CAPÍTULO 4.¿Quién demonios te crees Voelklein?Un vibrador.Me envió un nuevo y pulcro vibrador. Me tiembla el cuerpo al pensar que podria estar echándome con aquella carta.No puedo permitir que me echen necesito el trabajo y soy demasiado buena en lo que hago. Conozco el hotel de punta a punta, conozco lo que desean los huéspedes, sé lidear con ellos con respeto.Sé limpiar cada rincón, cómo tener contentos a todos. Me gusta el servicio al cliente. M*****a sea.Dejo el vibrador en el sofa, deseando que esto no signifique el final de mis días en el hotel. Tampoco tengo su numero como para pedir disculpas.Incluso palidezco al pensar que me ha visto masturbándome.Quiero llorar. Soy una idiota.***Al llegar al hotel, me adentro en el vestuario, envuelto en una agradable fragancia de lavanda que despierta mis sentidos.La suavidad del aroma me transporta a un remanso de tranquilidad; un perfume que siempre he considerado mi favorito. Allí, en el vestuario, mis compañeras de labores se
CAPÍTULO 5.Me acomodo en el lecho de la habitación que se encuentra encomendada a mi cuidado, sumergiendo mis manos en el rostro en busca de refugio. Un grito contenido escapa de mi boca, amortiguado por las palmas que lo sostienen.Después de desvelar mi confesión a Tom Voelklein sobre el insensato juego de miradas, mi dignidad se desvaneció irremediablemente en cuestión de minutos. Aunque mantengo una expresión seria, mi interior se consume en un torbellino de emociones.Decidida a dejar de lado esos pensamientos, me levanto y me dispongo a limpiar una de las habitaciones del hotel. Con esmero, deslizo el plumero por los muebles, cambio las sábanas, paso la aspiradora y acomodo los chocolates sobre las almohadas. Después de descorrer las cortinas para evitar el paisaje del ventanal, la adrenalina disminuye al perder de vista la altura de todo.Este día parece no tener fin.***—Toma tu entrada y deja de lamentarte, no es para tanto. Bueno, quizás sí lo sea, pero te digo eso para que
Capítulo 6Camina en mi dirección con paso seguro, tiene la barbilla levantada y la seriedad de su mirada provoca que me quede helada. Sujeta su celular con una de sus manos y la otra está hundida en el bolsillo de su pantalón.Todo signo de relajación se ha desvanecido en cuanto se percata que estoy presente en el mismo pasillo que él transita como si fuese su hogar.La distancia se va acortando.
CAPÍTULO 7Me siento en la cama de la habitación que debo limpiar.Entierro mis manos en el rostro. Un grito ahogado sale de mi boca el cual es amortiguado por mis palmas.Destapo mi cara y observo mi reflejo en el televisor apagado colgado en la pared.Le he confesado a TomVoelkleinque m
CAPÍTULO 8.Claramente no anticipaba encontrarme en esta inusual situación: viajar al trabajo en el auto de mi nuevo jefe y, mucho menos, enredarme con su pene. Las emociones tumultuosas que revolvían en mi interior se enfrentaban en una batalla silenciosa.A pesar de la inusitada circunstancia, él mantenía una tranquilidad casi inquebrantable mientras manejaba por las calles desiertas que contrastaban con el caos del tráfico que habíamos dejado atrás. La tensión en el vehículo era palpable, y yo no podía evitar sentir que el aire mismo estaba cargado con un magnetismo inusual.—La siguiente esquina está bien, puedo tomar un taxi desde ahí —declaré, intentando normalizar la situación y recuperar mi propia compostura.Tom me echó un vistazo, su ceño ligeramente fruncido, antes de volver su atención a la carretera. Sus ojos verdes parecían esconder secretos, y eso solo exacerbaba mi mezcla de sentimientos encontrados.—¿Por qué querrías hacer eso cuando nos dirigimos al mismo lugar? —re
Después de escapar apresuradamente de la señora Voelklein, choco inesperadamente contra un objeto sólido. Al alzar la vista, me encuentro con el rostro de Tom en una asombrosa definición ultra K, observándome con una expresión que sugiere sorpresa por la coincidencia. Intento esquivarlo y proseguir mi camino, completamente enfocada en mis propios asuntos. Honestamente, no tengo el ánimo para lidiar con él en este preciso momento.No obstante, mi intento de evasión resulta infructuoso. Escucho su voz detrás de mí, llamándome con urgencia.—¡Oye, Klein! —sus pasos resuenan detrás de mí, llenos de desesperación por alcanzarme, pero decido aumentar el ritmo de mis pasos, buscando distanciarme de él.Es entonces cuando su mano se cierra alrededor de mi brazo, deteniéndome en seco. Me siento atrapada, y me veo forzada a girarme para enfrentar su presencia inoportuna. Una pregunta resuena en mi mente: ¿cómo ha logrado alcanzarme tan rápidamente?Su mirada se encuentra con la mía, y en ese in
Todos escondemos algo.Esos oscuros recovecos de nuestra vida que preferimos mantener ocultos, temiendo que si llegaran a la luz, arruinarían la imagen que con tanto esfuerzo hemos construido.Nuestras reputaciones se sustentan en cimientos frágiles, y basta con un vistazo tras la cortina para descubrir la verdad que hemos estado guardando.Esta vez, me tocó a mí lidiar con la necesidad de esconder lo que tanto había trabajado para lograr: una casa propia, un trabajo decente y quizás un puñado de billetes ahorrados para un futuro incierto.Salir del trabajo después de un enfrentamiento con la madre del tipo al que le había chupado la verga en el auto no había sido precisamente glorioso.Pero con el peso de la miseria aplastándome, opté por sumergirme en la intoxicación y la música fuerte para tapar mis propios pensamientos.En el bullicio del bar, con un cigarrillo ardiendo entre mis dedos, observaba cómo todos se perdían en el baile y se embriagaban a las nueve de la noche.Era un ca
Día libre.A la fuerza porque no tengo ganas de pisar el hotel.Todo mi plan por el suelo. Pero mi orgullo era tan alto que me sorprendió que tras llegar del bar no derramé ni una sola lagrima. Solo llegue ebria, mareada y tambalee hacia el sofá, dejándome caer en falda, con los tacones.Mi rostro finalmente encontró refugio en la suave almohada que había sido desplazada al centro de la sala, y todo a mi alrededor quedó sumido en la oscuridad.Era un gesto de rendición ante la intensidad de mis emociones, un momento de catarsis personal que, aunque desencadenado por la frustración y el cansancio, me permitía desconectar del mundo por un breve instante en mi vida agitada.Mi amiga había desaparecido sin dejar rastro y la comida que me había prometido tampoco estaba en ninguna parte. En mi estado de ánimo decaído, no había siquiera revisado mi teléfono para comprobar si había algún mensaje o explicación.—¿Cansada de soltar barbaridades?Levanté la cabeza bruscamente al escucharlo, y en