Justo cuando seguía enojada, el teléfono volvió de nuevo a sonar.—¡Ya te lo dije! ¡No lo busques más! No sirve de nada que me llames... ¿Es que de verdad quieres obligarme a romper nuestra relación?Hubo unos segundos de silencio al otro lado, y luego se escuchó una voz femenina, muy cálida y suave:—¿Señorita Diana?Diana se quedó atónita, miró sorprendida la pantalla del teléfono y vio un número desconocido. Solo entonces recobró la compostura.—Disculpe... ¿Quién es usted?—Hola, soy Elsa, la madre de Valentín.Diana apretó de manera inconsciente el teléfono, su expresión se tornó más seria.—¿Qué desea?—Señorita Diana, ¿tiene tiempo ahora? ¿Por qué no nos encontramos para hablar?...En la cafetería, Diana miraba fijamente a la mujer de mediana edad que tenía enfrente y, con cortesía, le preguntó:—¿Para qué quería verme?La mujer, que se había cuidado muy bien, tenía un maquillaje impecable y muy discreto, vestía de manera bastante sencilla pero elegante. Excepto por los pendien
—¿De qué pendejada te ríes? —Elsa furiosa al ver la sonrisa en el rostro de Diana.Diana recuperó la compostura de inmediato.—Tengo curiosidad... ¿Con qué autoridad me pides que me vaya de la vida de Valentín a cambio de dinero? ¿Acaso eres la madre de Valentín? Hasta donde sé, su madre está en el extranjero.El rostro de Elsa se endureció.Diana continuó preguntando:—¿Él sabe que viniste a buscarme?—Fue Sonia quien me envió. ¿Sabes quién es Sonia? La abuela de Valentín, la matriarca de la familia Palacios.—¿Y eso qué tiene que ver conmigo? —respondió Diana con serenidad. —Primero, que me pidas condiciones... Con tu estatus, dudo que tengas la autoridad suficiente para hacerlo. Si pido mucho, ¿podrías pagarlo? ¿Te dio Sonia ese derecho?—¡Tú...!—Segundo, gracias por recordarme lo del edificio de oficinas en la zona comercial. Ya lo he rentado.—¿Qué? —Elsa se enfureció al instante.Diana no le dio oportunidad de responder y, delante de ella, hizo una llamada.—Lo he decidido. Rent
Valentín no mostró ni un rastro de impaciencia.Luis, que estaba al lado, se quedó extremadamente sorprendido. Solo cuando el jefe le hizo una ligera señal con la mirada, recobró la compostura y salió en absoluto silencio.—Señora, tome agua.Valentín atento le sirvió un vaso de agua a Paola.—El clima no ha estado muy bueno estos días. ¿Por qué vino hasta acá?—Vine a traerte algo rico—dijo Paola, colocando con alegría el termo que había traído. —Mira, Valentín, preparé estos platillos especialmente para ti, junto con un poco de fruta. Todo está realmente delicioso. Trabajas tan duro que necesitas comer muy bien, estás demasiado delgado.Valentín sonrió con cierta suavidad.—Hacer todo este recorrido solo para esto... Se lo agradezco muchísimo.—No es nada. Es que mi Diana tiene un carácter demasiado reservado. Tú la has ayudado tanto y ella siempre con esa cara tan seria, sin agradecer. Como su madre, no puedo evitar preocuparme por ella, pero no te lo tomes a mal. Es solo su forma d
Cuando cayó la noche, las calles de Ciudad de México se llenaron poco a poco de luces de neón.Diana salió bastante furiosa del conjunto residencial y caminó sin rumbo fijo durante quién sabe cuánto tiempo. Finalmente, agotada, se detuvo al borde de la acera. Al recordar cómo la familia Palacios la había ridiculizado esa tarde, y que su madre, sin vergüenza alguna, había ido a buscar a Valentín, su enojo aumentó aún más. Ambas situaciones se mezclaban en su mente, haciéndola sentir cada vez más enfadada y confusa, hasta que, en un arrebato, le dio una feroz patada a un árbol cercano.No sabía cuántos problemas le había causado ya la imprudencia de su madre.De repente, un pito sonó a su lado. Al levantar la vista, vio un auto negro que se detenía lentamente junto a ella. La ventana trasera se bajó, revelando un rostro sombrío y serio.¿Valentín?Diana se quedó asombrada.Valentín la miró un instante y, con voz calmada y suave, dijo:—¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí afuera a estas horas, des
