Cuando finalmente salimos del hospital, el sol brillaba con una luz cálida y reconfortante, como si nos diera la bienvenida de regreso a la vida. Mi madre llevaba mi maleta llena de ropa y medicinas, y también una silla de ruedas que insistía en que yo debía usar, pero me negaba rotundamente a volver a sentarme en ese símbolo de debilidad. Quería dejar atrás una parte de mí misma en aquellas habitaciones estériles, y no estaba dispuesta a llevar esa carga conmigo.Nos dirigimos hasta el coche que nos esperaba en la entrada del hospital. Nash, con su sonrisa amable y sus ojos llenos de preocupación, bajó del vehículo y me ayudó a subir al asiento trasero. Me abrochó el cinturón de seguridad con cuidado, como si temiera que me fuera a desvanecer en cualquier momento. Luego, me besó la frente con suavidad. Me trataba como si fuera una niña pequeña y frágil, y aunque me hacía sentir un poco incómoda, también me conmovía profundamente. Finalmente, se sentó al volante, arrancó el motor y sa
Al sumergirme en la pantalla, me embarqué en un viaje emocional sin retorno. Las escenas románticas me conmovieron hasta las lágrimas, los giros inesperados me mantuvieron en vilo, y el final me dejó reflexionando sobre la fragilidad de la vida. Experimenté una gama de emociones, desde la melancolía más profunda hasta la esperanza más radiante, mientras me adentraba en la complejidad de las relaciones humanas, con todas sus contradicciones y misterios.Cuando la película llegó a su fin, el reloj marcaba una hora avanzada. Mi madre, con los ojos pesados, comenzó a soltar bostezos que delataban su cansancio. — Bueno, hijos, me voy a la cama — anunció, con un susurro cansino. — Ha sido un día muy largo, y mañana hay que madrugar.— ¿A dónde vas, mamá? — le pregunté, con curiosidad.— Aprovecharé que tu hermano está aquí para pasar unos días en casa . Desde el accidente, no he vuelto ni por asomo. Ya sabes que es un trayecto algo extenso.— Podría ir contigo si quieres — dije, con una es
No sé cuánto tiempo estuvimos allí, solo sé que cada segundo fortalecía nuestro lazo. Abrazados, dejamos que las lágrimas fluyeran, mientras las palabras de consuelo y recuerdos nos envolvían. Nash, mi hermano, mi amigo, se convirtió en mi pilar, dándome fuerzas para seguir adelante.Al final, se apartó ligeramente, clavando sus ojos en los míos con una mirada serena. Con voz firme, me aseguró que superaríamos la adversidad juntos, que la alegría volvería a nuestras vidas. Su sonrisa sincera fue un bálsamo para mi alma. Con un tierno beso en la frente, me guió hasta la habitación. Allí, se tumbó a mi lado, ofreciéndome su abrazo protector. Me cantó una canción de cuna, como si fuese su pequeña y me quedé dormida en sus brazos, sintiendo el calor y el consuelo de su presencia. En el reino de los sueños, me encontré rodeada de rostros queridos: Garrett, Willa, mi familia. El pasado, el presente y el futuro se entrelazaban como hilos de una madeja, tejiendo una tapicería de emociones in
Disfrutaba de una tranquila tarde en casa con Nash. Habíamos estado compartiendo risas y charlas relajadas, sumergidos en el calor reconfortante de nuestra casa. Mis oídos captaron un sonido inesperado que rompió la armonía que habíamos creado. El timbre de la entrada principal sonaba enérgicamente. Con curiosidad, me levanté del mullido sofá, sintiendo cómo mi corazón latía un poco más rápido de lo normal, como si estuviera anticipando algo inusual.Al abrir la puerta, mis ojos se encontraron con una figura que me dejó sin aliento por un instante. Frente a mí se alzaba un hombre alto y atractivo, con una melena de ébano que enmarcaba su rostro y unos ojos grisáceos que parecían reflejar la seriedad y la profundidad del cielo en un día nublado. Su presencia magnética capturó mi atención de inmediato, y por un instante, me sentí abrumada por la intensidad de su mirada.Era Raven, el hombre que había ocupado mis pensamientos en más de una ocasión. Hace algunos, dias atrás, casi que a hu
