SIPNOSIS
UNIÓN INMINENTE. ―Alfa, otro cachorro, murió, ―informó el sanador con voz temblorosa. Malakay cerró sus ojos por un momento, su pecho subía y bajaba al ritmo de su frustración contenida. ―Es el tercer cachorro que perdemos en el mes, ―dijo finalmente, con un gruñido bajo. ― ¿Tienen alguna respuesta? Tiene que haber una causa. Quizás las lobas están consumiendo algo que hace que los cachorros perezcan. El sanador negó con la cabeza, su expresión era un lienzo de tristeza y confusión. ―No, mi Alfa, no hay respuesta. Hemos revisado todo y las lobas embarazadas se alimentan bien. Tal vez sea un castigo de la Diosa. Malakay resopló. ―No me vengas con eso. ¿La Diosa? ¿Por qué nos castigaría? Tiene que haber una respuesta. ―Mi señor, ―empezó el Sanador cautelosamente, su mirada fija en el suelo antes de encontrar el valor para mirar a los ojos penetrantes de Malakay. ―Tal vez deberíamos mejorar nuestra genética. El Alfa entrecerró los ojos. ― ¿A qué te refieres? ―Bueno... es que so
LLÉVAME CONTIGO. La sala de la casa de Lilith estaba sumida en un caos de emociones tan tangibles como los restos de lo que había sido, hasta hace unos momentos, su refugio personal. La loba Beta, hija del anciano Petrus, respiraba con dificultad, su pecho subía y bajaba con violencia, mientras sus ojos destellaban con la furia de una tormenta. Con un gruñido gutural, lanzó otro objeto contra la pared, donde se hizo añicos, uniéndose al montón de vidrios que ya cubrían el suelo. ― ¡Nunca! ¡Jamás aceptaré a esa forastera como Luna de nuestra manada! ―vociferó, sus palabras cortando el aire como cuchillas. Petrus, su padre, se mantenía en el umbral de la puerta, observando la escena con una serenidad que contrastaba con la tempestad interna de su hija. ―Lilith, —dijo con voz pausada, ―debes pensar con cabeza fría. No todo está perdido. La loba se giró hacia él, sus ojos aun brillando con un fuego indomable. ― ¿Cabeza fría? ¿Hablas en serio? ¿Cómo esperas que me mantenga tranquila c
CONEXION INSTANTANEA.Malakay cruzó el umbral del patio del castillo Wintorp, y sus ojos se toparon con una escena que hizo que su corazón se detuviera por un instante: la loba mujer que su lobo interior reconocía como suya, estaba en los brazos de otro. A pesar de la tormenta de emociones que se desató dentro de él, Malakay apretó la mandíbula y se obligó a el mismo a mantener la calma y también a su lobo."Tranquilízate. Ahora no es el momento"Su lobo le dio un gruñido en respuesta y Malakay prefirió ignorarlo y siguió con paso firme y controlado hacia el interior del castillo, decidido a encontrarse con el Alfa de la manada. Su presencia imponente hacía que los demás se apartaran a su paso, pero su mente estaba en otro lugar.Mientras tanto, Erika sentía cómo su corazón latía con fuerza, casi dolorosamente. Su loba interior aullaba, desesperada por la presencia del lobo que acababa de entrar al patio.― ¿Erika, estás bien? Tobías no pudo evitar preocuparse al ver el cambio en ella
¿ES EL LOBO QUE AMAS?La atmósfera en el jardín estaba cargada de tensión. Erika, con la espalda erguida y la mirada desafiante, se enfrentaba a su tío, el imponente Alfa Viktor, quien había venido a reclamarla para unirse al lobo de la manada Snow.―Erika, es tu deber unirte a él. No solo es un honor, sino una necesidad para la manada.―No voy a ser parte de esto. ―replico decidida a alzar su voz ―No soy propiedad de nadie y merezco escoger mi propio camino.Su tío frunció el ceño, la paciencia claramente desgastándose.― ¿Has olvidado cómo te acogimos sin condiciones? ¿Cómo hemos cuidado de ti?Erika sintió un pellizco de remordimiento; en el fondo sabía que su tío tenía razón. Pero había algo más fuerte que la culpabilidad que latía dentro de su pecho: el deseo de libertad, el deseo de no volver a someterse a ningún lobo.―Estoy agradecida, pero no puedo permitir que eso me ate a una vida que no quiero.La loba interior de Erika gruñía, instándola a aceptar al lobo de cabello plate
