No me crucifiquen al Alfa, ya saben como son... jajajaja
SOSPECHAS.La puerta se cerró tras la silueta menguante de Alessio, y con ella, se suponía que debía cerrarse el capítulo de un encuentro fortuito y sin significado. Lorenzo se obligó a sí mismo a borrar la imagen del niño, a concentrarse en los asuntos de su manada, en las estrategias y alianzas. Pero en su mente, los ojos del niño, inundados de tristeza, se negaban a desvanecerse. Los ojos de Alessio llenos de tristeza, causaban un dolor en su pecho que no podía ser ignorado.Con un suspiro que parecía cargar el peso de un mundo no reconocido, Lorenzo cambió de opinión. Necesitaba distracciones, respuestas, tal vez ambas. Se dirigió hacia la fiesta que aún celebraba la noche con música y risas, un mundo aparte del que acababa de tocar en su habitación.En el salón, su presencia era como una sombra entre las luces. Sus ojos, oscurecidos por pensamientos inconfesables, se fijaron en Brandon. Había algo en él, un eco del aroma de Serafina que Lorenzo no podía sacudirse. De repente, rec
SECRETOS QUE DEBEN PERMANECER ENTERRADOS El amanecer se desplegó con un manto de luz tenue sobre el dominio de Lorenzo, tiñendo el cielo de tonos pastel. La noche había sido larga, los secretos y sombras del festín aún bailaban en su mente, especialmente la imagen de un niño con ojos que eran el reflejo de los suyos. El Alfa encontró a Zade supervisando el entrenamiento de los guerreros más jóvenes, su figura imponente destacando entre ellos. ―Zade ― lo llamó, con una voz que cortó el frío aire matutino. ―Necesito que hagas algo por mí. El Beta se giró, su expresión cambiando a una de atención inmediata. ―Por supuesto, Alfa. ¿Qué necesitas? ―Debemos investigar a un Alfa... y a un niño, llamado Alessio ―instruyó Lorenzo, su tono, dejando entrever la urgencia que sentía. Zade frunció el ceño ligeramente. ―¿Puedo preguntar por qué? El Alfa miró hacia el horizonte, donde el sol empezaba a reclamar su trono. ―No lo sé con certeza, pero hay algo... una conexión extraña, sobre todo
REVELACIONES Y TORMENTAS. El viento soplaba con fuerza a través de los vastos terrenos de la manada de Lorenzo, presagiando una tormenta que parecía resonar con el tumulto en el corazón del Alfa. Zade regresaba de su misión, su andar era pesado, y en sus ojos se reflejaba una tormenta similar a la que se gestaba en el cielo. Lorenzo lo esperaba en su estudio, un espacio lleno de mapas y estrategias, pero hoy, la estrategia más compleja yacía en descifrar las emociones que marcaban el rostro de su Beta. ―Zade ―lo saludó ―Veo que las noticias que traes no son simples. El Beta le devolvió la mirada con pesar y una complejidad de emociones que Lorenzo no pudo descifrar. ―Alfa ―empezó Zade ―Antes de decirte lo que he descubierto, quizás quieras un trago. Lorenzo frunció el ceño, desconcertado por la actitud de su Beta. ―¿Qué has encontrado? ―insistió con un tono que no admitía dilaciones. Zade suspiró. ―Por favor, Alfa. Un trago. Con una mezcla de irritación y ansiedad, Lorenzo se
RECHAZÓ SU SOLICITUD.―Ven, Fina ―dijo sedosamente ―Es hora de que te haga nuevamente mia.Incluso en sus sueños, Serafina se mantuvo desafiante, a pesar de que el Alfa que estaba delante de ella estremecía hasta la última célula de su cuerpo.―Vete al diablo.El Alfa se rió entre dientes y tomó la polla entre sus manos.―Pero yo y mi amigo te necesitamos.Ella observó con creciente lujuria como su enorme nudo Alfa comenzaba a formarse en la base de su erección. Esto la hizo tragar fuerte.―Prefiero morir antes de volver a meterme en una cama contigo ―dijo con desdén y solo una pizca de miedo.Los ojos azules del hombre reflejaban diversión como si ella hubiera dicho una broma.―Creo solo estás torturándote, Fina. Desde aquí puedo sentir tu excitación, como tu coño llora por mí. ―el hombre dio un paso hacia ella en toda su gloria desnuda, sus músculos contrayéndose con cada paso que daba y el corazón de Serafina se agitó en contra de su voluntad. El alzó su barbilla haciendo que lo mi
