La hora de dormir llegó, pero no en mi apartamento.
La hija de Afrodita y su esposo me ofrecieron el cuarto de invitados para pasar la nochedebido a que ya es demasiado tarde. El frío parece no dar tregua. Aunque insistí en que noera necesario y en que tomaría un taxi hasta casa, fue en vano. Su insistencia me arrancóun sí.Literalmente no dejaron marchar a Matt, que vino en su Ram. Su hermano lo obligó apasar la noche en su enorme casa solo por esta vez. Sé que Matt se quedará sin problemassolo para contentar a sus hermanos, pero el inconveniente es que yo me quedaré bajo elmismo techo que él cuando horas atrás dimos por finalizada nuestra relación. No solo es
incómodo, es una horrible comedia romántica.Ya pasan las once de la noche cuando Ada y Max se marchan a su habitación luego dedarme ropa para dormir y toallas por si deseo darme una ducha.Camino por el pasillo de la segunda planta ya a oscuras, cuando escucho pasos detrásdCierro la puerta del coche de Matt de un portazo y me cruzo de brazos furiosa. Me hepuesto los lentes de sol en un intento de escudo para no verlo. Sí, es algo absurdo perobueno. Otra cosa no se me ocurrió para viajar con él cinco malditas horas.Matt es un hombre que a veces puede amanecer frío y distante. Luego es el tipo másdivertido del mundo con sus respuestas irónicas y sarcásticas.Y hoy está en ese estado; se burla de mí.Eso no me hace gracia, me indignaba. Él me dejó y ahora actúa como si nada.Realmente es horrible cuando alguien es capaz de cambiar tu estado de ánimo.«Maldito señor músculos y cara tallada por los mismos dioses».Sube al coche con aire arrogante y me roba los lentes de sol de un tirón y se los pone.—¡Oye! —lo regaño malhumorada—. ¡Son mis lentes!—Me quedan mejores a mí —gorjea mientras se observa en el espejo retrovisor—.Maldición, soy guapísimo.Y lo que más me da rabia es que tenga razón.Incluso resalta
—No es necesario que usen ese espejo para hablar conmigo.Por poco Matt y yo nos morimos del susto cuando vemos a una mujer aparecerse en laesquina de la cocina con un vestido blanco de mangas largas algo desgastado por el uso yde cabello pelirrojo trenzado. Su rostro es angelical y relajado, como si no hubierapreocupación alguna en ella. No sé quién es, pero tampoco me da esa sensación de miedo.Es decir, ha ingresado sin necesidad de hacerlo por la puerta y no me he ensuciado lospantalones. Todas las diosas son iguales en los rasgos faciales o en sus apariencias, peroella… ella es tan joven y radiante.Matt toma mi mano en señal de protección, se pone de pie y la mira con la bocaentreabierta.—Perséfone —musita maravillado.La mujer nos sonríe agradable.«Por todos los cielos que posee el Olimpo».—Estás tan grande que apenas puedo reconocerte, Matt —expresa—, pero un jovencomo tú ha sufrido más que cualquier dios en este mundo. Lam
Un año y meses despuésLa firma de libros ha sido un éxito.Me siento satisfecha y contenta. Ha sido una experiencia maravillosa, de esas en la quesientes que has cumplido uno de tus más grandes sueños.He tenido una cola larguísima de lectores que se han tomado la molestia de venir consus libros pegados a sus pechos para esperar una hora fuera la tienda y así ingresar paradecirme las palabras de aliento más hermosas, obtener mi firma y una fotografía conmigopara subirla a las redes sociales.Aunque mi primer libro fue un rejunte de relatos eróticos que tuvo un gran prestigio en elmercado editorial, fue superado en ventas y lectores por mi segundo libro llamado Soy unaSugar baby. Allí cuento la historia de amor de Ada Gray y Max Voelklein. Esa historia fue unéxito en ventas. Desde luego, ellos han obtenido sus regalías correspondientes.Aunque mi nombre es Amy Steele, he registrado mis libros con el seudónimo FlorenciaTom.He selecci
Capítulo 1.Mi cabello ondulado cae a un costado de mi rostro. No he podido lidiar con él en toda la mañana y eso me tiene histérica.Sujetarlo me provoca migraña y la única forma de encontrar la paz es dejándolo suelto. Incluso pensaba en cortarlo por los hombros, pero sabía que me arrepentiría luego.Una vez lo hice, me arrepentí y encontré comodidad al ver que creció pocos meses después.La mancha del espejo sale luego de insistir con el trapo húmedo y relajo los hombros, aliviada. Otro trabajo bien hecho. Ninguna salpicadura de maquillaje en el espejo podrá contra Alex Klein.Finalizada la limpieza en la habitación veinticuatro en el hotel Trivelan, me paseo con mi carrito de limpieza por los pasillos más lujosos. Ha terminado mi jornada, por ende, es hora de la comida y eso me tiene tranquila.La alfombra bajo mis zapatos se siente tan cómodos y observo con gran admiración la araña de cristales lujosos que cuelga del alto y majestuoso techo. Se escucha el hablar de los turistas y
