FINALMENTE, MIA. Malakay se aventuró un poco más y se inclinó para dejar un suave beso en su hombro, el aliento cálido del lobo hizo que la piel de Erika se erizara. ―Te deseo… ―le susurro el Alfa ―Nunca había deseado algo más en mi vida que a ti, Erika. Las palabras del lobo estaban cargadas de pasión y anhelo, y algo dentro de Erika se quebró. ―Quiero poseerte, pero también quiero amarte… ―las manos de Malakay se metieron debajo de ella y apretaron sus senos. ―… déjame demostrarte que puedo ser el compañero que necesitas. La loba estaba perdiendo su determinación, como podría mantenerse firme cuando era tocada de tal manera. El corazón de Erika estaba a punto de explotar y su cuerpo a punto de hacer combustión. ―Malakay… ―murmuro girándose y ese fue su peor error, porque le dio una vista perfecta al lobo de sus redondos senos. ― ¡Diosa! ―exclamo el Alfa. ―Tienes los pezones más apetecibles que he visto. Erika esta vez no se sonrojó, al contrario, se sintió halagada y deseada c
LA MARCA DEL ALFA. ― ¡Oh, diosa! ¡Malakay! Los muslos de Erika temblaban y sus dedos se enredaron en el cabello del Alfa. El pecho de Malakay podría haber explotado de satisfacción cuando la escucho gritar su nombre. La lengua del lobo se enroscó alrededor de su clítoris y luego lo acaricio con lentitud. Erika gimió su nombre una vez más. ―Malakay… ―el pecho de la mujer subía y bajaba descontrolado ―Alfa… ― ¿Quieres correrte duro? ―pregunto. ―Por favor, Alfa, por favor. ―suplico. Él agarró sus muslos y los presiono hacia arriba, para luego deslizar la lengua por todo su sexo. Con una mano abrió los labios y metió la lengua hasta el fondo, Erika grito mientras sus músculos internos se agitaban contra él. Malakay no podía esperar para tenerla de nuevo, su polla estaba más dura que nunca y palpitaba ansiado liberarse. ―Fuiste hecha para mí… Solo para mí. Lamio todo su centro mientras hacía pequeños sonidos de aceptación. ―Tu sabor es delicioso, Omega. Le acaricio el clítoris co
FESTIVAL DE INVIERNO. Erika se despertó con la luz del amanecer filtrándose por las cortinas de la habitación. Sus ojos recorrieron el lugar, un suspiro de tristeza se escapó de sus labios al no encontrar la figura de Malakay. La soledad era un frío recordatorio de su pasado, pero justo cuando la sombra de la decepción comenzaba a nublar su semblante, una rosa lunar captó su atención sobre la mesa de noche, acompañada de una nota cuidadosamente doblada. La curiosidad venció al instante y con manos temblorosas, tomó la nota y la abrió. Las palabras escritas con una caligrafía elegante y firme eran un bálsamo para su corazón herido. "Eres mi luna en la oscuridad del bosque", leyó en voz baja, y una sonrisa iluminó su rostro mientras un calor familiar brotaba en su pecho. ―Malakay… ―murmuro el nombre del lobo con voz suave y emocionada. Se levantó, impulsada por una nueva energía, y se preparó para el día. Al bajar al salón principal, encontró a Malakay en medio de dar instrucciones
AGUAS TERMALES. En las guarderías, Erika jugaba con un bebé lobo de apenas 1 año, el cachorro jalaba su cabello mientras ella reía divertida. Una Omega joven se acercó con una sonrisa amable. ―Oh, el pequeño Sam es muy travieso, siempre hace eso. Erika miró al bebé con ternura. ― ¿Sam? ¿Es su nombre? ―Sí, su madre lo llamó así por su padre, murió en la batalla contra el Alfa Feyrus. Erika volvió a mirar al bebé en sus brazos y sintió una ola de tristeza por él. Era una lástima que nunca pudiera conocer a su padre. ―Es tan pequeño y lindo, seguramente su madre cuida mucho de él, ¿verdad? La joven Omega bajó la cabeza y su expresión se tornó triste. ―No, su madre murió hace un mes, una extraña enfermedad, debo decir. Desde entonces Sam vive aquí. El corazón de Erika se apretó; el pequeño estaba solo en el mundo y ella más que nadie podía comprender lo que eso significaba. ― ¿Quiere decir que no tiene a nadie? ―No, Luna. Es un lobo huérfano. Erika miró por mucho tiempo al peq
