Inglaterra, febrero 2021
El ruido del impacto en la parte trasera del coche me sorprendió y perdí el control del vehículo, chocando contra el auto de enfrente. Todo se convirtió en caos en un instante. Aunque el golpe fue fuerte, los airbags no se activaron. Sentí el golpe en el lado derecho de mi cabeza al chocar contra el cristal.
Despejando mi mente, miré a mi amiga en el asiento del copiloto. Mica estaba en la misma situación, tocándose la sien. Nos evaluamos con una mirada, sabiendo qué buscar posibles lesiones. Después de tantos años trabajando juntas, no necesitábamos palabras. Al darnos cuenta de que solo estábamos levemente heridas, nos pusimos en piloto automático para verificar el estado de los ocupantes de los otros vehículos.
Fuimos invitadas al 50º Congreso Mundial de la Sociedad Internacional de Cirugía que se llevaría a cabo en Londres. Decidimos viajar diez días antes desde Houston para visitar otras ciudades durante las mini vacaciones. Nuestro primer destino fue Gales, luego Cardiff y finalmente Bath. Como admiradoras de Jane Austen, quedamos fascinadas con la ciudad, su misticismo y romanticismo que representaban una parte importante de nuestra infancia. Después volamos hacia el norte y terminamos nuestro viaje en Manchester.
El día anterior decidimos dejar de lado los pasajes de avión y alquilar un auto para llegar a nuestro destino conduciendo. Nos aconsejaron comenzar por la ruta M6 y luego unirnos a la M40, que suele ser poco transitada en esta época. Queríamos disfrutar de paisajes, paz y calma para contrarrestar el ajetreo de la ciudad al regresar.
Pero ahora observando el estado de nuestro auto y de los demás vehículos tendríamos que despedirnos de nuestro plan y llamar para pedir ayuda. Esto iba a demorarnos.
Nos aproximamos al viejo modelo de camioneta Ford que nos embistió. Se podían notar golpes antiguos en los costados. Había un solo ocupante, un hombre con la cabeza apoyada en el volante. Al abrir la puerta, su aspecto desaliñado era lo primero que llamaba la atención. Al mover su cuerpo hacia atrás, pude ver que no pasaba de los cuarenta años, pero su rostro denotaba más edad. Pantalones manchados, zapatillas sucias, una camisa desabotonada y llena de manchas de aderezo. Un fuerte olor a alcohol me provocó náuseas, dejándome sin dudas sobre la causa del accidente que provocó al perder el control del vehículo.
Sin perder tiempo, Mica sacó el maletín de primeros auxilios del baúl, que siempre llevábamos para cualquier emergencia que surgiera. Entró lentamente por la puerta del acompañante de la camioneta para verificar su estado.
- Señor ¿puede escucharnos?- preguntó con voz firme mientras controlaba sus signos vitales- Señor… señor me escucha? Mi nombre es Dra. Micaela Kross, soy doctora. Misha, está inconsciente, no sé si es a causa del alcohol o del golpe- terminó diciendo con resentimiento mientras intentaba hacerlo reaccionar colocando alcohol en un pequeño algodón llevándolo a sus fosas nasales.
- Llama a una ambulancia, voy a verificar el otro auto- dije mientras sacaba mi celular y contactaba a la policía. Expliqué rápidamente la situación pidiendo un móvil policial.
Mientras caminaba, vi el viejo y pobre Bentley que habíamos alquilado. Aunque no era gran cosa, ahora claramente estaba fuera de servicio con los dos golpes en la parte delantera y trasera.
Del interior del vehículo chocado se escuchaban gemidos, así que aceleré el paso. Era un jeep negro con ventanas polarizadas que no permitían ver hacia adentro. Me acerqué y abrí la puerta del conductor; dos ocupantes de origen asiático me miraron fijamente.
- Hola, ¿están bien?... - les pregunté mientras evaluaba la situación de ambos - soy la Dra. Misha Saint Johns… voy a ayudarlos.
El conductor era un joven de tez trigueña, no mayor de treinta años, con una lesión en la frente que sangraba un poco. Se sujetaba el hombro derecho con una mano, quejándose. Sus pequeños ojos rasgados reflejaban dolor, respiraba agitadamente y se mordía el labio inferior para no emitir sonido. Vestía completamente de blanco, con un short de lino y una camisa de bambula de mangas cortas, prácticamente sin abotonar. Toda su vestimenta gritaba turista.
