Capítulo 101Un lazo inquebrantable.El aroma a desinfectante impregnaba cada rincón de la clínica. Un silencio denso flotaba en los pasillos, roto solo por el murmullo de las enfermeras y el pitido rítmico de los monitores. Leonard estaba sentado en una silla junto a la camailla de Alessia, sosteniendo su mano con suavidad.Ella dormía profundamente, su rostro aún pálido, pero con una paz serena después de la tormenta. Su cabello caía en suaves ondas sobre la almohada, y sus labios, aunque secos, aún tenían la curva delicada de una sonrisa.Leonard deslizó su pulgar por el dorso de su mano, sintiendo su calidez. Pero, a pesar de la tranquilidad aparente, su mente era un torbellino. Su hija había nacido antes de tiempo. Su pequeña Luna estaba luchando por sobrevivir.Un suave golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Levantó la mirada y vio a una enfermera de rostro amable asomarse.—Señor Blackmond, la bebé ya ha sido estabilizada y está en la unidad de cuidados intensivos neon
Capítulo 102Refugio en la TormentaLa luz del amanecer se filtraba tímidamente por las cortinas de la habitación privada donde Alessia dormía. Su respiración era pausada, su piel recuperaba lentamente el color perdido tras el parto prematuro, y sus labios se entreabrían con un murmullo suave.Leonard, sentado en el sillón junto a su cama, no había dormido en toda la noche. Sus ojos estaban fijos en su esposa, observando cada mínimo movimiento, cada pestañeo. Aún podía sentir el eco de la inquietud palpitando en su pecho después de haber visto a Camila en las cámaras de seguridad.Un leve quejido de Alessia lo sacó de sus pensamientos. Su mano se movió débilmente sobre la sábana, y Leonard se apresuró a tomarla con ternura.—Amor… —Alessia susurró con la voz rasposa.—Estoy aquí —respondió él de inmediato, acercándose más—. No te preocupes, todo está bien.Ella abrió los ojos con esfuerzo, parpadeando contra la luz matinal. Sus pupilas vagaron por la habitación antes de enfocarse en é
Capítulo 103Dudas y frustraciones.Los días transcurrieron con una calma tensa dentro de la mansión Blackmond. La rutina se había establecido con disciplina férrea: médicos entrando y saliendo en horarios estrictos, guardias rotando sus turnos con precisión militar, y Leonard velando por Alessia, Lizzy y Luna con una devoción casi obsesiva.Luna mostraba signos de mejoría, y aunque su fragilidad seguía siendo evidente, su respiración se hacía más fuerte, su piel adquiría un tono más saludable y su pequeño cuerpo, cubierto de cables y monitores, luchaba incansablemente por aferrarse a la vida. Alessia pasaba las horas junto a la incubadora, acariciando con delicadeza el cristal que la separaba de su hija, cantándole en susurros, hablándole de un mundo que aún le quedaba grande.Lizzy, con inocencia, le hablaba de su día a día, lo que aprendía en sus días de clases, lo que hacía en sus horas de horas libres, además, le leía sus cuentos favoritos. Pero en medio de aquella paz aparente,
Capítulo 104Nuevas estrategias. Leonard observó el enorme arreglo floral que había ordenado especialmente para Alessia. Rosas rojas, lirios blancos y orquídeas púrpuras se entremezclaban en una armonía de colores vibrantes, exhalando un aroma dulce y embriagador. Junto a las flores, había una caja de chocolates finamente envuelta y una pequeña cajita de terciopelo negro que contenía una gargantilla de rubíes incrustada en oro blanco.Sabía que los detalles materiales no serían suficientes para disipar las dudas que se habían instalado en el corazón de su esposa, pero era un gesto, una forma de recordarle cuánto la amaba, cuánto la necesitaba.Respiró hondo antes de entrar a la habitación. Alessia estaba sentada en el sofá junto a la ventana, con las piernas recogidas bajo su bata de seda, el cabello cayendo en ondas suaves sobre sus hombros. Miraba a través del vidrio con expresión ausente, perdida en pensamientos que él no alcanzaba a descifrar.Cuando sintió su presencia, giró el
