Un oficial tocó a la puerta y los presentó. Mori Hikaru estaba en su oficina acompañado de otro varón: Nakahara Masaru, Superintendente Jefe, y jefe de la Primera División de la Policía Metropolitana de Tokio. Ambos miraron hacia la entrada, a los dos recién llegados que, al darse cuenta, soltaron sus manos.
Minato llevó la zurda a tapar su boca, y aclaró la garganta.
—Buenas tardes, soy Akari Azarov —se presentó el mayor, haciendo una leve reverencia, en apariencia, nada afectado por el suceso reciente.
—Soy Minato Hamilton —prosiguió el rubio, recién imitando la reverencia.
Ambos estaban junto a la puerta, y el oficial esperaba del otro lado.
—Adelante, pasen —Mori autorizó. Su voz era profunda y grave, un poco intimidante.
Mori estaba sentado, pero se podía ver que tendría una estatura promedio, metr
Minato había soltado la bomba.Mori se echó hacia adelante en su asiento, y los ojos a Nakahara se le abrieron de más. El rubio volteó de regreso la laptop hacia él, y buscó otras documentos; segundos después, al encontrarlas, giró de nuevo el aparto. Esta vez, en la pantalla estaba una de las fotos de la página de Saga, el día de la apertura.—En esta foto se puede ver a Matsushita Yui al fondo, está señalada. —Mori asintió, la imagen de Yui estaba rodeada por un círculo rojo, al costado—. Esta foto fue tomada el día de la fiesta de apertura de la galería de Katagiri Isei. También estuvo presente en una fiesta privada el día anterior. Puede comprobarlo si pasa las imágenes.Mori y Nakahara se acercaron al escritorio, y el primero comenzó a pasar las imágenes. Primero venía la foto, despu&eacu
—Él parecía algo molesto —Akari mencionó.Él y Minato salieron de la oficina, e iban camino a la salida del área interna de la estación.—Nah… Fue mi supervisor cuando hice el posgrado. Nakahara solía partir su tiempo en entrenar estudiantes, hasta que fue ascendido cuatro años atrás, y la carga laboral lo hizo insostenible —Minato informó, muy relajado.»Cuando le dije que dejaría de ser detective, para convertirme en profesor, se sorprendió mucho… quedó en shock. —Soltó la carcajada y resopló—. Desde entonces, cada que tiene la oportunidad, me invita a regresar a la profesión.Akari agregó un nuevo ítem a la lista de cosas que pensaba sobre Minato: él parecía hacer siempre lo que quería.Al estar más cerca de la recepción, Akari tom&
«La Policía Metropolitana de Tokio ha puesto bajo arresto esta tarde a Matsushita Yui, de 61 años de edad, residente de Hachioji como principal sospechosa por las muertes, siete años atrás, de Igor Azarov, renombrado fotoperiodista, y Haruka Azarov, su esposa, y una reconocida activista».«La detención se produjo a las 13:42 h. La policía se trasladó a la casa donde se alojaba Matsushita, perteneciente a su hija, y la tomó bajo custodia. Esto sucede después de que testigos anónimos proporcionaran importante evidencia al caso, que conectaría de forma directa a la detenida con el mismo».«La investigación del caso de la muerte de Igor y Haruka Azarov fue archivada dos años atrás, al no tener suficientes pruebas, ni sospechosos, por lo que hoy hemos sido sorprendidos con esta detención, y la revelación, por parte de la policí
Del otro lado del vidrio, los ojos de Akari se abrieron como platos, pero en cámara lenta; su expresión se pasmó: la espalda se le enderezó de golpe, los hombros se le enderezaron, y sintió un nudo en su garganta. Detrás de él, Nakahara lo captó, y también cómo el rubio, un poco más adelante, se mantuvo quieto, ajeno a las interferencias exteriores a sus pensamientos, concentrado en lo que veía, escuchaba y detallaba.—No he tenido vida desde entonces, siete años atrás… —Matsushita arrastró sus palabras con cansancio.Mori entrecerró aún más su mirar en ella, pero no dijo nada, no era un momento propicio para eso.—Yo lo hice —declaró—. En ese entonces no sabía lo que hacía, pero… yo lo hice.La voz lamentable de Matsushita Yui atraves&oacu
