Amando a Malakay apoya a su Luna a pesar de todo. ¿Porque no existen los lobitos así? jajajaja. Un besote, los amo mis amores.
UN PASADO EN MANOS ENEMIGAS. Al día siguiente Erika jugaba con Sam en la habitación del pequeño, después del incidente con la Lumenia, prefirió aislarse de todos, no era ajena a los murmullos de la manada. Un golpe en la puerta la saco de sus pensamientos. ―Adelante. Malakay asomo la cabeza y le dio una gran sonrisa. ― ¿Qué haces aquí? Pensé que irías a las guarderías. ―No voy a ir. ―dijo Erika dando pequeños arrullos al cachorro lobo. ―estuve pensando y es mejor que me mantenga a raya, viste lo que pasó. El Alfa cerro la distancia entre ellos y acunó su cara. ―Eso. ―susurro. ― fue un accidente. Erika miró los dulces ojos de Malakay y le sonrió. ―Eres tan especial. ―El Alfa se inclinó para un dulce beso. ―eso es porque tengo a mi pareja aquí conmigo, haces brotar esa parte dulce, amor. La llevo a sus brazos y beso su cabello. ―No quiero que te culpes, fue un accidente y ellos tendrán que entenderlo. Erika asintió en silencio. ―Sin embargo… ―continuo el Alfa ―… Sigues teni
ELLA ES MI LUNA. ― Alfa… ― llamo el Beta de la manada. ―el Alfa Zade está aquí y.… trae compañía. Malakay estaba en el estudio del castillo, mientras Erika se encargaba de algunas labores como Luna, habían pasado tres días desde el incidente con la Lumenia, los pequeños lobos ya habían despertado y afortunadamente no habían presentado reacción a la fruta tóxica. ― ¿En compañía? ―Sí, Alfa. ―Bien, hazlos pasar. El beta regresó en compañía de Zade, quien mostró su sonrisa y otro lobo de aspecto arrogante. Sus ojos escaneaban el lugar como si estuviera en busca de algo. ― ¡Zade, que bueno verte! ―Malakay se apresuró a saludarlo. Sus ojos buscaron a su buena amiga Luna, pero no la encontró ― ¿Dónde está Luna? El otro Alfa se rio por lo bajo. ―Decidió quedarse, el asunto con las trillizas es complicado, no hay niñera que dure. Malakay negó con una sonrisa, luego sus ojos se clavaron el otro lobo que estaba con él, su aspecto era intimidante. ― ¿Y él es? ―Aleksander Wolford. ―se p
¿GEMELAS?La tensión en la sala era palpable mientras Aleksander examinaba a Erika, sus ojos centelleaban con una determinación feroz. Malakay se mantenía cerca, sus instintos de protección en alerta máxima.―Hay algo en ella, lo siento. Una conexión, una energía que solo comparto con mi Luna, Hanna. ―Aleksander habló con una certeza que dejó a todos en la habitación expectante.Malakay frunció el ceño, sus garras asomando ligeramente. Intentó avanzar hacia Erika, pero Zade le detuvo con un gesto.―Déjalo, Malakay. Vamos a ver qué sucede. ―Zade miró a Erika, sus ojos transmitiendo una mezcla de apoyo y preocupación.Erika, nerviosa, se mordió el labio mientras los dos Alfas intercambiaban miradas intensas. La habitación estaba en silencio, solo roto por el latido acelerado de los corazones y la respiración contenida.Malakay apretó los dientes, pero retrocedió, permitiendo que Aleksander se acercara. Las miradas entre los Alfas se encontraron, una batalla silenciosa de voluntades.Ale
EL ORÁCULO.Malakay entró en la habitación y encontró a Erika sentada frente al tocador, tocando un pequeño collar. El Alfa se posicionó detrás de ella y se inclinó para besar su mejilla.Erika habló suavemente.―Siempre quise tener una hermana. ―susurró. ―y ahora que sé que la tengo… está perdida.Malakay se puso delante de ella y se agachó para mirarla a los ojos.―La encontraremos, y tú y ella estarán juntas. La voy a proteger, mi amor.Erika le dio una pequeña sonrisa y acarició su mejilla.―Eres tan bueno. ―dijo ―Es una suerte que la Diosa nos haya emparejado.Malakay besó la palma de su mano.―Es lo menos que puedo hacer por la mujer de mi vida. Además, ella también es mi responsabilidad; al ser tu hermana, debo protegerla como a ti.Erika suspiró.―¿Qué piensas que pasó entre ellos? ¿Por qué mi hermana huyó de él?―No lo sé, mi amor. ―respondió Malakay ―Pero puedo decirte que tuvo que ser algo demasiado grave para que ella lo dejara. Nuestro vínculo es fuerte y si una de las pa