El acompañante era un hombre realmente atractivo. Tenía alrededor de treinta años. Su apariencia era fuerte y grande. Con cabello negro, piel muy clara, labios gruesos y sus ojos rasgados negros que no dejaban de mirarme mientras se tocaba el cuello. A diferencia de su amigo, vestía completamente de negro. Con pantalón largo y camisa abierta que mostraba un torso envidiable. Su mirada irradiaba una fuerza que hizo temblar mis rodillas.
- Ya hemos llamado a la ambulancia… voy a revisarlos si me lo permiten, ¿ok? - pregunté mientras buscaba guantes en el maletín. Sé por experiencia que hay personas de algunos países que son bastante reacias a que los toquen extranjeros, sobre todo si son extraños a su cultura, así que debía ser sumamente cuidadosa con ellos. - Díganme si me entienden… por favor.
- Por favor, empieza con él que está sangrando - dijo el acompañante aflojando su cinturón, hablándole a su compañero en un idioma que desconocía. Su voz ronca y baja me dejó aturdida, provocando escalofríos.
"Extraño", pensé. Después de Tim, mi cuerpo se había rebelado contra la atracción hacia el sexo opuesto. Me había impuesto el celibato como castigo por haber sido una tonta. Pero ahora, en estas circunstancias precisas, podía sentir cómo mi corazón se aceleraba. Escuché a su compañero quejarse y dejé de divagar sobre temas sin sentido.
- Hola, soy Misha - repetí suavemente, mirándolo a los ojos - voy a quitarte el cinturón y reclinar tu asiento para examinarte mejor - murmuré, tratando de no asustarlo - dime si algo de lo que hago te duele - él solo asintió, ruborizándose. Sentí cómo su respiración se aceleraba.
Ambos eran muy altos, lo que dificultaba llegar a su frente. Busqué la palanca debajo del asiento para reclinar su cuerpo. Pisando el borde inferior del auto, coloqué una rodilla en su asiento, me impulsé hacia arriba y quedé prácticamente arrodillada de costado sobre él, con mi pecho pegado a su costado. Hasta ahí llegaron mis deseos de ser sutil. Sus ojos se abrieron al mirar a su compañero y a mí, profundizando el sonrojo en sus mejillas.
- M****a... - susurré, intentando encontrar otra forma de acomodarme - No te asustes, necesito revisarte para saber si tienes alguna lesión grave - procedí con cautela a palpar su frente, notando que afortunadamente era solo una herida superficial.
Me señaló el hombro y, mirándolo a los ojos, pedí permiso para tocarlo. Introduje como pude las manos por debajo de su camisa. Era delgado pero fibroso. Me incliné hacia adelante para observar más de cerca. Lo palpé rápidamente. Al tacto noté que no tenía huesos rotos, pero un gran hematoma se estaba formando en la zona escapular donde se había golpeado.
- Estás bien, voy a limpiar la herida de tu frente. Aparentemente no tienes nada roto, pero para estar seguros deberías realizarte una radiografía de tórax y una cervical - dije mientras saltaba del vehículo, aplicaba desinfectante en una gasa y volvía a subir al auto.
Limpié la herida y coloqué una curita. Por primera vez lo vi sonreír mientras agradecía. Su voz era muy dulce, así que correspondí sonriendo también.
- Ya te he dicho mi nombre dos veces… es tu turno ¿Cómo te llamas? - pregunté mientras bajaba intentando calmarlo, notaba que su respiración se aceleraba, su rostro estaba sudado y sus pupilas empezaban a dilatarse. Temía que estuviera a punto de tener un ataque de pánico.
- Anonn - susurró mirándome tímidamente- me llamo Anonn Kongkaeo.
- Hermoso nombre Anonn. Ahora necesito que respires lentamente conmigo, ¿puedes hacerlo? - le dije mientras le mostraba cómo calmar su respiración, colocando mi mano sobre su pecho para que respiráramos juntos.
- Gracias Dra- susurró sonriendo.
- Misha- dije, sintiendo como lentamente su respiración se ralentizaba.
- Misha- susurró, regalándome una nueva sonrisa.
Devolví la sonrisa guiñándole el ojo. De reojo observaba los movimientos de su compañero. Nunca apartó la mirada de mí, controlando cada paso. Frunció el ceño ante mis palabras, desaprobando lo que hacía. Tampoco se presentó. "Grosero", pensé al notar cómo se refregaba una y otra vez el cuello con mueca de dolor. Cuando vi que Annon se sentía mejor, descendí y abrí la puerta de su lado del auto, apoyando la rodilla y trepando como antes.