Raven asintió con solemnidad, adoptando una expresión más seria, similar a la que tuvo la primera vez que hablamos en el bar. Esa actitud solemne me recordaba la seriedad con la que abordaba las situaciones complejas que habíamos vivido.— Tienes razón, ha sido una imprudencia de mi parte venir hasta acá para molestarte con... ¿Cómo los has llamado? Trivialidades, ¿no? — en ese momento me di cuenta de lo mal que se habían oído mis palabras. — Pero no podía dejar de preguntarme, ¿Cuándo será el momento correcto? ¿Cuánto más tendré que esperar? Al final, me ganó la impaciencia. Sentí que se me acababa el tiempo.— Lo siento — dije, con mi tono un poco más suave, aunque aún distante —. No quise sonar cruel, pero me siento abrumada. Todo parece derrumbarse a mi alrededor, y no sé cómo detener el colapso.— Entiendo. No soy quién para juzgarte. Solo quería ser sincero contigo, porque es lo que siento desde el último día que te besé — tomó mis manos entre las suyas, y sus dedos las acaricia
— Discutes porque estoy aquí. Desde el principio ha sido mi asunto — le contestó Raven, plantándole cara, mirándole directamente a los ojos.— No tengo ni idea por qué has venido aquí. No eres amigo de mi hermana, ni has levantado un dedo para ayudarla en su hora de necesidad. Todo lo que haces es aprovecharte de su debilidad, como un buitre que se alimenta de la carne de los débiles. — Sus ojos brillaban con ira mientras acusaba a Raven —. Eres un oportunista, un parásito que se alimenta de la desgracia ajena. Y como prueba, basta con ver cómo has estado actuando.Raven sonrió con ironía, sin perder esa calma que lo caracterizaba.— Eso viene de la boca de alguien que no pudo protegerla cuando realmente lo necesitaba. Ahora te sientes indispensable, ¿verdad? Como si tu fracaso pasado te diera derecho a controlar su vida.Al oír aquellas palabras, Nash se puso rígido y su rostro se enrojeció aún más.— ¡Atrévete a repetir eso! —exclamó, y su dedo índice golpeaba fuerte contra el pecho
— Nash... — mi voz vaciló al pronunciar su nombre.— No me hables, Sunny. No quiero oír nada de lo que tengas que decirme.— Por favor, no seas tan duro conmigo. Entiendo que estés enojado y con razón. Pero no puedes simplemente ignorarme en mi propia casa. Somos hermanos, tenemos que hablar.— ¿Qué te gustaría hablar, Sunny? ¿Deseas hablar sobre cómo has transgredido tus propios principios? ¿Sobre cómo has elegido a otra persona por sobre tu matrimonio? ¿O prefieres abordar el tema de cómo has manchado la memoria de tu hijo?— No he hecho nada para manchar o traicionar a nadie — me defendí. — Yo simplemente he seguido lo que dictaba de mi corazón.— ¿Acaso tu corazón se ha endurecido? Lo tuyo parece ser puro egoísmo. Estás demasiado enfocada en ti misma, en tu propia felicidad y placer. No te importa el dolor que puedes estar causando a los demás. Nada más parece importarte que tu propio bienestar.— Tu injusta acusación me aflige. Sabes bien cuánto te quiero y te necesito, y siempre
— ¿Cómo pudiste creerle a Andrey sin siquiera preguntarme a mí? — Le reproché con tono acusador. — Y sigues juzgándome sin escuchar mi versión de los hechos.— No es algo tan difícil de creer cuando se presentan pruebas contundentes. — Respondió con firmeza. — Las capturas de tus mensajes, las fotografías en los bares con ese muchacho, e incluso el video del día del accidente, donde se te ve confrontada mientras te besabas con otro hombre.— ¿No lo entiendes, Nash? Andrey te ha mentido. — Insistí con firmeza, buscando que comprendiera la verdad oculta tras las apariencias.— ¿En qué parte específicamente, Sunny? — Cuestionó con dureza. — Porque déjame recordarte que hace tan solo unos momentos, te vi besándote con tu amante. Ni siquiera tuviste la decencia de esperar a que yo no estuviera en casa.— Andrey me engañó con otra mujer, me agredía físicamente y me humillaba. No iba a soportar llevar esa vida miserable para siempre. Yo no nací para aceptar ese tipo de trato. No iba a repeti