Capítulo 92
Justo cuando seguía enojada, el teléfono volvió de nuevo a sonar.

—¡Ya te lo dije! ¡No lo busques más! No sirve de nada que me llames... ¿Es que de verdad quieres obligarme a romper nuestra relación?

Hubo unos segundos de silencio al otro lado, y luego se escuchó una voz femenina, muy cálida y suave:

—¿Señorita Diana?

Diana se quedó atónita, miró sorprendida la pantalla del teléfono y vio un número desconocido. Solo entonces recobró la compostura.

—Disculpe... ¿Quién es usted?

—Hola, soy Elsa, la madre de Valentín.

Diana apretó de manera inconsciente el teléfono, su expresión se tornó más seria.

—¿Qué desea?

—Señorita Diana, ¿tiene tiempo ahora? ¿Por qué no nos encontramos para hablar?

...

En la cafetería, Diana miraba fijamente a la mujer de mediana edad que tenía enfrente y, con cortesía, le preguntó:

—¿Para qué quería verme?

La mujer, que se había cuidado muy bien, tenía un maquillaje impecable y muy discreto, vestía de manera bastante sencilla pero elegante. Excepto por los pendien
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