El dolor incontrolable lo hizo derrumbarse emocionalmente y gritar con fuerza.

Charlie se limitó a dedicarle una mirada y le dijo fríamente: "¡Si vuelves a hacer ese ruido como el de un cerdo al que están sacrificando, haré que alguien te rompa también esa cosa que tienes en los pantalones!".

Al oír esto, Juárez tembló de miedo y se obligó a cerrar la boca.

Charlie entonces lo miró mientras continuaba: "Te lo preguntaré de nuevo, ¿la mercancía en manos de Martha es tuya?".

Juárez soportó el fuerte dolor en ese momento, y grandes gotas de sudor siguieron rodando por sus mejillas e incluso se fundieron en un chorro que goteaba en su barbilla.

Para conservar su propia vida, solo pudo admitir: "Sí... Es mía...".

Charlie asintió con la cabeza y volvió a preguntarle: "Déjame hacerte otra pregunta. ¿Las personas a las que Martha engañó para que vinieran a trabajar a México desde Estados Unidos son traídas aquí para que puedas extraerles los órganos antes de matarlas?".

El primer pensam