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—Verás, me desperté y estoy malherido. No pude caminar durante unos meses.

—¿Cómo te las arreglaste para sobrevivir? Quiero decir, ¿cómo pudiste volver... así? —. Preguntó refiriéndose a todo mi cuerpo. —Estás de pie, caminando, vestida maravillosamente en un restaurante francés caro. ¿Cómo ha pasado?

Oh chico, debería haber estado preparado para esto.

—Alguien me ayudó, este hombre pagó todos mis gastos en el hospital y me acogió y cuidó. Era mi cirujano.

El ceño entre sus cejas se frunció.

—¿Un cirujano te acogió? — Ladeó la cabeza. —¿Te cuidó?

—Sí, me ayudó en todo. Me ayudó a recuperar mis piernas, me dio ropa, cosas, me ofreció su casa y...

—Y a cambio, ¿qué te pidió?

Tragué saliva ante la pregunta.

¿Tengo que contarle esto? Pero ya no tiene sentido ocultarlo. Ella necesita saberlo y se lo merece.

—Matrimonio.

—¡¿Q-qué?!— Jadeó sorprendida.

Me mordí el labio inferior y me reí débilmente.

—Quiere que me case con él.

Entonces sus ojos se dirigieron directamente a mi dedo anular, d
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