Capítulo 105 Estrategias y un trato justo. El aire en el despacho de Leonard estaba cargado de tensión, impregnado con el leve aroma a cuero de los sillones y a la madera oscura del escritorio. La luz de la lámpara creaba sombras alargadas en las paredes, dándole un aire más grave al momento que compartía con Jenkins. Leonard tamborileó los dedos sobre la superficie pulida del escritorio, su mente trabajando rápido, entrelazando posibilidades, descartando riesgos. Jenkins, de sentado frente a él, mantenía una postura erguida, pero en su expresión se percibía la gravedad de la situación. —Si Anthony te ha contactado, significa que está desesperado, o que se ha quedado sin opciones —murmuró Leonard, entrelazando las manos bajo el mentón—. Quiere usar a alguien dentro de la mansión para obtener información sin levantar sospechas. Y ha decidido que seas tú. —Eso pensé, quizás crea que Clara ahora no le es útil y querrá silenciarla, para siempre. La señorita Clara corre peligro fuera
Capítulo 106Lealtad y decisiones difíciles. Jenkins avanzó con paso contenido por el sendero de grava que conducía al invernadero. La noche envolvía los alrededores de la mansión Blackmond con su manto oscuro, y la luz de la luna proyectaba siluetas fantasmas en los ventanales de la estructura de cristal. El aire estaba impregnado con el aroma terroso de las plantas húmedas y el dulzor leve de las flores.Sus sentidos estaban en alerta. Sabía que no estaba solo.Ajustó el abrigo sobre sus hombros y empujó la puerta del invernadero con cautela. El cálido vapor del ambiente lo envolvió al instante, una mezcla de humedad y fragancias florales. En el centro, entre hileras de helechos y orquídeas, un hombre lo esperaba.—Puntual como siempre, Jenkins —dijo el desconocido, un hombre de mediana edad con una postura relajada, pero con la mirada de alguien que no dejaba escapar detalles.Jenkins asintió, manteniendo la compostura.—No tenía opción —respondió con tono medido—. Si he venido es
Capítulo 107Enfrentamientos. La lluvia golpeaba los ventanales con insistencia cuando Jenkins entró en el despacho privado de Leonard. Llevaba el abrigo empapado y el cabello pegado a la frente, pero no pidió permiso para secarse; no había tiempo para formalidades. Leonard estaba de pie junto a la chimenea, mirando el fuego con una copa en la mano. La llama proyectaba sombras danzantes sobre sus facciones endurecidas por la tensión.—¿Qué pasó? —preguntó sin mirarlo.Jenkins se quedó en silencio por un instante, dejando que el calor del fuego disipara un poco el frío que llevaba encima.—Anthony apareció —dijo finalmente—. En persona.Leonard giró la cabeza, los ojos encendidos por una mezcla de sorpresa y desconfianza.—¿Cómo lograste que saliera de su madriguera?—No lo hice. Solo exigí hablar con él, y vino. Estaba desesperado por tenerme de su lado. Me pidió los códigos de seguridad, el acceso a las cámaras… todo.Leonard apretó la mandíbula.—¿Y qué le diste?—Los cambios en lo
Capítulo 108 El precio del silencio. El cielo aún tenía sus tonos grisáceos cuando Alana llegó al lugar acordado. Un antiguo invernadero reconvertido en salón privado, oculto tras una galería de arte en desuso, en el corazón más sombrío de la ciudad. La humedad impregnaba las paredes y los cristales empañados dejaban pasar una luz opaca. El aire olía a tierra mojada y plantas descuidadas. Un aroma que hablaba de cosas enterradas… y otras que estaban a punto de florecer. Anthony ya la esperaba. Estaba de pie, apoyado contra una columna de hierro forjado, con las manos en los bolsillos y una media sonrisa en los labios. Vestía un abrigo oscuro, de líneas limpias, que no disimulaba el peligro en sus gestos. La miró sin saludar. Alana entró sin quitarse los guantes de cuero ni el abrigo que llevaba puesto. Caminó sobre los adoquines húmedos como si pisara una pasarela. —No esperaba que vinieras a verme —dijo Anthony con voz baja—. Pensé que enviarías a algún abogado o a uno de e