¡Amo a este lobo!
UNA LUNA DESPRECIADA. A la mañana siguiente, el aire estaba cargado de una tensión palpable entre Erika y Malakay mientras partían rumbo a la manada Snow. A pesar de su renuencia a tener cualquier tipo de contacto con su nuevo compañero, Erika sabía que era necesario preguntar; después de todo, iba a ser la Luna de la manada y con ello, nuevas responsabilidades vendrían. ― ¿Cómo… cómo es la gente de tu manada? ¿Crees que me acepten? ―preguntó con una voz insegura, mirando de reojo a Malakay. Él la miró por un segundo y finalmente respondió con desdén. ―Serás su luna. Que les gustes o no, eso no importa. Nuestra unión tiene un propósito, Erika, no confundas las cosas. ― ¿Qué estás tratando de decir? ―insistió ella. El lobo se detuvo y tomó un gran suspiro. ―Lo que trato de decir es que ellos saben para qué te uniste a mí, y por si tu padre o tu tío no te lo dijo, pues entérate ahora. Me uní a ti para tener hijos, mi manada necesita crías nuevas; están muriendo y como Alfa debo as
DELICIOSO DESAYUNO. Erika se despertó con los primeros rayos del sol filtrándose a través de las cortinas. A pesar de ser la luna de la manada, no quería quedarse en la cama todo el día. Sabía que Malakay, no le había asignado deberes específicos, pero eso no significaba que iba a pasar su tiempo ociosa. La noche anterior, después de que la Omega la guiara a su habitación, Malakay se había reunido con Lilith. Erika no necesitaba ser una experta para notar las intenciones de desafío de la loba hacia ella, y aunque trataba de convencerse de que no le importaba, la verdad era que le roía por dentro. Cuando llegó al salón principal, lo encontró vacío. El aroma a venado asado la guio a la cocina, donde una loba cocinera la miró sorprendida. —Luna Erika, ¿por qué está despierta tan temprano? —preguntó con una sonrisa cálida. Erika devolvió la sonrisa, aunque con cierta cautela. —Bueno, yo… siempre despierto temprano —respondió con voz suave—. Y quería saber en qué puedo ayudar. —¿Ayud
UN ALFA FUERA DE CONTROL.—¿Querías verme, Malakay? Lilith entró en la sala del consejo con una sonrisa coqueta y un contoneo de caderas deliberado. Malakay fue consciente de la actitud de la loba, pero ella nunca había sido su tipo y menos ahora que tenía a Erika.—Necesito dejarte algo en claro, Lilith. —El Alfa se puso de pie y clavó sus ojos grises en la Beta. —No quiero que lo que sucedió esta mañana se repita de nuevo, ¿está claro? Fuiste deliberadamente grosera frente a Erika y parece que has olvidado quién es ella y lo que representa. La cara de la loba se contrajo y la sangre en sus venas se hirvió de rabia. —Estás… estás poniéndola… ¿Estás defendiéndola? Malakay se cruzó de brazos. —¿Por qué no debería? Es mi compañera Lilith, le debes respeto. —No. Ella es una forastera. —Lilith se acercó a Malakay con los ojos llenos de agravios —¿Por qué no me elegiste a mí? Estoy segura de que sabes lo que siento por ti, Malakay, desde siempre he estado enamorada de ti. Yo… yo soy t
DESAFÍO A ERIKA. Malakay no dejaba de besar a Erika, sus labios se movían con urgencia y pasión. Los lobos sentían la tensión del momento, sus instintos resonando con la necesidad de la unión de sus líderes. Erika gimió, fue un sonido bajo y lleno de tormento emocional. Se estaba dejando llevar por la marea de sentimientos que la abrumaban. ―No te niegues a mí, ―susurró Malakay, mientras lamia la curva de su cuello. ―Yo… yo… ―balbuceó Erika, perdiendo su lucha contra la excitación que Malakay despertaba en ella. ―Sé que lo quieres, lo deseas. Puedo olerlo, Erika, ―continuó él, su voz era una caricia oscura contra su piel. ―Sí… ―susurró ella, finalmente cediendo al placer, ―lo quiero. Escuchar su admisión fue como una victoria para Malakay; su pecho se hinchó de orgullo y emoción. Se inclinó para capturar sus labios en un beso profundo y posesivo. ―Eres mía, Erika. Solo mía. ―Hmm… El Alfa se dejó llevar por sus emociones, la necesidad de ella lo consumía tanto que el lugar ya n
