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PÍCNIC SECRETO. En un rincón secreto del bosque, donde los árboles susurraban historias antiguas y el cielo apenas se atrevía a mirar, Zade había preparado un refugio de ensueño. Llamas temblorosas danzaban entre los troncos, y los pétalos de flores tejían un tapiz de colores sobre el manto verde del suelo. Era un santuario de tranquilidad, una pausa en el tiempo creada solo para ellos dos. Luna llegó, guiada por la curiosidad y la dulce fragancia del jazmín que flotaba en el aire. Sus ojos se abrieron con asombro ante la visión del claro iluminado por la suave luz de las velas. ―Zade, es… es hermoso, ―dijo, su voz, un hilo de maravilla. Él le extendió la mano con una sonrisa que era un reflejo de su corazón. ―Para ti, Luna. Para nosotros. Se sentaron, rodeados por la intimidad del bosque, compartiendo una comida que era menos sobre los sabores en sus lenguas y más sobre las palabras que intercambiaban. Risas se mezclaban con el crujir de las hojas bajo ellos, y las conversaciones
EL PESO DE UN PASADO. Erika forcejeaba con el lobo sobre ella, pero por más que lo intentaba, el lobo no se detenía. Sus manos empujaban contra el fuerte cuerpo, sus dedos intentando encontrar un punto de palanca para liberarse, pero era como empujar una montaña. ― ¡Por favor, no lo hagas! ¡Déjame! ¡Te lo ruego! ―suplicaba Erika, su voz quebrada por el pánico y la desesperación. Las palabras se ahogaban en el aire espeso del terror que la envolvía. Pero el lobo sobre ella la presionaba con más fuerza, su peso, una sentencia ineludible. ―No te quejes, ―le espetó con desprecio. ―Eres una simple Omega, no vales nada y a nadie le interesas. Tu único propósito en esta vida es complacer a un Alfa. ― ¡Noooooo por favor, déjame… te lo suplico, te lo suplico! ―Las lágrimas de Erika se mezclaban con sus súplicas, cada palabra un puñal que intentaba perforar la indiferencia del lobo. ―No hay súplica que me detenga, ―gruñó él, impasible a su dolor. ―Puedo oler tu celo, Erika, y te deseo, y te
SIPNOSIS Erika, una Omega marginada por su manada, vive bajo el peso de cicatrices que cuentan historias de un pasado doloroso y un linaje menospreciado. Sin embargo, la revelación de que su verdadero padre es un Beta venerado de la poderosa manada Wintorp desmorona las verdades que había tomado por ciertas. Lanzada a un torbellino de intrigas y secretos ancestrales, Erika se encuentra en el centro de una alianza crucial cuando Malakay, el enigmático Alfa de la manada Snow, la reclama como su compañera. Con la promesa de un nuevo destino y la resistencia a los fantasmas del pasado, Erika debe navegar por un camino lleno de poder, lealtad y un amor inesperado que podría sellar o destruir el futuro de dos manadas. UNION ACORDADA ALFA CELOSO/DOMINANTE PASADO DOLOROSO SECRETOS/MENTIRAS ESCENAS SPICY
UNIÓN INMINENTE. ―Alfa, otro cachorro, murió, ―informó el sanador con voz temblorosa. Malakay cerró sus ojos por un momento, su pecho subía y bajaba al ritmo de su frustración contenida. ―Es el tercer cachorro que perdemos en el mes, ―dijo finalmente, con un gruñido bajo. ― ¿Tienen alguna respuesta? Tiene que haber una causa. Quizás las lobas están consumiendo algo que hace que los cachorros perezcan. El sanador negó con la cabeza, su expresión era un lienzo de tristeza y confusión. ―No, mi Alfa, no hay respuesta. Hemos revisado todo y las lobas embarazadas se alimentan bien. Tal vez sea un castigo de la Diosa. Malakay resopló. ―No me vengas con eso. ¿La Diosa? ¿Por qué nos castigaría? Tiene que haber una respuesta. ―Mi señor, ―empezó el Sanador cautelosamente, su mirada fija en el suelo antes de encontrar el valor para mirar a los ojos penetrantes de Malakay. ―Tal vez deberíamos mejorar nuestra genética. El Alfa entrecerró los ojos. ― ¿A qué te refieres? ―Bueno... es que so
