a lastimar! —exclamó alerta al ver las intenciones de ella.—Quiero vomitar…—dijo con su voz ronca. —Necesito…—una arcada y Björn corrió por el bote de basura que estaba cerca de la entrada de la habitación. Solo pudo vomitar un poco de agua. Su cuerpo sintió que necesitaba sacar más, pero no tenía nada aún en el estómago.—Tranquila, no hagas esfuerzo. —Ava tenía medio rostro metido en el bote, luego lo levantó hacia Björn que estaba a su lado. —Traerán en un momento tu almuerzo, no puedes vomitar más por qué no tienes nada…&m
Anton se encontró sentado en la parte trasera de su camioneta blindada, estaba estacionado en el estacionamiento del hospital. Un hombre de seguridad vestido de civil, se acercó del otro lado de la camioneta, luego subió en el asiento del copiloto.— ¿Ya averiguaron quién más está internado? —el hombre desde su asiento asintió.—No solamente están por el cuerpo de la señora Costa, si no por Ava Gray. —arrugó su ceño.— ¿Y quién carajos es esa? —Anton preguntó molesto.—En el registro que tenemos es la asistente del señor Björn, ex asistente hoy en la actualidad, hace cinco meses dejó el hotel.—Oh, esa asistente. Por la que Bruno y Björn pelearon la última vez… —él recordó a quién se refería. — ¿Y qu&
Björn estaba en la silla esperando al encargado de la investigación en contra de Christine y Bruno, su padre lo dejaría para lo último. La puerta se abrió de la oficina.—Señor Hoffmann, —dijo el teniente Morgan mientras rodeó el escritorio para sentarse en su silla. —La información que nos entregó acerca del posible paradero, ya no entraría en nuestra jurisdicción. — ¿Pero si se logra hacer una mancuerna con la policía de ese país? —preguntó Björn a punto de perder la paciencia.—Podría ser posible, habría que encontrarlo y extraditarlo, pero para encontrarlo sería el problema.—Tenemos una dirección. —le recordó.—Sí, pero no tenemos los suficientes…—Björn lo interrumpió.—Si es necesario