Después de una ducha rápida que revitalizó mi ser y un desayuno ligero, me dispuse a vestirme para enfrentar un nuevo día laboral. Opté por un conjunto que equilibraba la comodidad con un aire profesional; elegí una blusa suave que acariciaba mi piel y unos pantalones que me brindaban libertad de movimiento. Quería sentirme segura y preparada, lista para afrontar los desafíos que me aguardaban en la jornada. Antes de salir, me tomé un instante para revisar mi teléfono, con la esperanza de que Raven hubiera respondido. Sin embargo, al ver que no había novedades, decidí no permitir que esa incertidumbre empañara mi ánimo. Era un día nuevo, lleno de posibilidades, y no quería que una falta de comunicación me desanimara.Al abrir la puerta de mi apartamento, el aire fresco de la mañana me envolvió como un abrazo renovador. La brisa suave acariciaba mi rostro, trayendo consigo el aroma de la tierra húmeda y las flores que comenzaban a despertar bajo el cálido sol. Caminé hacia la estación
Pasaron varios días en un silencio inquietante, y empecé a cuestionar mis suposiciones; quizás Raven había decidido distanciarse, o tal vez simplemente no deseaba hablar conmigo. La incertidumbre se apoderaba de mí, alimentando una ansiedad que crecía con cada minuto sin noticias. Sin embargo, una tarde, mientras me sumergía en la revisión de unos documentos, el sonido familiar de mi teléfono sonó, rompiendo la monotonía del momento. Con el corazón acelerado, miré la pantalla y allí estaba: un mensaje de Raven."3:47 PM - Raven: Hola, Sunny. Lamento no haber contestado antes. Si, podemos hablar. ¿Te parece bien mañana por la tarde en el bar donde solíamos ir?".Al leer sus palabras, sentí un nudo en el estómago que se entrelazaba con una chispa de esperanza. La posibilidad de reencontrarnos, de desentrañar el silencio que nos había separado, encendió una mezcla de nerviosismo y expectativa en mí. Así que, sin dudarlo, respondí rápidamente:"3:49 PM - Sunny: Sí, me parece bien. Nos vem
— Entiendo completamente tus dudas. Y tienes todo el derecho a sentirte así después de lo que pasó. Quiero que sepas que mis sentimientos por ti son reales. No eres solo una aventura para mí — dije, tratando de mantener la voz firme. — Me importas de verdad y quiero que formes parte de mi vida a largo plazo.— Entonces, ¿por qué reaccionaste de esa manera? — preguntó, con su voz era un susurro lleno de un dolor reprimido.— Estaba pasando por un momento muy difícil y, en lugar de enfrentar mis propios problemas, buscaba desesperadamente a quien hacer responsable. Fue injusto y cruel, y lo lamento profundamente — admití, y las lágrimas finalmente comenzaron a caer. — No hay excusa para mi comportamiento, pero quiero que sepas que estoy trabajando en mí misma para no volver a cometer los mismos errores.— Está vez, necesito ver acciones, no solo palabras — dijo Raven, esbozando una pequeña sonrisa que sus ojos no compartían. — Las palabras sin hechos no son más que ruido.Mis palabras,
Mientras caminaba de regreso a mi escritorio, no podía evitar preguntarme para qué me había interrumpido por semejante tontería. ¿De verdad necesitaba llamarme solo para decirme eso? Su supuesta amabilidad y preocupación me daban mala espina; algo no cuadraba. Me asaltaba la duda sobre qué estaba tramando esta vez.Decidí dejar esos pensamientos de lado y concentrarme en mi trabajo. No podía permitirme distracciones, especialmente con ella vigilando cada uno de mis movimientos como un halcón. Así que tomé una respiración profunda, traté de despejar mi mente y me sumergí en mis tareas, recordando que mi enfoque debía estar en lo que realmente importaba.— ¿Qué te dijo esta vez? — preguntó Samantha, levantando una ceja y cruzando los brazos con una expresión de exasperación.— Solo me recordó que no podemos permitirnos distracciones. Nada nuevo — respondí, rodando los ojos y soltando un suspiro.— Ugh, qué pesada. No dejes que te afecte. Sabes que eres buena en lo que haces.— Intentaré
