PDV. Hassam.
Hoy tiene que ser el día, no puedo seguir esperando más, no me importa si Elena dice que solo quiere ser mi socia, no voy a permitir que el gringo la siga engañando, ya le entregué las visas, tengo los archivos, incluyendo los de ayer, así que solo me queda hacérselos llegar a Elena. Llamaré a Khalid para que me ayude con ello.
– As al Salam alikum hermano – saludé a penas contesto el teléfono.
– Alaikum Salam my brother. ¿Dónde estás? – pregunto.
– Estoy en la oficina, puedes venir, quiero que me ayudes con algo.
– ¿Quieres que vaya ahora?, quiero hablar contigo también.
– Si apenas puedas – colgamos sin decir mas.
PDV. Elena Día de recepciones extrañas pensé justo antes de abrir un correo que de seguro me lo envío mi hermana con las fotos de nosotros desde que llegó. Me pareció raro que no me enviara un mensaje advirtiéndome, aunque por lo que escribió asumo que es de sus bromas. Además, delante de mí tenía a Hassam que había aparecido hoy con un café y pidiendo cuentas de gestión. – ¿Y entonces? – pregunto Hassam, ansioso de que le diga que es. – Ahora ¿quién está curioso? – pregunté sonriéndole. Mientras abría una de las fotos de la carpeta. – Oh por Dios – dije en mi lengua materna. – No puede ser otra vez. Cerré la laptop con tanta fuerza que no sé cómo no se rompió. Tape mi cara para controlar que mis lágrimas no se derramarán delante de mí socio.  
PDV. Elena. Hassam se quedó mirándome como haciéndose preguntas. – Disculpa Elena, no debí reaccionar así, al final es tu esposo y puedes perdonarlo otra vez. – No. – ¿No qué? – pregunto con desgana. – No lo perdonaré esta vez, se lo jure una vez, "si me llegas a pegar o me eres infiel, me divorciare de ti"– dije repitiendo lo que le había dicho a Aston hace muchos años atrás, cuando me pidió que me casara con él. – aquella vez no lo pude confirmar, pero esta vez es diferente ahora tengo pruebas de su infidelidad. Aunque admito que en el pasado en el fondo de mi corazón presentí que era verdad también, pero, no supe cómo hacerlo dependía de
PDV. Elena. Dije sin preámbulos. Luz abrió los ojos sorprendida no sé si por mi decisión o por lo rápido que la tomé, mientras mi madre se tapó la boca. – ¿Que estás diciendo? ¿cómo que te vas a divorciar Elena? las cosas se resuelven hablando, ¿tú crees que tu padre y yo no hemos tenido problemas? todos los psicólogos quieren resolver las cosas con una separación – dijo frustrada – estás casada por la iglesia, Dios bendijo su matrimonio tú no puedes. Antes de que siguiera la pare. Primero porque habia alzado la voz y aunque mis hijos estuvieran en la parte de arriba en su habitación, lo queria fuera del drama que se pudiera crear por este cambio; segundo porque no iba a permitir que nadie interviniera e
PDV. Elena. – Quiero el divorcio Aston. – dije mirándolo directamente a los ojos. – ¿De qué hablas, te has vuelto loca mujer? Empezó a respirar rápido mientras recogía las fotos y sus ojos cada vez se hacían más grandes. – De dónde sacaste estas fotos Elena, esto es un montaje – grito mientras iba perdiendo color en su rubia cara. – ¿Es un montaje? – dije irónica – ¿quieres decir que no me estás engañando? – Claro que no, deja de meterte ideas locas en la cabeza, yo lo que hago es trabajar. Se notaba su desespero, lo conocía muy bien, miré como se agarraba la cara, el cuello, hasta se halaba el cabello. – ¿No conoces a la mujer de la foto? – pregunté.
PDV. Hassam. – Respira, ya salió de su casa – me informo por teléfono Ahmad podía escuchar su sonrisa. – No le veo la gracia, sabes que estaba en peligro – le reclamé. – Calma Hassam, era para que te relajaras, no creo que haya estado en peligro, pero supongo que ningún hombre estaría alegre de que su mujer lo deje. – Supongo, pero él se lo merece. Gracias por mantenerme informado. – Espero que sepas lo que estás haciendo jefe – me advirtió. – Adiós Ahmad – colgué sin más. No quería sermones, a estas alturas lo único que sabía con certeza es que quiero a esa mujer para mí, aún no sé cómo, incluso no se si deba, pero la quiero lo más cerca posible y a salvo. Quiero llamarla para estar seguro de que si estaba bien. Marqué su número, pero salió la
PDV. Elena. Me desperecé bostezando y estirándose, sintiéndome tan relajada y descansada que me aprecia inusual, al darme cuenta de que no estaba en mi habitación me sorprendió por unos segundos mientras me acordaba que estaba en la casa de huéspedes de Hassam en una habitación que bien parecía una de un hotel cinco estrellas, una cama tamaño King con unas almohadas de plumas que se adherían a mi cuerpo con una temperatura más que genial. La habitación era tan grande que un ventanal daba hacia la casa de mi socio y otro hacia una de las principales avenidas de la ciudad, aunque poco se veía debido a lo distante que quedaba de la entrada a la propiedad y los muchos árboles de palmas y dátiles. La decoración contaba con lámparas de colores en forma de espiral típicas de esta región, una alfombra persa que le dan aún toque arabesco y de lujo. Mire el reloj de la p
PDV. Elena. Salí cabizbaja de la embajada, sabía que Aston no me la iba a poner tan fácil, y menos con lo que intento hacer hoy, “para que rayos habrá querido sacar a los niños del colegio” me pregunte. Supongo que se desesperó que no le dijera dónde estábamos, quizá no me crea que de verdad no es mi intención prohibirle que vea a nuestros hijos. Pase por la oficina un rato para informar que estaré trabajando desde casa y a poner en orden algunas cosas. De regreso a la casa se me ocurrió un plan para que Aston acepte el divorcio consensuado, si no era por mí, quizá por su amante si me lo iba a firmar rápido. Pensé como detective, contaba con una incógnita y dos datos, así que saqué mi fórmula. Tenía fotos de ella por lo que podía reconocerla, también tenía el nombre de la empresa donde trabajaba, así que LinkedIn me iba a dar su nombre con suerte. Al día siguiente mien
PDV. Hassam. Esto era lo que me faltaba, tener que recibir a Aston, que carajo querrá, pensé mientras mi secretaria me informaba que estaba esperándome diciendo que era urgente. Y de paso tengo la reunión con los ministros de los países vecinos, A buena hora un grupo de terroristas se les ocurrió atacar un aeropuerto de un país amigo. – Hágalo pasar – le respondí. – Su alteza, gracias por permitirme pasar. – Aston, informaste que era urgente, espero que lo sea, porque estoy por entrar a una reunión que si es urgente y necesito prepararme – dije sin responder su gratitud. – Seré breve, así como estuve de acuerdo aquella vez que nos reunimos, ahora vengo a venderte nuestras acciones que tenemos mi esposa y yo, y te quedes con la empresa. – ¿Disculpa? – pregunté tratando de adivinar qu