Lorenzo el burlón, le dicen. Jajaja
ES EL PADRE DE MI HIJO.El silencio que habitaba en la sala del consejo se vio interrumpido cuando Luna, con sus hombros tensos y la mirada baja, entró en la estancia. El Alfa, su padre, le observó desde su asiento al final de la larga mesa de madera, donde tantas decisiones se habían tomado. Se puso de pie, su figura imponente, envuelta en la autoridad que le confería su rango.―Hija ―dijo con una voz que resonaba con calidez y firmeza ―¿cómo te fue?Luna torció los labios, una señal clara de su descontento.―Padre ―comenzó con vacilación ―¿no hay una manera de anular esa unión?El padre de Luna suspiró, sus ojos plateados reflejando un destello de dolor e impotencia.―Ya he dado mi palabra, Luna. Y sabes que nuestro deber es cumplirla. ―El Alfa notó la incomodidad de su hija, su preocupación paternal, eclipsando por un momento su papel como líder. ―¿Qué te pasa, hija?Luna sabía que ya no podía guardar el secreto. Con el corazón oprimido y la mirada finalmente encontrando la de su p
PRIMER ENCUENTRO. La majestuosa silueta del castillo se recortaba contra el cielo anaranjado del atardecer cuando Luna, acompañada por Desmond y Caleb, cruzó el umbral de la fortaleza ancestral. Los empleados, que se habían congregado para recibir a la futura Luna, contuvieron la respiración al ver al joven lobo pasearse con una confianza que desafiaba su edad. Pero lo que verdaderamente captó su atención fue el sorprendente parecido del cachorro con el ausente Alfa. Los murmullos cesaron en cuanto Luna habló, su voz resonando con la autoridad innata de quien está destinada a liderar. —¿Dónde está su Alfa? —preguntó con firmeza, sus ojos barrían la multitud, buscando respuestas en los rostros de su gente. El Beta de la manada, un hombre de hombros anchos y mirada astuta, dio un paso adelante, su postura rígida por el nerviosismo. —Él… él está fuera, mi señora —balbuceó, incapaz de apartar la mirada del pequeño Desmond y de Caleb, cuya presencia parecía tan natural como intrigante.
CEREMONIA DE UNIÓN. La luz se filtraba por las rendijas de las ventanas altas, bañando el dormitorio de Luna en tonos dorados y rosados. Las Omegas se movían alrededor de Luna en una danza silenciosa, sus manos expertas tejían trenzas y entrelazaban flores silvestres en su cabello plateado. Luna se sentía como una diosa de antiguas leyendas bajo sus cuidados, aunque su corazón latía con la fuerza de un tambor de guerra. La ansiedad la envolvía como una capa invisible; la ceremonia de unión no era solo un ritual, era el sello de un destino que había tratado de esquivar y que ahora la alcanzaba con garras inevitables. Las Omegas susurraban palabras de ánimo, pero Luna apenas las escuchaba. Su mente estaba ocupada en una conversación interna con Storm, su loba interior, cuya excitación era tan palpable como el viento previo a la tormenta. «No puedo creer que estés ansiosa, Storm» reprendió Luna en el silencio de su mente. «Eres una fácil, ¿no tienes dignidad o qué?» El gruñido de Sto
¿CEDER A LA TENTACIÓN? Zade continuó besando el cuello de Luna con una intensidad que oscilaba entre el deseo y la desesperación. Ella, con los ojos cerrados, se dejaba llevar por las sensaciones que el contacto del lobo despertaba en su ser. Las manos de Zade, hábiles y ansiosas, trabajaron sobre el vestido, deshaciendo los botones uno a uno mientras sus labios seguían el rastro de palabras seductoras a su oído. ―He extrañado la suavidad de tu piel ―susurró, dejando un beso ligero en la curva de su cuello ―La dulzura de tus labios… La loba interior de Luna se agitaba, ansiosa por su macho, cada toque de Zade revivía en ella sensaciones que creyó olvidadas. Y cuando el vestido cayó, dejando al descubierto la suave piel de sus hombros, Zade gimió por lo bajo. Su corazón latía desbocado, y su lobo interior se agitaba más que nunca, anhelando dejar su marca. «¿Por qué fui tan estúpido entonces? Pero puedo hacerlo ahora, ¿verdad?» «Esta noche…» se preguntó a sí mismo. Sus manos acunaro