LLÉVAME CONTIGO. La sala de la casa de Lilith estaba sumida en un caos de emociones tan tangibles como los restos de lo que había sido, hasta hace unos momentos, su refugio personal. La loba Beta, hija del anciano Petrus, respiraba con dificultad, su pecho subía y bajaba con violencia, mientras sus ojos destellaban con la furia de una tormenta. Con un gruñido gutural, lanzó otro objeto contra la pared, donde se hizo añicos, uniéndose al montón de vidrios que ya cubrían el suelo. ― ¡Nunca! ¡Jamás aceptaré a esa forastera como Luna de nuestra manada! ―vociferó, sus palabras cortando el aire como cuchillas. Petrus, su padre, se mantenía en el umbral de la puerta, observando la escena con una serenidad que contrastaba con la tempestad interna de su hija. ―Lilith, —dijo con voz pausada, ―debes pensar con cabeza fría. No todo está perdido. La loba se giró hacia él, sus ojos aun brillando con un fuego indomable. ― ¿Cabeza fría? ¿Hablas en serio? ¿Cómo esperas que me mantenga tranquila c
CONEXION INSTANTANEA.Malakay cruzó el umbral del patio del castillo Wintorp, y sus ojos se toparon con una escena que hizo que su corazón se detuviera por un instante: la loba mujer que su lobo interior reconocía como suya, estaba en los brazos de otro. A pesar de la tormenta de emociones que se desató dentro de él, Malakay apretó la mandíbula y se obligó a el mismo a mantener la calma y también a su lobo."Tranquilízate. Ahora no es el momento"Su lobo le dio un gruñido en respuesta y Malakay prefirió ignorarlo y siguió con paso firme y controlado hacia el interior del castillo, decidido a encontrarse con el Alfa de la manada. Su presencia imponente hacía que los demás se apartaran a su paso, pero su mente estaba en otro lugar.Mientras tanto, Erika sentía cómo su corazón latía con fuerza, casi dolorosamente. Su loba interior aullaba, desesperada por la presencia del lobo que acababa de entrar al patio.― ¿Erika, estás bien? Tobías no pudo evitar preocuparse al ver el cambio en ella
¿ES EL LOBO QUE AMAS?La atmósfera en el jardín estaba cargada de tensión. Erika, con la espalda erguida y la mirada desafiante, se enfrentaba a su tío, el imponente Alfa Viktor, quien había venido a reclamarla para unirse al lobo de la manada Snow.―Erika, es tu deber unirte a él. No solo es un honor, sino una necesidad para la manada.―No voy a ser parte de esto. ―replico decidida a alzar su voz ―No soy propiedad de nadie y merezco escoger mi propio camino.Su tío frunció el ceño, la paciencia claramente desgastándose.― ¿Has olvidado cómo te acogimos sin condiciones? ¿Cómo hemos cuidado de ti?Erika sintió un pellizco de remordimiento; en el fondo sabía que su tío tenía razón. Pero había algo más fuerte que la culpabilidad que latía dentro de su pecho: el deseo de libertad, el deseo de no volver a someterse a ningún lobo.―Estoy agradecida, pero no puedo permitir que eso me ate a una vida que no quiero.La loba interior de Erika gruñía, instándola a aceptar al lobo de cabello plate
TORMENTA DE EMOCIONES. El beso entre Malakay y Erika se intensificó, cruzando el umbral de una conexión puramente física a algo más profundo, algo primordial. Los lobos dentro de ellos resonaron con un reconocimiento ancestral, un llamado que fluía en su sangre y vibraba en sus almas. Erika, por un momento, se dejó llevar por la marea de emociones que la inundaba, su resistencia se derrumbó bajo el peso del deseo y la conexión que parecía inevitable. Malakay, por su parte, se encontró atrapado en un torbellino de deseo desenfrenado y posesividad que lo tomó por sorpresa. Nunca había sentido tal urgencia, tal necesidad por ninguna loba. Sus manos, como si tuvieran voluntad propia, exploraban la suavidad y delicadeza de Erika, cada curva, cada línea de su cuerpo que parecía haber sido hecha para complementar la suya. Pero en medio de esa pasión creciente, las imágenes del pasado de Erika emergieron como sombras oscuras. Recuerdos de Sedrik y momentos forzados se proyectaron en su ment