Diana bajó del coche y, a través de la puerta, le agradeció muy amablemente a Valentín:—Gracias.—¿Me agradeces porque mi suegra me trajo comida?—No es por eso, es por lo del edificio de oficinas.Valentín frunció ligeramente el ceño.—Me voy.Diana se despidió con la cabeza hacia el interior del coche a modo de despedida y se dio la vuelta para entrar al conjunto habitacional.Valentín se recostó algo intranquilo en el respaldo de su asiento, reflexionando seriamente.—¿Lo del edificio de oficinas? ¿Cuándo se enteró de eso?Luis también estaba muy desconcertado.—Desde la agencia dijeron que la señorita Diana llamó esta tarde y aceptó firmar el contrato de forma apresurada. Estaba bastante sorprendida, considerando que apenas había visto el lugar.La mirada de Valentín se oscureció al instante.Cuando Diana regresó a casa, Paola ya se había ido.Vio en la mesa un plato con frutas cortadas, y debajo, una simple nota."Me fui ya. No olvides comer frutas; si las dejas mucho tiempo, se
A la mañana siguiente, Diana contactó a una empresa de remodelación para comenzar oficialmente con las respectivas obras en las oficinas del edificio.—Aparte de arreglar un poco las paredes, casi no hay que hacer grandes cambios. Las oficinas de este piso están en excelente estado; muchas cosas se pueden usar tal como están.—¿Cuánto tiempo llevará terminar?—Muy poco, tal vez en una semana estará listo.Diana estaba concentrada discutiendo los detalles pertinentes de la remodelación con los trabajadores cuando una voz masculina familiar resonó desde la puerta:—Diana.—¿José? —Diana reconoció a José de inmediato y, tras dar instrucciones a los trabajadores para que continuaran con sus tareas asignadas, se acercó muy atenta a recibirlo. —¿Qué haces aquí?José, vestido con un traje y llevando un maletín, tenía un aspecto elegante y profesional.—Tenía una reunión con un cliente cerca de aquí y aproveché para pasar a ver cómo iba todo... ¿La remodelación va muy bien?—Sí, todo va muy bi
La noche caía.Valentín acababa de salir de una reunión y regresaba a su oficina. Apenas dejó su teléfono sobre la mesa cuando recibió un mensaje anónimo, que contenía solo una foto.—Jefe, aquí está el resumen de la reunión de hoy, usted... —Luis no terminó la frase al notar que la expresión de Valentín no era la habitual—. Jefe, ¿qué sucede?Valentín dejó a un lado el teléfono, mostrando la pantalla con una imagen. Luis, intrigado, se acercó chismoso para echar un vistazo y vio que la foto mostraba a dos personas cenando en un restaurante de comida occidental: una era Diana y el otro era José, justamente el abogado que había ayudado a Diana en su juicio.—¿No son la señorita Diana y José?Luis apenas pronunció esas palabras cuando se dio cuenta de la tensión en el ambiente y se calló de golpe, observando con cautela la expresión sombría de Valentín.—Jefe, es solo una cena... Tal vez la señorita Diana necesitaba consultar a José por algún asunto legal.Que alguien se atreviera a acer
—¿Luis? —Diana lo vio de inmediato en la caja, pagando la cuenta—. ¿Tú también viniste a comer aquí?Luis esbozó una sonrisa forzada, sin poder ocultar en ese momento su incomodidad.—Señorita Diana.Instintivamente, Diana miró detrás de Luis.—¿El señor Valentín también vino?—Oh no, el señor Valentín no está, vine solo a comer.Diana se relajó al escuchar eso y sonrió:—Qué coincidencia encontrarnos aquí para comer.Luis contestó cortésmente y saludó a alguien detrás de Diana.—José.José respondió muy cortés al saludo.Los tres salieron juntos del restaurante.Luis dijo:—A esta hora es muy difícil encontrar un taxi, señorita Diana. ¿Va a regresar a la zona de comercio? Yo también voy por allá, puedo llevarla.José, sin embargo, lo interrumpió al instante.—No es necesario, yo puedo llevar a Diana a su casa.—Pero tú vives en el oeste de la ciudad, ¿no? Eso te queda lejos y no es de camino. No hace falta que te preocupes.—Parece que sabes muchas cosas ¿verdad?... No importa si es d