-¿Estás bien? ¿Quién era esa mujer?- exclamó David saliendo del cuarto y acercándose a su amiga, quien se estaba sosteniendo de la mesita ratona para no caer al suelo.-Llévame a la clínica- sentenció la pelirroja, apenas pudiendo respirar por el shock.-¿Te hizo daño? Voy a llamar a la policía--No, llévame a la clínica, necesito hacer un análisis.David no dijo ni preguntó más nada, pudo ver en el rostro de su amiga que hablaba enserio. Luego le pediría los detalles mientras manejaba hacia la clínica.-Voy a preparar el coche, te espero abajo- exclamó y salió corriendo del departamento.Helena se levantó como pudo, apenas sosteniéndose de los muebles que aparecían en su camino hacia la habitación.Se tiró al suelo, justo al lado de su cama y sacó la bolsa que siempre había llevado consigo. Ahí dentro estaban las pruebas del delito, de las que jamás se había podido deshacer.Y por suerte, porque ahora con ellas iba a saber la verdad.La guardó en su bolso y fue hasta la habitación de
-Hele… ¿Me oyes?La pelirroja escuchó la voz inconfundible de David muy lejos de ella, como si estuviera del otro lado de un túnel.-¿Dónde…?- apenas pudo decir, sintiendo un fuerte dolor de cabeza que nacía desde su frente.-Todavía estamos en la clínica, te desmayaste- exclamó el joven, quien miraba preocupado a su amiga que estaba semiinconsciente en una camilla de hospital.Poco a poco la joven pudo abrir los ojos, al principio le incomodó la luz blanca y molesta de la habitación, pero cuando pudo enfocar la vista movió su cabeza hacia un lado y se encontró con el rostro preocupado de David, quien sostenía a su bebé.Instintivamente Helena estiró sus brazos, pidiendo agarrar a su hija.Con cuidado, David le acercó a la bebé que estaba dormida y la acurrucó al lado de su amiga, quien la abrazó posesivamente, porque sabía que ahora, más que nunca, tenía que ser fuerte y proteger a esa bebé de ese monstruo que era en realidad el padre de su niña, ya no más desmayos, ya no más llanto
Helena se encontraba en el asiento trasero de un taxi en dirección a la empresa Industrias Aller S.A.Estaba frotando sus manos sudorosas por los nervios sobre sus piernas, mirando como poco a poco se iba acortando la distancia hacia su destino.“No puedo creer que esté vivo, hasta que no lo vea no lo voy a creer” Pensó mientras se reía nerviosa.Miró los edificios iluminando la noche de la parte más cara de la ciudad que pensó que nunca más pisaría para no tener que recordar el peor y mejor momento de su vida. sintió un vuelco en su estómago al ver el edificio Aller acercarse en el horizonte.Tomó su celular con sus manos temblorosas y abrió el chat de David, tenía que dejarle un mensaje por si despertaba y se encontraba con que no estaba por ningún lado. No quería que pensara que había abandonado a su familia dejándosela a él y menos que llamara a la policía, Sebastián le había pedido discreción.“David, sé que no vas a creerme, pero Sebastián está vivo y quiere verme en su oficina,
Alan arrastró a Katlyn hasta el ascensor y subieron hasta el último piso, donde estaba la oficina privada que había sido de su hermano mayor y que pronto sería suya cuando naciera su hijo varón y pudiera cobrar toda su herencia y por lo tanto todos los patrimonios que había dejado su difunto hermano. Katyln se apoyó en el espejo más lejano en el ascensor, alejándose lo más que pudo de Alan. -No sé qué estás planeando Cariño, pero por favor no sigas… -Que me digas cariño ya no tiene ningún efecto en mí, ya no me tienes a tus pies. -¡Alan ya lo tienes todo! Me tienes a mí, tienes a tu heredero y toda la empresa de tu familia ¡Detente!- suplicó -Cállate- sentenció el hombre, mirando su reflejo en el espejo. Se había puesto su mejor traje que se ajustaba perfectamente a su espalda triangular y a su estrecha cintura, con pantalones de pinzas y una camisa, todo del mismo color negro, al igual que sus ojos y su cabello. Se agachó y se lustró con un pañuelo sus brillantes zapatos de cu
