Una ola de remordimiento me invade. Amelia tenía razón, me había comportado pésimamente. Me había olvidado de su presencia por completo mientras bailaba con Tom. Había centrado toda mi atención en él, descuidando a todo lo demás.Salgo del baño y observo la mesa Voelklein a lo lejos. Para mi sorpresa, todos están disfrutando de una animada conversación, riendo y brindando como si estuvieran celebrando en el festín de los dioses del Olimpo.Los comensales en la mesa Voelklein parecen haber emergido de un cuadro mitológico, convertidos en reyes del Olimpo en medio de su corte celestial. Ataviados con trajes elegantes que desprenden un aire de sofisticación divina, su presencia irradia una gracia y esplendor que evoca a los dioses antiguos.Matt Voelklein, con su porte majestuoso, se sienta en el centro como el Zeus de esta reunión, su mirada esbozando un carisma y encanto que rivalizan con el mismísimo rey de los dioses.Entre los comensales, Persefone, ahora reina del inframundo, irrad
A veces el calor de un abrazo tapa las heridas que te puede causar la otra persona.Tom y yo no éramos nada, ni siquiera conocidos. Él no conocía mis mierdas ni yo las suyas. Había sido calentura del momento.Pero por más que se había disculpado conmigo por lo que me soltó la otra vez en mi sala, cuando se me apareció en medio de la noche en esta en un intento de intimidarme porque había amenazado a su madre…yo sentí como sus palabras se clavaron en mi, abrieron una herida que aún seguía latiendo de ardor.Yo era todo y a la vez nada.Todos somos todo y a la vez nada.Las palabras de la hija de Afrodita me recordaron esa noche en la sala. No la había pasado para nada bien. Las palabras de Tom fueron un recordatorio constante de mi baja autoestima.La subasta comenzó con ofertas de vacaciones a varios destinos en el mundo, pero pronto incluyó propiedades y objetos de gran valor. Todos los presentes parecían verdaderamente comprometidos en ayudar a quienes no tenían ni un dólar para com
No pensé nunca que un hombre me haría llorar de esta manera.El velo de la noche se mezclaba con la danza sutil de mi fumar, como si cada bocanada de humo tejiera un hechizo que envolvía mis emociones en una penumbra dolorosamente hermosa. Me había escondido un rincón de la casa, en un precioso balcón lejano pero que aún me permitía oír la música de la fiesta.Saber que a partir de ahora lo vería todos los días ya sea en el hotel o con Matt y Amy hacia la cosa más difícil.¿Cómo puedes olvidar a alguien al que ves todos los días? ¿Cómo empezar un contacto cero?—Te enamoraste de él.La voz de Amy Steele me sorprende, provocándome un respingo repentino. Volteo hacia atrás y la descubro adentrándose en el balcón en plena oscuridad de la noche. Su entrada es un despliegue de elegancia envidiable: sus manos entrelazadas reposan con gracia a la altura de su vientre, acariciando la exquisita tela de seda de su vestido azul noche que fluye con la cadencia de sus pasos.—¿Cómo puedes saberlo?