Una voz profunda y cautivadora llenó el tumulto de sonidos. Al alzar la mirada, me encontré con unos ojos verdes intensos, brillando sobre una piel morena perfectamente esculpida. Mis labios se humedecieron instintivamente, y quedé fascinada ante su presencia. El tiempo pareció detenerse, y me encontré sin palabras para responder.Detallé cada rasgo de su rostro, deleitándome con la perfección de su mandíbula recta, sus labios carnosos y una barba creciente que le confería un aire de rebeldía irresistible. Su cabello corto realzaba la belleza de su rostro, y su sonrisa traviesa, con dientes blancos y pulcros, me cautivaba desde el costado.Recorro cada rincón de su esculpido rostro deseando que sea guardado en mi memoria para idealizar lo que podríamos ser juntos; labios carnosos, barba creciente en su mandíbula recta y nariz perfilada. Tiene el cabello muy corto, casi al ras de la cabeza. Me contempla con gesto divertido con una sonrisa de dientes blancos y pulcros de costado contrast
CAPÍTULO 3.Me sorprendió ver todo tan detalladamente preparado. Aunque mi trabajo aquí consiste en limpiar las habitaciones junto a mi equipo, era extraño encontrarme en medio de una lujosa fiesta donde los meseros ofrecían champagne y bocadillos a los invitados.El salón era uno de los más grandes del hotel, donde se realizaban eventos exclusivos y costosos. El ambiente destilaba elegancia y lujo, razón por la que el hotel tenía merecidas sus cinco estrellas.—Y nosotras con estos trapos horribles como outfits —se quejó Amelia, mirando su uniforme con disgusto—. Si sabía que así iba a conocer a Tom Voelklein, mejor me quedaba en casa o me escondía en el baño hasta que termine todo esto.Nuestro uniforme consistía en una falda tubo que llegaba hasta las rodillas, una camisa de mangas largas y unos zapatos negros de tacón bajo.El atuendo era gris, y llevábamos una placa con nuestro nombre en el pecho que decía "limpieza".Nuestro cabello debía estar siempre recogido en un moño, aunque
CAPÍTULO 4.¿Quién demonios te crees Voelklein?Un vibrador.Me envió un nuevo y pulcro vibrador. Me tiembla el cuerpo al pensar que podria estar echándome con aquella carta.No puedo permitir que me echen necesito el trabajo y soy demasiado buena en lo que hago. Conozco el hotel de punta a punta, conozco lo que desean los huéspedes, sé lidear con ellos con respeto.Sé limpiar cada rincón, cómo tener contentos a todos. Me gusta el servicio al cliente. M*****a sea.Dejo el vibrador en el sofa, deseando que esto no signifique el final de mis días en el hotel. Tampoco tengo su numero como para pedir disculpas.Incluso palidezco al pensar que me ha visto masturbándome.Quiero llorar. Soy una idiota.***Al llegar al hotel, me adentro en el vestuario, envuelto en una agradable fragancia de lavanda que despierta mis sentidos.La suavidad del aroma me transporta a un remanso de tranquilidad; un perfume que siempre he considerado mi favorito. Allí, en el vestuario, mis compañeras de labores se
CAPÍTULO 5.Me acomodo en el lecho de la habitación que se encuentra encomendada a mi cuidado, sumergiendo mis manos en el rostro en busca de refugio. Un grito contenido escapa de mi boca, amortiguado por las palmas que lo sostienen.Después de desvelar mi confesión a Tom Voelklein sobre el insensato juego de miradas, mi dignidad se desvaneció irremediablemente en cuestión de minutos. Aunque mantengo una expresión seria, mi interior se consume en un torbellino de emociones.Decidida a dejar de lado esos pensamientos, me levanto y me dispongo a limpiar una de las habitaciones del hotel. Con esmero, deslizo el plumero por los muebles, cambio las sábanas, paso la aspiradora y acomodo los chocolates sobre las almohadas. Después de descorrer las cortinas para evitar el paisaje del ventanal, la adrenalina disminuye al perder de vista la altura de todo.Este día parece no tener fin.***—Toma tu entrada y deja de lamentarte, no es para tanto. Bueno, quizás sí lo sea, pero te digo eso para que