CONFRONTACIÓN EN EL BOSQUE. Luna, Desmond, y Caleb decidieron pasar tiempo juntos en el bosque, disfrutando de la tranquilidad y formando lo que parece ser una familia. Zade, que inicialmente observa desde la distancia con una mezcla de ira y recelo, se vio atrapado por la visión de lo que podría ser su familia, siendo compartida con otro lobo. Los cuatro lobos caminan por el bosque, compartiendo risas y complicidades. Caleb, con una naturalidad sorprendente, jugaba con Luna y mostraba afecto hacia Desmond. La escena se grabó a fuego en la cabeza de Zade, una imagen de felicidad familiar, que secretamente anhelaba. Zade, oculto entre los árboles, de repente, vio como Caleb tomó la mano de Luna y cómo Desmond compartía bromas con él. La sensación de ser desplazado, de ver a otro lobo formando parte de los lobos que consideraba suyos, despertó una chispa de celos e ira en su interior. En un momento de risas, Caleb tomó a Luna en sus brazos en un gesto juguetón, y la risa de Luna se m
UN ENEMIGO OCULTO. En una oscura habitación, un lobo llegó con noticias emocionantes. ―Mi señor, todo está saliendo a la perfección. El hombre sentado en lo que alguna vez fue un trono, sonrió con una chispa de emoción en sus ojos. ―Bien, bien, me gusta escuchar eso ―respondió, su voz llena de anticipación. El lobo, nervioso, preguntó con un toque de ansiedad en su voz. ―¿Cuál será el siguiente paso, Alfa? El lobo oculto entre las sombras respondió con una sonrisa macabra entre sus labios, su voz llena de determinación. ―Debes dejar las cartas, y asegúrate de que sean encontradas por él. El lobo respondió rápidamente, su voz temblorosa por la emoción. ―¡Sí, mi señor! Estaba a punto de irse cuando el lobo misterioso lo detuvo. ―Un momento ―dijo, y el otro lobo detuvo sus pasos, su corazón latiendo con incertidumbre. ―¿Nadie sospecha de ti? ―pregunto el lobo misterioso con un toque de complicidad en su tono. ―No, mi señor ―respondió el lobo entre risas nerviosas ―La magia qu
CARTAS.Zade gruñó ante la burla de Luna, su mirada destellaba con un desafío juguetón. Se acercó lentamente a ella, su voz bajó a un tono más seductor, casi un murmullo cargado de promesas no dichas.―Tal vez no es a Brenda a quién quiero, tal vez... ―hizo una pausa deliberada, su mirada fija en la de ella― es a mi compañera a quien deseo.Luna retrocedió lentamente, su espalda recta y su expresión controlada. Pero Zade era un depredador, y podía oler el miedo y la excitación mezclados en el aire.―Pierdes tu tiempo, casanova. ―Su voz era firme, pero su cuerpo traicionaba sus palabras.―. Tus... ―Lo miró de arriba a abajo, con desdén fingido― tácticas no funcionan conmigo.Zade se echó a reír, un sonido bajo y confiado.―¿Segura? Porque en este momento estoy sintiendo tu sangre fluir de manera rápida, siento tu corazón bombear rápidamente, tu respiración agitada, tu nerviosismo... ―Habló acercándose lentamente y Luna tragó un poco para calmarse.―¿Ya terminaste? Voy a ver cómo está De
DARSE UNA OPORTUNIDAD.En el estudio de la manada de Lorenzo, la tensión era palpable, como un enjambre de avispas listas para el ataque. Zade estaba de pie frente a la ventana, su silueta recortada contra el cielo crepuscular, mientras Lorenzo lo observaba con una mezcla de preocupación y reproche.—¿Estás seguro de lo que vas a hacer, Zade? —preguntó Lorenzo —Considero que estás excediéndote, podrías…—No —interrumpió Zade con firmeza, girándose para enfrentar a su amigo. Su mirada era la de un guerrero decidido a entrar en batalla. —Está decidido. Voy a destruir a ese maldito Snow.Lorenzo frunció el ceño, la frustración y el miedo por su amigo tiñendo sus palabras. —Sí, pero estás lastimando a personas inocentes en el proceso. Piensa en Luna, piensa en tu hijo…Las manos del Alfa, se apretaron en puños, las venas marcándose como ríos tumultuosos en sus brazos. Pero su determinación no flaqueó; en cambio, se volvió más férrea.—No, Lorenzo. No voy a cambiar de parecer. Voy a destru