UNA NOTA URGENTE.Al día siguiente, la maldad se despertó temprano. En un rincón alejado del bosque, dónde no pudieran ser vistos, Petrus daba instrucciones precisas.―Asegúrate de que la reciba y la lea, no regreses hasta que me des buenas noticias, ¿está claro?―Sí, señor.La Omega asintió rápidamente y un segundo después se fue a cumplir la orden.Mientras tanto, Erika terminaba de vestir al pequeño cachorro, Sam se había apegado a ella y ella a él, finalmente podía dar todo ese amor que no había podido dar su hijo. A veces se hacía la misma pregunta: ¿Cómo sería? ¿De qué color serían sus ojos? Pero ahora esas preguntas se hacían menos frecuentes, porque dedicaba todo su tiempo a Malakay y a su pequeño hijito.Un golpe en la puerta llamó su atención.―Adelante. ―dijo entre risas, Sam estaba en su periodo de dentición y mordía todo lo que encontraba.―Mi señora, llegó esto para usted. ―la Omega le tendió la nota, con la cabeza gacha.―¿Para mí?―Sí, mi señora.―¿Te dijeron de parte
TRAMPA BIEN PLANEADA.Mientras tanto, en el castillo, Malakay sostenía a un Sam incontrolable, el pequeño cachorro solo lloraba y las niñeras afirmaban que quería a su madre, en este caso Erika. Malakay esperaba impaciente a uno de sus hombres.―Alfa, no hay rastro de la Luna, buscamos en las guarderías, en todas partes y no está.Los ojos grises de Malakay se llenaron de preocupación. Que Erika no estuviera era algo demasiado preocupante, además de que ella no se apartaría de Sam, así como así, él había visto la dedicación de ella con el pequeño lobo.―Sigan buscando, mi Luna tiene que estar en alguna parte. ―bramo, con voz autoritaria, pero por dentro el miedo le azotaba el corazón.Las palabras de Aleksander se repitieron.«¿Qué pasaría si un día la pierdes? ¿No harías nada para encontrarla?»Sus manos se apretaron en el cachorro y en un movimiento rápido se lo entregó a la niñera.―Llévalo a su habitación y busca la manera de calmarlo.La Omega asintió y se fue con el pequeño. Iba
ATAQUE DE PÁNICO. Erika se quedó inmóvil, el dolor y la humillación cortaban más profundo que cualquier herida física. Las palabras de Malakay resonaban en sus oídos como una sentencia, su corazón se rompía en pedazos. Lágrimas de impotencia brotaron de sus ojos, pero ella se mantuvo erguida, envuelta en la sábana que protegía su dignidad. Tobías, con el rostro marcado por la lucha, habló listo para defenderla a pesar de su propio dolor. ―No, le hables así. ―dijo con firmeza. ―No importa lo que creas, ella merece respeto. Malakay gruñó, su cuerpo tenso por la ira y la traición. Estaba a punto de lanzarse de nuevo contra Tobías cuando varios lobos de la manada Snow irrumpieron en la cabaña. ―Alfa Malakay, el consejo solicita tu presencia inmediata. ―anunció uno de ellos con autoridad. Malakay vaciló por un momento, sus ojos aún fijos en Tobías, pero luego asintió. Antes de partir, se volvió hacia Erika. ―Tú te vienes conmigo. ―dijo con una voz que no admitía réplica. Erika retro
DISTANCIAMIENTO.En el salón del consejo, la tensión era palpable. Malakay, con la espalda recta y la mandíbula apretada, enfrentaba al consejo con una determinación férrea.―Ella debe abandonar la manada, Malakay. Ha traicionado la confianza de todos y te ha faltado el respeto. ―dijo un miembro del consejo.Malakay avanzó lentamente hacia el consejero, su caminar era el de un depredador seguro de sí mismo.―Sea lo que sea, ese es mi problema. Yo decido cómo manejar mis asuntos. Erika es la Luna y además mi mujer. Dejen de entrometerse.Otro de los lobos del consejo replicó con una voz que rezumaba desprecio.―¡Eres una burla para todos! ¿Dónde quedó el Alfa que todos conocíamos? Desde que llegó esa loba, cambiaste totalmente. El oráculo tenía razón; ella ha traído solo desgracias para esta manada.La atmósfera se cargaba cada vez más, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. Malakay apretaba sus manos con tal fuerza que sus nudillos se volvían blancos y advirtió con un to