Los secretos te persiguen, solo es así de simple, nunca puedes decir una sola mentira sin esperar un día que esta te alcance.
No puedes ocultar una verdad sin estar cada día pensando en cuando llegara frente a ti para retarte, para encararte y hacerte ver cuánto daño ha causado tu silencio.
Sabía que este era el caso, sabía que aquel secreto que había guardado para su mejor amiga la hacía cómplice de aquella mentira.
Había muchos peros que decir, había un montón de excusas que dar por su silencio, había callado porque su mejor amiga casi se lo había suplicado; porque no quería ensuciar su nombre; porque decir la verdad solo serviría para hacer sufrir a Emmett y el mero pensamiento de que él sufriera la torturaba, casi literalmente la estrujaba y solo… solo…
Pero en ese momento
Emmett daba vueltas en su lujosa oficina, se sentía molesto, quizás, demasiado molesto, había tenido que acudir a ver su hermano después de ese par de días en que no se separo de Astrid y lo que ese bastardo le había dicho lo había descolocado, de pronto, Stephen se había interesado en los negocios familiares y le había anunciado que tomaría el control de todo si no engendraba un heredero en el próximo año, su padre estaba de acuerdo, después de todo, se había casado con Alessa por ello, tan solo para procrear un hijo, sin embargo, después de varios años de matrimonio no había sido capaz de engendrar uno…el tiempo se le estaba terminando, además, los problemas con Alessa iban en aumento, después de su ultima vez con Astrid y de no llegar a casa lo mantenía vigilado, y aun cuando su intención abandonar a su espos
¿Cuán largamente podía permanecer la pena? ¿Cuánto tiempo el alma, el cuerpo y el corazón pueden soportar el dolor? ¿Cuánto podría soportar ella misma ese sentimiento agudo, doloroso y punzante en su pecho antes de derrumbarse por entero?Por el momento llevaba una semana.Nada había vuelto a ser lo mismo para ella, la poca luz que se había colado a su mundo, la tranquilidad, la normalidad, se habían extinguido por completo después de aquel par de días, que habían cambiado su mundo poniéndolo de cabeza, lamentablemente a pesar de que todos sus sueños eran sobre eso, no dejaba de ser un cambio completo y radical a su vida, todo había sido para mal…se había presentado a trabajar y aun cuando Emmett la miraba tanto como la ignoraba, ella había sido completamente indiferente…porqu
¿Por qué nos aferramos a las cosas?A menudo por dura y difícil que una situación suele parecer, nos aferramos a ellas, como si fuera nuestra única fuente de supervivencia, a pesar de que el mismo comportamiento es destructivo y limitante para nuestra vida…Supongo por qué la alternativa suele ser aún más cruel.Aferrarte a veces a algo o alguien, significa quizá: miedo a la soledad; miedo a lo que la incertidumbre que se presenta en tu futuro, pueda ser mortal para ti; temor a que esa soledad te engulla, no te deje respirar y vivir. Y entonces te aferras con uñas y dientes, con todas tus fuerzas y aunque eso haga daño piensas… podría ser peor.Así que esa era la situación…Emmett estaba aferrado a ella…y ella misma lo estaba de él…No dejaba
Había pasado ya un mes completo desde que Astrid había arribado a New York en busca de su oportunidad de vida sin imaginar que un viejo amor no concretado la estaría esperando, su mundo, una vez más, se hallaba de cabeza y ella se sentía tan aturdida que no terminaba de entender todo lo que le estaba pasando, Emmett la mantenía casi como una prisionera, la había amenazado inclusive con dejarla sin oportunidades en New York y ella…simplemente no podía alejarse de él, aquella “relación” era tan toxica y dañina para ambos así como era un vicio terrible del que no podían escapar.Había pasado en varias ocasiones; Emmett la encontraba en uno de los cubículos de la biblioteca pública, en una sala de conferencias vacía o en su propio departamento y la mantenía encerrada allí mientras le hacía el amor de una forma desespera
La mañana la sorprendía una vez en medio de su habitación, la luz del sol se colaba tenue y traslucida entre las blancas cortinas de su ventana, aquel lugar era cómodo, no se sentía perseguida…no se sentía miserable, era domingo, y Astrid daba las gracias por no tener que presentarse en la oficina, mirando a su alrededor, sonrió, el aroma de lo que seguramente era un delicioso desayuno llegaba hasta ella, Caleb se había levantado temprano a pesar de también ser su día de descanso, buscando sus pantuflas, salió en bata de sus aposentos para encontrar al apuesto rubio cocinando, Caleb le había sonreído y tan pronto como se había sentado en la barra desayunadora, le había dejado una bandeja con su desayuno, huevos fritos, tocino, una hogaza troceada de pan y jugo de naranja o café a su elección.– Buenos días Astrid, pensaba sorprenderte y ll
El amor tiene un juego eterno con el odio, en un segundo los dos sentimientos pueden intercambiarse el uno por el otro, como si fueran uno mismo y quizá así es de hecho.Los dos sentimientos son demasiado puros como para poder esconderse o acabarse, odias y amas, quizá, eternamente.Puedes olvidar por supuesto, puedes seguir adelante y viviendo cada día de tu vida como si el sentimiento no estuviera adentro, pero allí, en el lugar más recóndito y escondido siempre está presente: un gesto, una sonrisa, una mirada, una palabra…para bien o para mal, siempre se quedan allí.Astrid sentía que podría vomitar en ese preciso momento, sintió un escalofrío por todo su cuerpo. La sensación más desagradable y siniestra del mundo al verlo delante de ella, como si nada, como si estuviera solo en el mundo, o sol
Y entonces… cuando parece que todo ha tomado su cause, y su camino correcto, todo, todo se vuelve de cabeza.Aquello debió haber crecido como una sospecha, cada vez con más fuerza y seguridad, los días pasaban y más y más debería haber entrado en su cabeza la idea, pero se había sentido tan infeliz que no le había prestado atención, hasta que había casi saltado delante de sus ojos.Había dejado que el tiempo siguiera adelante, Astrid había cortado de tajo cualquier tipo de comunicación con Emmett, en las oficinas, ni siquiera lo miraba, hacía todo lo posible por no estar siquiera en la misma habitación que él si no era necesario, y el acceso a su pequeño despacho junto al suyo, lo mantenía permanentemente cerrado, lo ignoraba por completo cuando ello era imposible, y en las dos veces que hab&iacut
¿Qué haces cuando sientes que el mundo está sobre tus hombros?Lo primero que Astrid había hecho era, hacerse responsable.Desde el momento que había sabido que estaba embarazada, había tomado conciencia de que ella, con su propia persona podía hacer lo que quisiera, pero con esa pequeña criatura que crecía dentro de ella, tenía que ser responsable.Había soñado toda su vida con ser madre, nunca había creído que sería dentro de las presentes circunstancias: sin un padre para su bebe, sin que sus padres estuvieran enterados siquiera, pero eso no significaba que dejara de ser un anhelo largamente deseado que se hiciera realidad, fuera como fuera iba a luchar con uñas y dientes por ese bebe que ahora estaba dentro de ella.Su bebe, nacido del más maravilloso acto de amor, por lo menos d