Su cuerpo era más ancho, por lo que el espacio era más reducido, mis senos presionaron su brazo y vi cómo abría desmesuradamente los ojos.
-Déjame verificar si estás bien - murmuré con voz débil y poco habitual en mí.
Extendí mis brazos para examinarlo, él comenzó a articular palabras negativas con la cabeza, pero entonces escuché gritos de una voz conocida, lo que me hizo saltar del vehículo y correr dejándolo con la palabra en la boca. Me aproximé a la camioneta para ver que nuestro amigo ebrio se había despertado y estaba acorralando a Mica contra el vehículo.
La escena era aterradora. Su rostro empapado de sudor, los ojos desorbitados y la postura amenazante no presagiaba nada bueno. Levantaba el puño mientras ella intentaba cubrirse con sus manos. Su metro sesenta y cinco no tenía oportunidad contra el metro ochenta que seguramente este hombre poseía.-¿Qué diablos cree que está haciendo?- grité mientras agarraba su brazo intentando alejarlo, pero el maldito era muy fuerte. Esto me recordaba a otra escena ya vivida. Otro hombre que nos había lastimado a las dos. Empecé a respirar con dificultad. No podía ir allí en este momento. Mica me necesitaba. Respiré profundamente e intenté empujarlo. Al final mi cuerpo terminó forcejeando entre Mica y él con su rostro repugnantemente cerca del mío.- Quiero irme de este lugar - gritaba mientras escupía saliva con olor a whisky - dígale que me devuelva las llaves... la maldita ladrona me las quitó.Comencé a entender lentamente la situación. Supuse que el hombre, al reaccionar y ver el desastre que
- Maldición... trata de contactar con David o Nicholas, ya deben estar en Londres... que nos envíe un auto, avión, helicóptero, un platillo volador... lo que sea.Repetí mi maldición internamente una vez más. La reunión anual de los mejores cirujanos del planeta estaba a punto de comenzar en unas pocas horas. Sería la primera vez que una mujer daría la conferencia de apertura mostrando los avances de la nanotecnología en los reemplazos de miembros corporales en la primera infancia.Llevábamos siete años investigando y especializándonos en niños de uno a tres años. Sabíamos que nuestro proyecto funcionaba, ya que habíamos visto cómo mejoraba la calidad de vida de muchos niños. Necesitábamos financiación para seguir adelante, pero debido a este incidente con un borracho, estábamos a punto de perder una gran oportunidad. "Bueno, será otra vez", pensé para mí misma, consciente de que estas oportunidades son únicas en la vida. Mis ojos se llenaron de lágrimas y respiré profundamente.- Dil
- ¿Por qué diablos eres así? – “An lo reñía por tercera vez hoy" pensé mientras suspiraba. Lo que iba a ser un viaje de esparcimiento terminó convirtiéndose en una pesadilla. Hacía tres semanas recorríamos las carreteras inglesas llenándonos de paisajes que luego An plasmaría en decenas de dibujos. Nos conocíamos desde niños, habíamos asistido a la misma escuela en Bangkok. Nos hicimos amigos con el tiempo y más adelante hermanos. Hacía más de cinco años que trabajábamos juntos. Anonn era un talentoso artista, un pintor natural, había nacido con un don. En ocasiones pasaba días encerrado sin hablar con nadie, solo comía porque me encargaba de llevarle alimentos. Pero al salir de nuevo, los colores de sus nuevos óleos iluminaban la habitación. Sus cuadros empezaron a ganar reconocimiento hace dos años, figuras destacadas del mundo artístico elogiaban constantemente los avances y la exquisitez de los diseños que presentaba. Sus pinturas se volvían cada vez más famosas, lo que dificul
Me acerqué lentamente sin haberme recuperado por completo hasta que me encontré con una escena increíble y me di cuenta de dos cosas. La primera era que la mujer que nos había ayudado no había llegado en ambulancia, sino que era una de las responsables del accidente. La segunda era que me encontraba en medio de una pelea entre una mujer más pequeña y un hombre mucho más grande y pesado que ellas.La mujer pequeña era el opuesto de la doctora. Con su melena rubia recogida en un moño y su cuerpo enfundado en un remerón que le llegaba cerca de las rodillas, que la hacía ver aún más pequeña. Seguí avanzando y me sorprendí cuando, momentos después, Misha derribó al gigante al suelo. "Misha", repetí solo para mi. Su nombre sonaba extraño, exótico, al igual que ella. Aquella mujer me había puesto nervioso y excitado en segundos, y no me gustaba.Aceleré el paso cuando el hombre se levantó lleno de enojo. ¿Qué habrían hecho las dos mujeres para molestarlo tanto? Me coloqué en medio, éramos m