En un movimiento rápido, Helena fue metida dentro de la oficina de Sebastián y arrojada lejos de la puerta, que ahora se había cerrado con cerrojo y un hombre que para nada era su amado le impedía correr hacia su escapatoria ya que estaba en medio de su camino.Por la conmoción de todo lo que había pasado hace tan solo unos segundos, a la pelirroja le costó recobrar la cordura y entender lo que estaba pasando y quien la había tomado del brazo y privado de su libertad.-Te extrañé mucho linda- exclamó esa voz grotesca que vibró en su oído e hizo temblar sus piernas.Ahora entendía porque la voz grave y siniestra de Alan provocaba que su cuerpo temblara en fuertes espasmos y que la voz de su cabeza le gritara que algo no estaba bien si estaba cerca de él.Es que ese hombre realmente había sido quien había abusado de ella, quien le había susurrado cosas grotescas en su oído mientras la profanaba sin piedad, ahora todo encajaba a la perfección para ella, al ver el rostro siniestro y oscur
Helena tenía apretado con fuerza el corpiño entre sus manos que temblaban de la impotencia, el hombre acababa de amenazarla con su hija y sabía que no había vuelta atrás. Si, estaba la posibilidad de intentar escaparse, forcejear con ese hombre y quizás terminar muerta. ¿De qué serviría eso? Su hija quedaría sin su madre y ese hombre sería el tutor legal.La sola idea de imaginar a ese monstruo con la tutela de su hija le daba náuseas.Alan se apoyó contra el escritorio y se cruzó de brazos, esperando que obedeciera a su fetiche oscuro.-Apúrate no tengo toda la noche- sentenció mirándola fijamente con sus peligrosos ojos negros.En ese momento la pelirroja supo que Alan la iba a observar fijamente mientras se desnudaba.Tragó saliva pesadamente y bajó la mirada hacia sus pies mientras se quitaba su blusa.Quedó con su cuerpo, ahora cambiado por el embarazo, solo cubierto por su corpiño blanco, se abrazó a sí misma y pudo sentir la mirada penetrante del menor de los Aller en sus pecho
Sebastián vio todo rojo, su vista sólo podía enfocar a Helena sin ropa contra el suelo con sus ojos celestes apagados y sin vida y Alan encima suyo en contra de su voluntad.Todo pasó en un segundo.-¡Ahh!- gritó con bronca el CEO, aventándose contra Alan, alejando sus manos asquerosas y su lengua del cuerpo de la pelirroja, quien dentro de su shock sintió que el peso se liberaba, pero aún no reaccionaba.Katlyn vio como los dos hermanos chocaron contra el duro escritorio y comenzaron a forcejear en una danza violenta en la que no supo quién estaba ganando y quién perdiendo. Pero supo que no podía quedarse mirando, tenía que huir de ahí, porque si Alan ganaba, su vida estaba condenada.Estuvo a punto de salir corriendo de allí, pero la culpa y el remordimiento la invadieron. Miró a Helena, que aún estaba contra el suelo con la mirada a la nada y supo que no podía dejarla, jamás se lo perdonaría.Corrió hacia ella lo más rápido que su cuerpo pudo y se arrodilló frente a la pelirroja.-
-¡Noooo!- El disparo salió del arma, llenando con el estruendo la oficina. Sebastián aún estaba con los ojos fuertemente cerrados y respirando agitado por el shock, sintiendo que el aire dejaba de entrar a sus pulmones. “¿Acaso ya estoy muerto?” Se preguntó al no sentir el disparo en su frente. “Quizás fue instantáneo y no sentí dolor alguno” Abrió los ojos, primero uno, luego el otro. Encontrándose con que Alan no estaba parado justo sobre él y lo primero que pudo reconocer fue el techo color negro de su oficina. “Sigo vivo” pensó finalmente. Instintivamente se giró hacia Helena, que estaba tirada en el suelo a unos metros de él, en el mismo lugar de siempre. Eso fue un alivio, Alan no se había llevado a la pelirroja. Quiso arrastrarse hacia ella, intentar de alguna forma protegerla con su cuerpo. Pero un quejido detrás suyo lo detuvo. El CEO se giró sobre su cuerpo, sintiendo el fuerte dolor de su hombro, haciéndolo volver a las sensaciones agónicas del disparo. Cuando sus