La mujer suspiró y se giró, llamando a Raven. Unos segundos después, él apareció en la puerta, con una expresión de sorpresa y algo de incomodidad.— Sunny, no esperaba verte — dijo, rascándose la nuca.— Hola, Raven. Necesitaba hablar contigo. ¿Es un mal momento? — pregunté, tratando de mantener mi voz firme.Él miró hacia el interior del apartamento y luego de nuevo hacia mí.— No, está bien. Pasa — contestó, abriendo la puerta por completo.Entré al departamento y, de inmediato, noté a la mujer sentada en el sofá, como si estuviera en su propia casa, absorta en su teléfono. Mis ojos no podían evitar lanzarle una mirada que podría haber sido descrita como "asesina", llena de preguntas y una pizca de celos. Era como si ella hubiera tomado posesión del lugar, y eso me incomodaba. La situación se sentía tan fuera de lugar que me preguntaba si debería haber tocado la puerta en primer lugar. Pero aquí estaba, tratando de descifrar la dinámica entre ellos.— ¿Podemos hablar en privado? —
Caminé sin rumbo por las calles, tratando de calmar aquella extraña sensación de celos que me recorría como un viento helado. Finalmente, encontré un pequeño banco en un parque, me senté y dejé que las lágrimas fluyeran libremente. La imagen de Raven con otra mujer había sido la gota que colmó el vaso.Después de un rato, con la tristeza aun pesando en mi pecho, decidí llamar a Samantha. Necesitaba hablar con alguien que pudiera entenderme, y Samantha... bueno, era Samantha.— Hola, Sam. ¿Tienes un momento? — dije con la voz quebrada.— Sunny, claro que sí. ¿Dónde estás? — respondió ella, preocupada.— Caminando. ¿Puedo ir a tu departamento?— Claro. Te estaré esperando.Colgué el teléfono y comencé a caminar hacia el departamento de Samantha. El trayecto me pareció eterno, pero finalmente llegué. Ella abrió la puerta antes de que pudiera tocar el timbre.— Entra, Querida. ¿Qué ha pasado? — preguntó, guiándome hacia el sofá.— Lo vi, Sam. Vi a Raven con otra mujer — dije entre sollozo
Los días siguientes se convirtieron en un torbellino de tensión palpable. Las miradas furtivas y los murmullos en la oficina eran como un ruido de fondo constante, un murmullo que se intensificaba con cada jornada. Se decía, casi a voces, que yo podría ser una mejor gerente que Lotte, y esa comparación, aunque halagadora, se sentía como una pesada losa sobre mis hombros. La presión aumentaba, y a veces me preguntaba si todos estaban esperando que cometiera un error. A pesar de todo, decidí mantenerme firme, enfocada en mis tareas y en demostrar que estaba a la altura del desafío. Sin embargo, la calma antes de la tormenta no duró mucho; pronto, el conflicto que se había estado gestando estalló con una fuerza inesperada.Un día, mientras trabajaba, Lotte se acercó a mi escritorio con una expresión severa.— Van Der Veer, necesito que entregues este informe antes del final del día — dijo, dejando caer un montón de documentos sobre mi escritorio.— Pero, Lotte, ya estoy trabajando en otr
Las siguientes semanas fueron intensas y llenas de desafíos. Lotte y yo nos reuníamos constantemente para planificar cada aspecto de la campaña de marketing, desde el diseño visual hasta la estrategia de lanzamiento. A pesar de nuestras diferencias pasadas, comenzamos a encontrar un ritmo de trabajo que parecía funcionar. Poco a poco, la tensión entre nosotras se fue disipando, y nuestras conversaciones se tornaron más fluidas y productivas. O al menos eso parecía a simple vista.Sin embargo, en ocasiones, notaba que Lotte parecía querer sabotear nuestros esfuerzos de manera sutil. Era como si una sombra de desconfianza se interpusiera entre nosotras. Cambiaba detalles importantes en el último momento, como si lo hiciera a propósito, desestabilizando el progreso que habíamos logrado. En algunas reuniones, me dejaba sin la información crucial que necesitaba para avanzar, y eso comenzó a generar fricciones nuevamente. Con cada pequeño tropiezo, la ilusión de que todo marchaba bien se de