Tras ver el vídeo de Leslie mostrándose tan libremente a miles de personas, de nuevo, su sangre hirvió como nunca. Su rostro se enrojeció por completo, sus puños estaban listos para destrozar a cualquier idiota que incluso se atreviera a masturbarse al verla.

¡Pero demonios! ¡Él debía sacar esos pensamientos de su cabeza! Ella jamás le perteneció porque realmente nunca lo amó. No tenía derecho sobre ella, ni ella sobre él.

Sin embargo, mientras regresaba a su apartamento, evitando las quejas y gritos de Mila, no pudo evitar descargar su ira en el gimnasio hasta quedar tan cansado que los músculos no le respondieran.

En ese débil momento de jadeos y sudor excesivo, recordó algo.

“Necesito el dinero. James está enfermo.”

Una oleada de preocupación lo invadió.

¿Le estaría diciendo la verdad? Ese niño, era tan inocente como él cuando pensó que podría ser feliz con ella.

Leslie se lo llevó lejos, arrebató la posibilidad de ser su padre y quererlo. No tenía que importarle.

Pero había