Ava estaba sentada en el suelo frío del baño, abrazada a sus piernas, lloró por un corto tiempo intentando borrar lo que Bruno había intentado hacer con ella, por un momento se perdió en el pasado hasta que escuchó la voz de Björn del otro lado de la puerta, se levantó a toda prisa y la abrió, cuando sus miradas se cruzaron, ella notó su rostro lastimado, lo primero que hizo fue lanzarse contra Björn y lo abrazó como si fuese su tabla de salvación. Björn correspondió el abrazo, cerró los ojos y aspiró su aroma, Ava tembló bajo el agarre, decía algo que él no comprendió, ya que por el llanto se entrecortaba.
—Tranquila, tranquila, aquí estoy. —susurró contra su coronilla, al separarse, ella intentaba controlar su llanto pero no podía, hasta se sintió una tonta al no poder detenerse. —Respira, tranquila, estás a salvo.
—Ya no lo está. —Dijo Amelia detrás de él. —Tendrás que dejar el hotel, —dijo Amelia mirando a Ava, luego a Björn. —Bruno no se quedará a
Bali, Indonesia.Oscar estacionó su bicicleta afuera del supermercado, era un hombre alto, fornido, tenía su cabello rizado y rubio, algo rebelde para acomodarse, pero era algo que para él no era problema. Al salir, se detuvo al ver al hombre en pantalón corto de playa, camisa de palmeras, este usó lentes de sol, pero el porte profesional de un hombre de seguridad, lo delató. Oscar tenía en una mano su bolsa de tela que él mismo había hecho con materiales reciclados.— ¿Y ahora qué es lo que pasa, Digory? —preguntó curioso mientras caminó a su bicicleta, en el canasto puso la bolsa y esperó a que el hombre hablara.—Sé qué nos ha ordenado mantenernos lo más civil posible, pero el jefe de seguridad del señor Björn, se ha intentado comunicar con usted, se han preocupado al no contestar su celular.
—Y está será tú habitación. —anunció Oscar entrando a la habitación donde dormiría Björn, él entró detrás de su hermano y miró el lugar.—Gracias. Solo estaré esta noche, por la mañana me marcharé.Oscar se giró hacia a él.— ¿Por qué te irás tan pronto? ¿No puedes trabajar unos días desde aquí? —Björn se sentó en la orilla de la gran cama, miró a su hermano con preocupación.—Me han informado de Bruno y está mal.Oscar alzó una ceja y se cruzó de brazos.—Mínimo sigue respirando.—Pero ha quedado bastante lastimado.—Y espero le quede de escarmiento.—Le he roto la nariz, varias costillas y su rostro ha quedado hinchado a más no po
—Espero que Costa se mejore. —comentó Oscar, luego hizo una pausa. —Si puedo ayudar en algo, no dudes en pedirlo. —Björn le agradeció con la mirada. Oscar se retiró para dejar descansar a su hermano, ya que tenía que madrugar para marcharse, tomó la muda de ropa que Oscar le había dejado para que pudiera darse un baño, pero Björn fue a buscar a Ava primero para saber qué es lo que necesitaba, pero su madre la había llamado, así que le tocaría ir a buscarla por la mañana antes de irse, aprovechó y dio un recorrido por la casa y luego regresó a la habitación, tomó la toalla y la ropa cuando tocaron a la puerta, Björn se acercó para abrir y se encontró con Ava, sus mejillas estaban rojizas cuando sus miradas se encontraron. — ¿Ya te vas a dormir? —Björn negó. —Fui a buscarte pero estabas con mi madre, regresé para darme una ducha, —recorrió con su mirada a Ava. — ¿Qué pasa? ¿No puedes dormir? —Ava asintió. —Estoy preocupada. —Björn abrió la
Björn repasó cada imagen de lo que había sucedido con Ava en aquella ducha, en la casa de su hermano Oscar, en Bali. Cerró los ojos y acomodó el tiro de su pantalón. Intentó controlar esos pensamientos ya que no quería un momento incómodo.— ¿Y dónde está la nueva…secretaria? —preguntó Christine en el marco de la puerta de cristal de la oficina. —No he visto que haya checado su entrada. ¿Acaso tiene algún tipo de permiso especial y no lo sé? —Björn se giró en su silla giratoria y la miró, Christine tenía sus brazos cruzados contra su pecho y una ceja arqueada en espera de que él le respondiera.—Ya que has tocado el tema, necesito que consigas una nueva secretaria. Pero a la de ya. —Christine se sorprendió.— ¿Y la señorita Gray? —pregunt