UN MENSAJE CLARO. El lobo enviado por Lorenzo gruño en respuesta, aunque su Alfa no le había pedido entrar en combate, negarse sería quedar en ridículo delante de todos. Y además este tonto Alfa había pedido un enfrentamiento con espada. Sería pan comido para él. ―Muy bien, acepto el reto. Te digo que no voy a matarte, solo lo haré por mi honor. Serafina resopló divertida. Asintió en silencio y le hizo señas a su Beta para que le entregara su espada. ―Sin embargo, yo no puedo prometerte lo mismo, no garantizo que no te corte la cabeza. Suficientemente insultado, el lobo enviado por Lorenzo le gruñó y envió una ola de energía enojada en su dirección. Serafina sintió que le golpeaba el pecho; necesito cada gramo de fuerza que tenía para no tambalearse hacia atrás. Ella le sonrió malévolamente. El tonto lobo había desperdiciado una energía preciosa en su exhibición de poder y no había ganado nada con ello, excepto debilitarse un poco. Serafina ahora conocía la fuerza de su oponente y
VERDAD REVELADA. Dos días después de la inquietante revelación, Zade entró al estudio con un aire de triunfo, seguido por un lobo joven cuyo rostro estaba marcado por la cautela. Lorenzo, se encontraba en su escritorio, sus ojos azules levantándose para encontrarse con los de su Beta. ―¿Qué es esto, Zade? ―preguntó, intentando mantener la compostura ante la curiosidad que lo consumía. Zade, con una sonrisa victoriosa que rara vez abandonaba su rostro, dijo. ―Lo que tanto deseabas ha sucedido, Lorenzo. Las palabras de Zade fueron como un disparador para el corazón del Alfa, que empezó a palpitar con fuerza, y un temblor se apoderó de sus manos y cuerpo, una mezcla de anticipación y ansiedad. Lorenzo fijó su mirada en el joven lobo. ―¿Qué información traes? ―preguntó, esforzándose por sonar autoritario y no desesperado. El lobo dio un paso adelante y, con una audacia calculada, dijo. ―Primero quiero saber si seré recompensado. Lorenzo asintió a Zade, quien sin decir palabra, co
DESAFÍO. En el opulento estudio, Lorenzo y Zade estaban inmersos en una confrontación que amenazaba con fracturar la lealtad que había existido entre ellos. El aire estaba cargado con la tensión de decisiones que repercutirían en la manada. Zade, con gesto preocupado, intentaba razonar con el Alfa, pero Lorenzo estaba decidido a seguir adelante con su plan, a pesar de las advertencias de su fiel Beta. —Lorenzo, debes reconsiderar esto. Podemos abordar la situación de otra manera, sin arrojar gasolina al fuego —insistió Zade, su mirada llena de preocupación. —No te atrevas a cuestionar mis decisiones, Zade. Haz lo que se te ordena y ve al consejo. —La voz de Lorenzo era un gruñido bajo, su expresión desafiante. Zade resopló, frustrado por la terquedad de su Alfa. —Mi deber es proteger la manada, no actuar como tu lacayo ciego. Esto solo complicará las cosas. Lorenzo lanzó una risa burlona. —No seas tan llorón, Zade. Este es mi juego y jugaré según mis reglas. El Beta, sintiendo
CHOQUE DE VOLUNTADES. La luz de la mañana se filtraba a través de los árboles, tiñendo el claro con tonos dorados. Lorenzo se detuvo, su figura imponente recortada contra el cielo crepuscular. La espera había terminado; después de siete largos años, estaba a punto de reencontrarse con Serafina. Aunque sabía que ella estaba viva, el saber y el ver eran dos realidades distintas. Cuando sus ojos finalmente se posaron sobre ella, un torrente de emociones la golpeó con la fuerza de una tormenta desatada. La primera y más poderosa fue el asombro, no por su presencia, sino por la oleada de alivio que lo inundó al verla. Era un alivio que había negado en la soledad de su ser, donde incluso su lobo interior se había rehusado a aceptar su pérdida. Serafina lo miró con frialdad, sin embargo, tan fiera y hermosa como la recordaba, quizás incluso más, su ropa de combate abrazaba cada curva, una segunda piel que no dejaba nada a la imaginación. La tela ajustada, permitía la libertad de movimient