Mis amores, ya estamos entrando al arco final de la historia. No se preocupen ya viene la escena del prólogo. ¿Ya adivinan porque Lorenzo secuestra a Brandon? Otra cosa, ustedes querían que Fina no lo perdonara tan rápido, jajaja ustedes piden y las complazco. Por cierto, se viene una loba del departamento de investigación Lobuna, ¿y adivinen? Ella si quiere trabajar con papi Lorenzo. Buahhhhh... Nos leemos. Xoxo.
MEDIDAS DRÁSTICAS. Serafina extendió su mano para tocar a Alessio, pero el pequeño se negó a apartarse de su padre y una oleada de frustración invadió. ―Ven conmigo, Alessio. ―No, no quiero irme. Quiero estar con mi padre ― exclamó el pequeño lobo, con voz entrecortada por las lágrimas. ―Alessio, ven conmigo. No te comportes así. Tenemos que regresar al castillo ― trató de razonar Serafina con su hijo, pero el chiquillo se negó y abrazó aún más fuerte a su padre ―Quiero tener a mi padre. ¿Por qué no me dejas? Es mi papá ―sollozó. Las palabras del niño desgarraron el corazón de Serafina, no obstante, se negó a ceder ante sus demandas. ―Alessio, lo diré por última vez, ¡ven aquí! ―¡No! No voy a ir a ningún lado. ¡Quiero estar con mi padre! ― insistió el pequeño con determinación. El pecho de Serafina subía y bajaba rápidamente, y sus ojos se clavaron en Lorenzo mientras lo señalaba como culpable de todo. ―¿Ves lo que hiciste? ¿Para eso viniste? ¿Para eso enviaste esos regalos? ¿
OSCURO PASADO. La noche estaba impregnada de tensión mientras las manadas de Shadow y Sol se enfrentaban en el claro iluminado por la luna. Los Alfas de ambas manadas, Leonardo Bellanti y Rodrigo Scuderi, estaban en el epicentro de la disputa por el manantial de Luna, las manadas estaban pasando por una extrema sequía y el manantial estaba en medio de ambas manadas. Las miradas entre los dos líderes chispeaban como llamas de desafío cuando, de repente, un aullido rasgó el aire. Fue el Beta de la manada Sol, cuyos ojos ardían con una ferocidad desenfrenada. Sin previo aviso, se lanzó hacia la manada de Shadow, provocando un ataque sorpresa. ―¡Rodrigo, esto es una locura! ¡Detén a tu Beta! ―grito lleno de sorpresa Leonardo. Pero Rodrigo, el padre de Serafina, solo observaba con una mezcla de horror y resignación mientras su Beta atacaba sin piedad. La batalla era feroz, cada mordida y arañazo llevaba consigo la intensidad de años de rivalidad. En medio del caos, el padre de Brandon,
OSCURO PASADO (II) La oscuridad se cernía sobre las mazmorras de la manada Shadow cuando Brandon, debilitado y con ojos llenos de furia, era arrastrado en su forma humana. Los lobos guerreros de Lorenzo sostenían con firmeza sus brazos, manteniéndolo en su lugar mientras su energía disminuía con cada paso hacia lo desconocido. Las cadenas resonaron ominosamente cuando lo colocaron en una celda, y Brandon intentó forcejear, pero la debilidad lo envolvía como un manto. La bestia dentro de él estaba hambrienta y cansada. Lorenzo, con una sonrisa burlona, dio un paso hacia delante, observando la desesperación en los ojos de su prisionero. ―Nos volvemos a ver, Brandon ―le dio una sonrisa burlona ―Espero que te sientas cómodo en tu nuevo hogar. ―¿Qué pretendes con esto, Lorenzo? El lobo forcejeaba en vano, su aliento agitado revelaba la falta de fuerzas. La bestia dentro de él, debilitada por la falta de alimento, apenas emitía un susurro de protesta. Lorenzo, con una sonrisa siniestra,
CHANTAJE. ―Alfa, ¿qué hacemos? ―instó el guerrero, sacándola de sus cavilaciones.Serafina lo miró en silencio, sintiendo un nudo en la garganta. Tragó saliva antes de continuar.―¿Ha dicho qué quiere? ―preguntó, aunque en su corazón ya sabía la respuesta. Pero no se sentía preparada para volver a ese lugar que había sido su hogar y prisión a la vez. ¿Pero tenía otra opción?Además, tenía que pensar en Alessio. Aunque el pequeño había aceptado a ese cruel Alfa como su padre, tenía que hacer lo posible por mantenerlo alejado de su influencia y esperar que algún día, cuando se convirtiera en un gran Alfa, liderara su propia manada con sabiduría y bondad. Sin embargo, era evidente que el pequeño era un Bellanti y su lealtad estaba con su padre.Las emociones se agolpaban en el pecho de Serafina mientras luchaba por tomar una decisión que afectaría a todos.En ese preciso instante, su adorado hijo llegó corriendo, ella lo miró y su corazón se apretó todavía más, él era un recordatorio con