Björn se impacientó durante los siguientes meses, su rostro y el de Christine, casi todos los días aparecieron con detalles de la famosa boda del año en todas las revistas de espectáculos, se había encargado ella misma de que todo mundo hablara del evento en mayo.Después de aquella cena de compromiso, donde apareció su padre para cerrar con broche de oro esa misma noche, Anton confirmó que realmente su hijo se iba a casar y que no sería timado por él mismo solo para tomar el control de los negocios de la familia. Él no era Bruno. Se repitió constantemente. Björn era diferente de los tres hijos.El gran evento sería en los mismos jardines del hotel, eran grandes y espectaculares, un lugar digno de celebrarse.—Ya mañana entramos al mes de mayo… —comenzó a decir Christine mientras contoneó su trasero hacia Bj&o
Bruno se miró en el espejo, su rostro no había quedado bien del todo con aquella golpiza que le había propinado Björn en el club. Y Bruno ya no era aquel hombre, cerró sus ojos y con el puño de su mano, golpeó su reflejo con tanta fuerza que este se hizo añicos frente a él, al abrir sus ojos miró sus nudillos lastimados y empezaron a sangrar. —Señor Hoffmann…—escuchó a su espalda, pero Bruno estaba aún mirando sus nudillos cuando se giró hacia la puerta de su habitación. —Dame buenas noticias. —Bruno dijo en un tono gélido hacia su nuevo jefe de seguridad, este, no se inmutó a sus palabras. —Me ha informado que su hermano Oscar ha regresado a Bali, pero ha regresado solo. —Bruno levantó su mirada y miró al hombre de traje oscuro. — ¿Y en el pueblo? —preguntó. —Su hermano Björn sigue custodiando a la familia Gray 24/7. No hay ningún cambio. —Bruno presionó sus labios con fuerza. —Bien, cualquier cambio, avísame de inmedia
Christine recordó el restaurante de hace años atrás en su primera y última visita, así como la tienda de abarrotes y la carnicería. Con sus lentes de sol y el sombrero intentó pasar desapercibida ante los demás habitantes. El auto se detuvo en el único hotel que había, bajó su pequeña maleta y se dirigió hasta la recepción. Había un hombre alto, fornido pero con el rostro más amable que podía existir, Christine se retiró el sombrero y los lentes, miró al hombre del otro lado del mostrador. —Bienvenida, señorita. —ella sonrió. —Gracias. — ¿Busca alguna habitación? —Christine asintió. —La mejor que tengan. —Perfecto. —el hombre, llamado Josh, tecleó con agilidad. —Tengo la suite presidencial. —sus miradas se cruzaron. —Así le decimos ya que es la más grande y tiene todo. —La tomaré. — ¿Cuántas noches se hospedará? Puedo hacerle una promoción. —Iván sonrió. —Hoy sábado y mañana. —él asintió. —Disculpa, una pregunta…—Christ
Christine esperó muy ansiosa en el interior de la camioneta, miró la pantalla de su celular y no llegaba el mensaje que necesitaba para volar.—Señora Laurent, el avión está listo. Cuando usted lo ordene, daré las indicaciones al piloto. —ella levantó la mirada y miró al hombre de seguridad.—Dame un par de minutos, —el hombre asintió y esperó afuera del auto, para que Christine tuviese privacidad.La pantalla del celular se encendió y apareció el nombre de Bruno Hoffmann. Una sonrisa apareció en sus labios. Deslizó el botón verde para contestar la llamada. —Vaya, ya te habías tardado.—No suelo hablar con los traidores.—Oh, ¿Entonces a que se debe tu llamada?—Le has pedido un favor a uno de mis hombres de seguridad, quiero saber, ¿Para qué?Christine tor