TORMENTA DE EMOCIONES. El beso entre Malakay y Erika se intensificó, cruzando el umbral de una conexión puramente física a algo más profundo, algo primordial. Los lobos dentro de ellos resonaron con un reconocimiento ancestral, un llamado que fluía en su sangre y vibraba en sus almas. Erika, por un momento, se dejó llevar por la marea de emociones que la inundaba, su resistencia se derrumbó bajo el peso del deseo y la conexión que parecía inevitable. Malakay, por su parte, se encontró atrapado en un torbellino de deseo desenfrenado y posesividad que lo tomó por sorpresa. Nunca había sentido tal urgencia, tal necesidad por ninguna loba. Sus manos, como si tuvieran voluntad propia, exploraban la suavidad y delicadeza de Erika, cada curva, cada línea de su cuerpo que parecía haber sido hecha para complementar la suya. Pero en medio de esa pasión creciente, las imágenes del pasado de Erika emergieron como sombras oscuras. Recuerdos de Sedrik y momentos forzados se proyectaron en su ment
JAMÁS SERÉ TU MUJER.El amanecer apenas comenzaba a filtrarse por las rendijas de la ventana cuando Erika se despertó sobresaltada, el eco de una pesadilla con Sedrik aun vibrando en su mente. Y antes de que pudiera atrapar su aliento, un suave golpeteo en la puerta cortó el silencio.― ¿Quién es? ―preguntó con la voz aún ronca por el miedo.―Es Gil, tengo algo para usted.Erika se levantó y abrió la puerta para encontrarse con Gil, una mujer mayor con ojos que habían visto el cambio de muchas estaciones. En sus manos llevaba un vestido, no cualquier vestido, sino uno que irradiaba una historia en cada hilo.―Fue enviado por su padre para que lo use hoy. ―explicó, extendiendo el vestido hacia ella. ―Perteneció a su madre.Erika lo tomó, sus dedos rozando la tela delicadamente.― ¿Mi madre…?―Sí, era de ella. ―confirmó Gil, asintiendo con un respeto reverente.Ella sintió una oleada de conexión con su madre, una mujer que nunca había conocido, pero cuya presencia siempre había sentido.
SEGUIR LA TRADICIÓN. Antes de que Erika pudiera procesar su siguiente movimiento, los labios de Malakay estaban sobre los suyos, reclamándola con una urgencia que borraba cualquier pensamiento consciente. A pesar de su determinación de resistirse, algo primordial y profundo la empujó a responder al beso. Era una conexión que iba más allá de la lógica, una unión de almas y esencias que la instaba a ceder y que, contra todo pronóstico, le brindaba una sensación de seguridad. Malakay, por su parte, nunca se había sentido tan completo y satisfecho como en el momento en que probó los dulces labios de Erika. Su sabor y su aroma eran como un hechizo que lo envolvía, todo en ella era simplemente perfecto para él. Sus instintos tomaron el control, su lobo interior luchaba por ejercer su soberanía, ansiando ir más allá, dejar su marca, proclamar a todos los lobos que ella le pertenecía. Podía sentir cómo la excitación de Erika aumentaba con cada segundo que pasaba, cada roce era una chispa qu
UNA LUNA DESPRECIADA. A la mañana siguiente, el aire estaba cargado de una tensión palpable entre Erika y Malakay mientras partían rumbo a la manada Snow. A pesar de su renuencia a tener cualquier tipo de contacto con su nuevo compañero, Erika sabía que era necesario preguntar; después de todo, iba a ser la Luna de la manada y con ello, nuevas responsabilidades vendrían. ― ¿Cómo… cómo es la gente de tu manada? ¿Crees que me acepten? ―preguntó con una voz insegura, mirando de reojo a Malakay. Él la miró por un segundo y finalmente respondió con desdén. ―Serás su luna. Que les gustes o no, eso no importa. Nuestra unión tiene un propósito, Erika, no confundas las cosas. ― ¿Qué estás tratando de decir? ―insistió ella. El lobo se detuvo y tomó un gran suspiro. ―Lo que trato de decir es que ellos saben para qué te uniste a mí, y por si tu padre o tu tío no te lo dijo, pues entérate ahora. Me uní a ti para tener hijos, mi manada necesita crías nuevas; están muriendo y como Alfa debo as