DESCARO. La bofetada resonó en el amplio salón. Serafina se apartó de Lorenzo y le lanzó una mirada desaprobatoria. ―Eres un descarado. ―gruño. El Alfa alzó una ceja y le dijo. ―Serafina, creo que te estás pasando de la raya. ―Yo. Aquí el que se pasa de la raya es otro. Mira todo lo que haces, secuestras a Brandon y no conforme con eso, me propones que sea tu amante. ―No eres mi amante. ―gruño el Alfa. ―Ah, no, ¿y qué voy a ser entonces? ¿O es que ahora practicas la poligamia? Lorenzo suspiró y se dijo que debía llenarse de paciencia, cuando tomó esta decisión estaba al tanto de que no sería fácil, y menos con Serafina, que era la loba más testaruda que había conocido. ―Si tan solo supieras escuchar, entonces evitaríamos muchas cosas, pero, en cambio, lo que haces es comportarte como una loca. ¿Estás segura de que nuestro hijo no ha aprendido eso? Ella abrió los ojos como platos y estos se llenaron de furia. ―Lo que me faltaba era que pusieras en duda mi labor como madre. ―S
UN TRATO.Serafina estuvo a punto de caer presa de sus palabras, de creer nuevamente en sus promesas, pero se aferró a su determinación.―Lorenzo, el que Vivían ya no este, no borra todo el dolor, no borra la decepción y sobre todo no borra el hecho de que la prefirieras a ella.―Eres difícil, ¿eh?―No se trata de ser difícil o no. Se trata de que no me siento preparada para hacer como si nada hubiera pasado. De simplemente ignorar todos tus errores.―¿Mis errores? ¿Y los tuyos?Serafina guardó silencio.―Tú también cometiste errores, Serafina. Y no estoy juzgándote sin compasión. ―el Alfa se dio la vuelta y regresó a su trono. Ella lo siguió.―Sí, fingí mi muerte, pero, solo fue para salvarme, fue para escapar de todo este dolor al que me estabas condenando.―¿Y dónde dejas el hecho de que me condenaste a mí durante largos siete años? Te llevaste a mi hijo y me quitaste el derecho de estar a su lado durante sus primeros años. Sabías que deseaba ser padre, Serafina. ―Lorenzo la miro se
DE REGRESO AL PRINCIPIO. ―¿Qué trato? Lorenzo se acercó a Serafina con una mirada suplicante, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y vulnerabilidad. ―Serafina, escúchame ―comenzó, tomando su mano con suavidad. ― Te propongo un periodo de convivencia sin compromisos. Durante este tiempo, me abstendré de cualquier acercamiento que no sea del tipo romántico. Te demostraré que valgo la pena y que puedes confiar en mí. Pero… si al final de ese tiempo, tú no sientes nada por mí…―el Alfa bajó la cabeza y murmuró ―…te dejaré libre para siempre. Serafina lo miró con incredulidad, sus ojos mostraron una mezcla de sorpresa y temor. ―¿Pa… para siempre? ―preguntó, luchando por mantener la calma. ―Te lo juro por todo lo que valoro en este mundo ―respondió Lorenzo con intensidad. ―Te daré mi palabra como Alfa y como hombre. Este trato es mi última esperanza de demostrarte que puedo cambiar, que puedo merecer tu amor. Pero si al final de él decides que no me amas, entonces yo… aprende
SOY UN BELLANTI. La luz del atardecer bañaba la manada Sol con tonos dorados y rosados, un espectáculo que normalmente hubiera arrancado suspiros de sus miembros. Pero para Lorenzo y Serafina, todo lo que importaba era el pequeño Alessio, que se había detenido al pie de la gran escalera que conducía a la casa principal. Sus ojos, tan parecidos a los de su padre, brillaban con una mezcla de sorpresa y emoción al ver a sus padres juntos. Con un grito alegre, el niño comenzó a correr hacia ellos, sus pequeñas piernas llevándolo tan rápido como podía. Lorenzo se arrodilló, extendiendo los brazos hacia su hijo, y cuando Alessio se lanzó en ellos, lo rodeó con fuerza, cerrando los ojos mientras se sumergía en la sensación de tener a su hijo en sus brazos una vez más. Alessio, con la inocencia de su corta edad, rodeó el cuello de su padre con sus pequeños brazos y susurró “papá”, una palabra tan simple, pero cargada de un amor y una añoranza que Lorenzo sintió resonar hasta lo más profundo