Malasia, abril 2022- Esto debe ser una broma - exclamé al ver la gran mancha de vino tinto en mi vestido blanco Prada, que estrenaba esta noche.Al mirar hacia arriba, me encontré con dos pozos oscuros que fruncían el ceño devolviéndome una expresión sorprendida. Lo observé detenidamente y me di cuenta de que era él. El extraño del año pasado. El hombre sin nombre. Había pasado días tratando de olvidar el incidente, pero meses después, aún recordaba la profundidad de su mirada, la rectitud de su postura y el dolor en el pecho por su rechazo.Y ahora, después de un año, a pocos minutos de recibir un reconocimiento por nuestro arduo trabajo, él había arruinado mi vestido.Su rostro mostraba sorpresa, estupor y vergüenza mientras sus ojos iban de mi vestido a su copa derramada. Sin embargo, nada me preparó para cuando nuestros ojos se encontraron. En un instante vi cómo fruncía el ceño, endurecía la mandíbula y cuadraba los hombros al mirarme con la misma actitud indiferente de la últim
- Misha te estoy hablando- expresó Mica agarrándome del brazo. - Sí Mica, era él en el salón, parece que su única razón de existir es arruinar mi vida- traté de infundir en mi voz un enojo que no sentía. - Ojalá haya venido con su amigo- susurró ella ilusionada. Mica se había quedado impactada con Annon desde el accidente. Trató de localizarlo después de nuestro regreso de Inglaterra. Primero intentó contactarlo a través de los documentos del seguro, solo para descubrir que no había registros de ellos. Todas las pistas llevaban a un bufete de abogados que evitaba las preguntas y nunca daba respuestas claras. Luego lo buscó intensamente en las redes sociales, pero el nombre Annon arrojaba múltiples resultados y ninguno correspondía a él. Este enfoque también resultó inútil. Solo una cosa era cierta, estos hombres eran un enigma. Del amigo ni siquiera sabíamos el nombre, por lo que era imposible rastrear su origen. Después de dos meses, Mica se quedó sin ideas y se dio por vencida.
Se retiró mirándome fijamente. Sonreí y comenzamos a acercarnos de nuevo, pero fue entonces cuando escuché a una mujer gritar muy cerca de nosotros.- Khalam, Khalam cariño, ¿dónde estás? - nos separamos en el momento en el que ella abría la puerta del baño encontrándonos de frente - aquí estás, me dejaste solita - balbuceaba haciendo un falso puchero.En ese instante me percaté de varias cosas. En primer lugar, que la mujer era hermosa, con su cabello negro como la noche perfectamente arreglado, y el vestido verde musgo que se adhería a su cuerpo como una segunda piel. No parecía tener más de veinte años. En segundo lugar, se notaba que había tomado demasiado, balbuceaba cosas sin sentido y su andar era inestable. En tercer lugar, por la expresión sorprendida del hombre misterioso y la forma en que se alejó de mí, supe que era Khalam.Así que ese era su nombre. Después de haber imaginado cientos de nombres, finalmente conocía su identidad. Sin embargo, confirmaba lo que había pensado
¿Qué demonios sucedió? – se preguntaba Khalam al ver salir a las dos mujeres.El anfitrión de la velada, el Dr. Helf, era amigo de mi madre y el médico personal de An. Durante años había estado a cargo de su tratamiento y se encargaba de ajustar su medicación según fuera necesario. Nos había invitado a la gala porque Annon había sido designado heredero del Grupo SOL, convirtiéndose en inversionista y necesitando así conocer los posibles proyectos. Lo que él desconocía era que la responsabilidad de dicha tarea siempre recaía en mí. Mis decisiones eran las que An simplemente firmaba para liberarse y seguir con su pasión por la pintura.Y vaya sorpresa cuando al entrar me encontré con el rostro de perfil de aquella mujer. "Misha", recordaba su nombre, así como sus ojos y su cuerpo. No la había olvidado en todos estos meses. Con ese vestido blanco parecía una diosa y mis manos ansiaban tocarla. Ella no me había visto, así que pude observarla sin levantar sospechas. El maquillaje sutil y e