PDV. Hassam.
Inició un Reguetón latino y mi miembro se quería salir de solo ver cómo Elena levantaba los brazos y movía todo su cuerpo al son de la pegajosa música, entre las hermanas se reían y ella lucía incluso más joven, aunque no aparenta su edad en condiciones normales. Y me dio ganas de ofrecerle más risas como esas, llenarle su vida de momentos como ese conmigo al lado. Un codazo de Khalid me despertó de mis deseos demasiado románticos.
– Pero viste como mueve el cu...– grito emocionado Khalid y le interrumpí.
– El cuerpo, si lo estoy viendo.
– Si eso era justamente lo que iba a decir – dijo con una risa estruendosa.
Al terminar la música Aston se alejó
PDV. Elena Inicie la semana investigando sobre la empresa que íbamos a visitar en el Emirato. Amira me informó que ella también vendría al viaje, lo que me contentó. – Me encanta, así podrás estar presente en todo y aprender de esta parte – le dije sinceramente. – Gracias por siempre estar dispuesta a enseñarme Elena, yo estoy feliz, gracias a Hassam y su apoyo al sacarme de tener una vida aburrida esperando en casa a un hombre que se comprometa conmigo – me confesó.Nos abrazamos y continuamos con los detalles del viaje. – ¿Viste que nos enviaron pasajes de primera clase en Fly Emirates? Además de unas suites en el Sheraton de la capital. Este señor se está luciendo con atenciones &ndas
PDV. Hassam Este nuevo descubrimiento que hice, cambia las cosas a mi favor; ahora decidí estar más cerca de Elena, el gringo que se joda, que siga tirándose a la jefa de recursos humanos, no se le puede negar que tiene buen gusto en materia de mujeres. Por lo pronto me emociona que vaya a viajar con mi moon. Recuerdo nuestra pequeña discusión en su oficina, como se enfureció cuando le dije que le iba reembolsar los gastos a Rawad, lo que realmente me provocaba era callarla con un beso a esos labios tan grandes y provocativos que tiene, es tan sexi que me costaba concentrarme en lo que me decía, al saber que estábamos cerrados en su oficina y con esa vista al mar lo que me imaginaba era tenerla volteada sobre el escritorio comiéndole su centro de placer. Mentiría si digo que no estoy emocionado por nuestro primer viaje, lo ún
PDV. Elena Nos reímos con su comentario de las compras hasta que Hassam se acercó, así como un grupo de seis hombres indicando que era hora de embarcar. – Cuando viajamos es otro protocolo de seguridad, por esos ves tantos guardaespaldas, ya te acostumbraras a ellos. – me dijo guiñándome el ojo. Caminamos y nos subimos a una Rand Rover con el interior dispuesto tipo limosina con seis puestos y nos siguieron dos más hasta la puerta del avión, un jet color blanco con cuatro líneas curvas gris plomo. Subí detrás de Amira y me quedé encantada primero con el olor a cuero que impregno mi sentido del olfato, luego miré las cuatro butacas individuales que nos recibía eran amplias de color gris claro, luego unas cuatro butacas separadas por una mesa y al lado un mueble color marrón claro, todo pulcro y brillante, más adelante estaba la puerta del b
PDV. Elena. Me extraño su pregunta y creo que para variar mi cara lo reflejo. – Si me gustan, la prueba de ello es que estoy aquí, en un balcón a cincuenta y dos pisos del piso – dije sonreída señalando el lugar donde estabamos. – Buen punto – dijo guiñándome el ojo. Y yo pensando, será la ropa que lo hace ahora estar tan coqueto. – ¿Te quieres lanzar en paracaídas? – su sonrisa se hizo más grande y supe que esa es la sorpresa. Me reí a carcajadas. – ¿Eso es un sí? – preguntó emocionado. – Si te soy sincera, si me encantaría, pero no puedo. Me miró expectante y sin entender como dije si y no en la misma frase. – ¿Por qué no puedes? ¿Tienes algún proble
PDV. Elena. – Haciendo paracaidismo – respondió Hassam, como si hubiésemos estado tomando café. Amira volteó a verme con los ojos como si se le iban a salir de la órbita, yo solo asentí y encogí los hombros. – Con que te llevó a su mundo, entonces. – preguntó negando con la cabeza – Hassam tú sabes que yo también quiero lanzarme, ¿porque no me dijiste? – pregunto haciendo pucheros. – No podía ocuparme de ambas, además, tú te fuiste de compras, para variar. – respondió restándole importancia a su queja. El vuelo fue rápido y nos dedicamos a actualizar a Hassam sobre la reunión, ya que en nuestra aventura paracaidista me prohibió hablar de trabajo. Yo me cambié la ropa y ofrecí a Amira pagarle los zapatos que le estrené a lo que respondió que ni se acordaba de ellos, así
PDV. Elena. – Agradezco la invitación, pero no, ya quiero estar en casa con mis hijos. Por cierto, Hassam, ¿vas a tardar mucho? – quise saber si podía esperarlo – Si quieres pido un taxi. – Ni una cosa, ni la otra. Gracias por traerme. – ¿Como así? – pregunté sin entender. – Que te puedes ir cuando gustes Elena, la camioneta es tuya. – ¿Mía? – reí nerviosa – ¿De qué hablas? – Me dijiste que era la camioneta de tus sueños ¿cierto? – preguntó con una sonrisa de niño travieso. – Si te dije eso, pero no signi. – me cortó antes de que terminara. – Bueno eres la CEO de Psicoteach, debes tener un carro a la altura, de hecho, me ahorraste pensar en el modelo – subió los hombros como si me acabara de dar un Kia r
PDV. Elena. – ¿Que me entere, de qué?, ¿qué cosa hiciste Elena? La voz de Aston resonó en la terraza, y posiblemente mi corazón se detuvo por unos instantes. Pude sentir como la sangre abandono mi rostro. Me giré para mirarlo y saludarlo, sin embargo, al ver su mandíbula apretada y sus ojos verdes entre cerrados, supe lo que venía. Se acerco hasta donde estábamos, me tomo por el brazo sacándome de la terraza, no dándome tiempo de responder, atravesamos la sala rumbo al garaje y ratifiqué que estaba de malas. Quizá por respeto a mi familia íbamos a hablar afuera, con lo que no conté fue con la rabia expresada en lo fuerte que tomaba mi brazo y ni si quiera pude tomar mi bolso antes de salir. En el camino no dijimos na
PDV. Elena. – Creo que todo estará bien oficial, disculpe las molestias causadas – dije apenada ante la situación. – No se preocupe señora, usted no tiene que disculparse, la seguiremos hasta su casa para asegurarnos de que llegue bien, tenga mi tarjeta, en caso de que necesite ayuda, llámeme directamente. – Muchas gracias – dije sonrojada. Menudo show pensé, espero que Hassam no se entere. Hassam, mi socio, cerré los ojos y di un suspiro, agotada, hasta ahora solo había estado pensando en él trabajo de Aston, ¿pero que había de mi empresa? Yo no debería estar en una situación así, más cuando mi socio es un jeque. Sacudí mi cabeza, rogando que esto no llegara a más, finalmente miré la tarjeta: Wesaam Abdulah al Adlaha Albalushi. Teniente coronel fuerza terrestre del Sultanato. Bendito sea el creador