TOM VOELKLEIN.Tom Voelklein, con el peso del arrepentimiento y la sombra de un pasado oscuro, se encontraba corriendo en la pintoresca playa de California, donde el suave susurro de las olas y la brisa marina creaban una sinfonía relajante. Bajo el radiante sol, la arena dorada se extendía hasta donde alcanzaba la vista, un lienzo perfecto para la introspección de Tom.Mientras sus zapatillas dejaban huellas en la arena húmeda, su mente divagaba entre los recuerdos dolorosos y la necesidad de redención. La playa ofrecía un escape, un espacio vasto donde podía liberar las tensiones que lo atormentaban. El sonido rítmico de las olas chocando contra la costa proporcionaba un fondo calmante para sus pensamientos tumultuosos.El horizonte se extendía infinitamente, reflejando la esperanza de un nuevo comienzo. Tom corría con determinación, cada paso resonando con la firmeza de su decisión de cambiar. La brisa salada acariciaba su rostro, llevándose consigo parte de la carga emocional que
En un reducido espacio que apenas supera las dimensiones de mi trasero, la falta de consideración se hace evidente.La iluminación es prácticamente inexistente, limitándose a filtrarse a través de una diminuta ventana resguardada por robustos barrotes. Tom, visiblemente nervioso, deambula de un extremo a otro, devorando sus propias uñas.Mientras tanto, yo permanezco sentada en una cama que carece de la comodidad de un colchón real, sustituido por una estúpida lámina de cartón.—No puedo creer que nos hayan arrestado. —Hundo mi rostro en mis manos, frustrada, y luego lo miro—. ¿En qué estábamos pensando?—¿Te imaginas contarle esto a nuestros futuros hijos?—Dios, Tom, mira en lo que pensabas.—No me atrevo a llamar a mis padres para decirles que paguen la fianza —me confiesa, deteniendo su caminar—. Esto es vergonzoso.Un policía aparece detrás de los barrotes de la celda y nos mira, uniformado hasta los dientes, como si fuéramos criminales.—Tus padres están en camino, muchacho —nos
Al día siguiente, la verdad se desató como un vendaval en todos los rincones de la red, desde los sitios más respetables hasta los más sensacionalistas.La imagen de Tom y yo, atrapados entre las rocas, se volvió viral, destacando su trasero llamativo y mi presencia que añadía un toque de humillante misterio.Aunque éramos apenas una mancha borrosa en la foto, la situación estaba clara para todos aquellos que disfrutaban invadiendo nuestra privacidad.Las redes sociales se llenaron de comentarios y opiniones, como si las reacciones de los demás pudieran afectarnos de alguna manera. Aunque, en realidad, tratábamos de disimular que no nos importaba.La difusión de la foto de nuestra escapada a la playa no fue lo único. De repente, mi presencia se convirtió en tema de conversación en diversos foros, especulando incluso sobre mi identidad como la presunta hija no reconocida de Matt y Amy. La voracidad mediática no se detuvo ahí; capturaron imágenes mías saliendo del hotel en varias ocasio
Me expuso como las mejores.No sabía si debía ser yo quien pusiera fin a todo, o si dejaba que Tom lo hiciera por mí ahorcándolo.—No estoy enamorada de él —reí nerviosa—. Y gracias a la cena, he perdido el apetito —añadí mientras sujetaba a Mattia del hombro y lo levantaba de su asiento como podía.—Pero yo no he terminado de comer —carraspeó Mattia.—Sí, lo hiciste. Vámonos, ya hemos causado demasiado revuelo hoy —respondí.Una vez en mi habitación (gracias a Amy, parecía una suite presidencial), encendí la luz y Mattia se mostró indiferente.—Al principio tenía muchas ganas de enamorarte para luego asesinarte y escapar victorioso —confesó—, pero me encariñé contigo, Alex, y me disté cuenta de que no eres como esos amos que torturan y humillan. Te convertiste en mi amiga, y sería incapaz de matarte.—¡Lo sé, pedazo de tonto! —grité, sintiendo la vergüenza recorrerme— ¡Le dijiste a Tom que estoy enamorada de él! ¿Te volviste loco?Él se sentó en la cama con una expresión imperturbabl
Tom estaba en lo cierto. A las cinco de la mañana, una horda de individuos robustos, tanto hombres como mujeres con una impresionante constitución física, empezaron a llegar, sin la menor vacilación, a la residencia Voelklein. Invadían la propiedad como si estuvieran reclamando algo que les pertenecía, mostrando una opulencia y desfachatez que incluso los llevaba a tocar los cuadros de incalculable valor pertenecientes a la familia.La ama de llaves se esforzaba por atender a todos, pero la avalancha de visitantes era abrumadora. Mientras tanto, yo me encontraba atrincherada en mi habitación, al borde de sufrir un ataque de pánico ante la inesperada invasión.—¡La ven como un maldito pedazo de carne, Persefone! ¿Por qué no nos advertiste sobre este tipo de ritual estúpido? —Matt Voelklein la confronta mientras ella permanece apoyada en la puerta, sin mostrar ninguna expresión.—Esto no se avisa, ahí radica la tradición —se encoge de hombros—. Solo recházalos, querida, y ya está. Pero