—¿Cómo los mató? —Mori preguntó con seriedad.Pensaba regresar al tema anterior, pero debía darle una pausa, para comprobar si hablaba en serio respecto a su confesión.Matsushita lo miró solo un segundo, y regresó a ver sus manos. Estiró los dedos, y resopló.—Yo… los abordé al salir de la fiesta —declaró. Su mirar se achicó en sus dedos, su postura se encorvo un poco hacia adelante—. Los amenacé con una pistola, y fuimos a un lugar alejado de la ciudad.»Ahí los retuve por unos días. —Tragó, y siguió, con voz áspera y lastimera—: Luego solo los envenené, y subí sus cuerpos al auto, lo remolqué, y lo dejé a un costado de la carretera.Mori encerró el ceño: esto calzaba, por supuesto, pero algo no estaba bien en toda su historia.—Ella no pudo haber hecho todo eso sola —Nakahara soltó.Minato asintió.—Tal vez está encubriendo a alguien. —Desde atrás, el subordinado de Mori opinó.—Matsushita Yui tiene problemas de esp
Lejos de lo que pudiera parecer, Minato no era el tipo de persona con demasiados amigos. Era sociable, sí, le caía bien a casi todo el mundo, y le gustaba llevarse bien con todos, tener un buen ambiente alrededor y ser bien visto y considerado; sin embargo, también era el típico «aprendiz de todo, maestro de nada», y por voluntad propia.No era bueno para forjar buenas amistades, de esas verdaderas. Siempre las perdía todas.En un mundo donde todos sus compañeros de trabajo siempre fueron mucho mayores que él, se había acostumbrado a ir a su ritmo. En consecuencia, no era el típico veinteañero que llegaba tarde a casa aunque fuese entresemana.Diez de la noche. Hoy era un día diferente.Llevaba una sonrisa pintada en los labios, porque sentía un extraño calor por dentro; la sensación le recorría del pecho a los pies, y lo hacía senti
Los problemas humanos tenían la particularidad de que, tras haber aflorado a ojo público, no podían volver a ser resguardados.Esto era lo que suceda ahora con el caso de los esposos Azarov. Las noticias del arresto de un sospechoso llegaron a la prensa escrita y los medios de comunicación y, en cuestión de horas, las tertulias sobre el tema se presentaron en los programas de opinión de radio, televisión, y en directos por internet.Se hablaba de los antecedentes, reportajes antiguos, incluso se emitieron las declaraciones de un jovencísimo y afectado Akari, y las imágenes de él y sus hermanas saliendo del cementerio, afectados, también regresaron a la palestra.El interés de los medios, sensacionalistas y molestos, por saber qué había sido de los «pobres huérfanos», se volvió tan sofocante, que Arata y Kohaku tuvieron que refugiarse en la
A veces, tentar a la suerte era arriesgado; otras, muy pocas, de verdad valía la pena.Minato pensaba en eso justo ahora, cuando, en este relato de a dos, esperaba a su contraparte en la ejecución de una arriesgada movida, donde las cosas podían salir perfectas o, por el contrario, ser un completo desastre.Tras trabajar hasta las once, pues debía entrar una planificación de sus asignaturas, Minato tuvo una «cita con él mismo»: fue a ver una película, y pasó el resto de la tarde en la librería, buscando nombres de material de lectura para una próxima vez.Hoy no era un buen día para eso.La presión de los días pasados hacía mella en él, en medio de este sábado invernal; sin embargo, esperaba que, con la desventura que se venía, pudieran aportar a aclarar las sospechas que recaían sobre Saga Itsuki.Un buen amigo