EL LOBO EINAR.En el arroyo, Malakay tenía entre sus brazos a Erika. La loba cerró los ojos escuchando los latidos del corazón de su compañero.― ¿Te gustan las aguas termales? ―pregunto el lobo mientras sus dedos jugaban con el cabello de Erika.―Sí, son hermosas y.… deliciosas. ―dijo sonrojándose.El Alfa soltó una risa profunda.―No tienes por qué tener vergüenza, mi amor. Lo que sucede entre nosotros es completamente normal. ―le pellizco la nariz y le dio un beso antes de continuar ―sin embargo, me sorprende. Y aunque me molesta, no voy a juzgarte.― ¿Juzgarme? ―pregunto Erika confundida.―Pude darme cuenta de que no tu primera vez no fue conmigo, por lo que supongo que… ―su rostro se endureció.Aunque había sucedió mucho antes, la idea de que su Luna no haya sido virgen para él, lo molestaba.―En fin, ahora se crearán nuevos recuerdos, Erika. Recuerdos donde solo estaremos tú y yo.Erika, por su parte, no dijo nada, pero el nudo en el estómago era lo suficientemente duro como par
CELEBRACIÓN DE LA DIOSA. El día de la celebración a la Diosa amaneció claro y luminoso, como si el cielo mismo se hubiera abierto para bendecir la festividad. Erika, con la confianza de su recién encontrada posición y el apoyo incondicional de Malakay, se había sumergido en los preparativos con un fervor que sorprendió a muchos. Sus órdenes fluían con una naturalidad que parecía haber estado latente, esperando el momento de emerger. ―Mi Luna, ¿dónde quiere que se dejen las ofrendas? ―preguntó una de las Omegas, acercándose con respeto. ―Colócalas frente al altar. ―respondió Erika sin vacilar, su voz firme pero gentil. ―Sí, Luna. ―dijo la Omega, moviéndose para cumplir la orden. Erika terminaba de probar unos pasteles de arándanos, su paladar afinándose a los sabores de la tierra, cuando la niñera que había seleccionado para Sam llegó con el pequeño en brazos. ―Mi señora, está muy inquieto, creo que quiere estar con usted. ―explicó la Omega niñera, extendiendo al cachorro hacia Er
SIN MADERA DE LUNA. Todo estaba listo para la celebración de la Diosa, y el ambiente estaba impregnado de una mezcla de expectación y reverencia. La imagen de la deidad lunar, Selene, se erguía majestuosa en medio del patio, frente al imponente castillo Snow, y todos los miembros de la manada se habían congregado para el evento. Lilith, con su belleza fieramente contenida, estaba presente entre la multitud. Sus ojos, sin embargo, no reflejaban la solemnidad del evento, sino que destilaban una mezcla de envidia y desdén hacia Erika y el cachorro que ella acunaba con tanto amor. Al lado de Lilith, su padre le susurró palabras de consuelo y promesas de un futuro que él veía inevitable. ―Mantén la calma, cariño. Tarde o temprano, tú estarás allí, lo prometo. ―le aseguró con una voz que poco hacía para ocultar su ambición. La loba asintió levemente, manteniendo su compostura mientras su mirada seguía fija en la figura de Erika. De repente, Malakay dio un paso al frente, captando la aten
UN PASADO EN MANOS ENEMIGAS. Al día siguiente Erika jugaba con Sam en la habitación del pequeño, después del incidente con la Lumenia, prefirió aislarse de todos, no era ajena a los murmullos de la manada. Un golpe en la puerta la saco de sus pensamientos. ―Adelante. Malakay asomo la cabeza y le dio una gran sonrisa. ― ¿Qué haces aquí? Pensé que irías a las guarderías. ―No voy a ir. ―dijo Erika dando pequeños arrullos al cachorro lobo. ―estuve pensando y es mejor que me mantenga a raya, viste lo que pasó. El Alfa cerro la distancia entre ellos y acunó su cara. ―Eso. ―susurro. ― fue un accidente. Erika miró los dulces ojos de Malakay y le sonrió. ―Eres tan especial. ―El Alfa se inclinó para un dulce beso. ―eso es porque tengo a mi pareja aquí conmigo, haces brotar esa parte dulce, amor. La llevo a sus brazos y beso su cabello. ―No quiero que te culpes, fue un accidente y ellos tendrán que entenderlo. Erika asintió en silencio. ―Sin embargo… ―continuo el Alfa ―… Sigues teni