SOY LA LUNA.Malakay atravesó el patio del castillo con preocupación. Esperaba encontrar a Erika en un estado de vulnerabilidad, pero en lugar de eso, vio a una loba furiosa y preparada para atacar. —Erika… —llamó suavemente el Alfa, intentando calmar las aguas turbulentas del conflicto. Pero Erika estaba más allá del alcance de su voz, su enojo era una barrera sorda a cualquier llamado. —Erika… —¿Entiendes lo que dije… Lilith? — insistió Erika, el nombre de la Beta salió con desdén.Lilith, al escuchar su nombre, la Beta asintió con miedo fingido y se mostró lo más vulnerable que pudo: era su momento de actuar. Fue entonces cuando su padre se adelantó, con la voz llena de indignación.—¡Te exijo que sueltes a mi hija! ¡No tienes ningún derecho…!—Tengo el derecho a defenderme, — interrumpió Erika con firmeza, sin ceder un ápice. —Y su hija ha estado jodiéndome desde que llegué. ¿Qué espera? ¿Que me siente y vea cómo hace conmigo lo que quiera?El viejo lobo hinchó su pecho, listo pa
FINALMENTE, MIA. Malakay se aventuró un poco más y se inclinó para dejar un suave beso en su hombro, el aliento cálido del lobo hizo que la piel de Erika se erizara. ―Te deseo… ―le susurro el Alfa ―Nunca había deseado algo más en mi vida que a ti, Erika. Las palabras del lobo estaban cargadas de pasión y anhelo, y algo dentro de Erika se quebró. ―Quiero poseerte, pero también quiero amarte… ―las manos de Malakay se metieron debajo de ella y apretaron sus senos. ―… déjame demostrarte que puedo ser el compañero que necesitas. La loba estaba perdiendo su determinación, como podría mantenerse firme cuando era tocada de tal manera. El corazón de Erika estaba a punto de explotar y su cuerpo a punto de hacer combustión. ―Malakay… ―murmuro girándose y ese fue su peor error, porque le dio una vista perfecta al lobo de sus redondos senos. ― ¡Diosa! ―exclamo el Alfa. ―Tienes los pezones más apetecibles que he visto. Erika esta vez no se sonrojó, al contrario, se sintió halagada y deseada c
LA MARCA DEL ALFA. ― ¡Oh, diosa! ¡Malakay! Los muslos de Erika temblaban y sus dedos se enredaron en el cabello del Alfa. El pecho de Malakay podría haber explotado de satisfacción cuando la escucho gritar su nombre. La lengua del lobo se enroscó alrededor de su clítoris y luego lo acaricio con lentitud. Erika gimió su nombre una vez más. ―Malakay… ―el pecho de la mujer subía y bajaba descontrolado ―Alfa… ― ¿Quieres correrte duro? ―pregunto. ―Por favor, Alfa, por favor. ―suplico. Él agarró sus muslos y los presiono hacia arriba, para luego deslizar la lengua por todo su sexo. Con una mano abrió los labios y metió la lengua hasta el fondo, Erika grito mientras sus músculos internos se agitaban contra él. Malakay no podía esperar para tenerla de nuevo, su polla estaba más dura que nunca y palpitaba ansiado liberarse. ―Fuiste hecha para mí… Solo para mí. Lamio todo su centro mientras hacía pequeños sonidos de aceptación. ―Tu sabor es delicioso, Omega. Le acaricio el clítoris co
FESTIVAL DE INVIERNO. Erika se despertó con la luz del amanecer filtrándose por las cortinas de la habitación. Sus ojos recorrieron el lugar, un suspiro de tristeza se escapó de sus labios al no encontrar la figura de Malakay. La soledad era un frío recordatorio de su pasado, pero justo cuando la sombra de la decepción comenzaba a nublar su semblante, una rosa lunar captó su atención sobre la mesa de noche, acompañada de una nota cuidadosamente doblada. La curiosidad venció al instante y con manos temblorosas, tomó la nota y la abrió. Las palabras escritas con una caligrafía elegante y firme eran un bálsamo para su corazón herido. "Eres mi luna en la oscuridad del bosque", leyó en voz baja, y una sonrisa iluminó su rostro mientras un calor familiar brotaba en su pecho. ―Malakay… ―murmuro el nombre del lobo con voz suave y emocionada. Se levantó, impulsada por una nueva energía, y se preparó para el día. Al bajar al salón principal, encontró a Malakay en medio de dar instrucciones