VALERIAMi cerebro se conectó con la realidad y me dijo que estaba acostada de lado sobre una cama.No encadenada, no apresada, ni atada y definitivamente, muy viva.Sentía una vitalidad increíble en mi interior, sanando y reparando mis heridas.Abrí medio confusa mis ojos, para dar con una vieja pared de madera.Conozco este papel tapiz, es de la posada donde nos estábamos quedando, en esa… ¡manada de donde me secuestraron para llevarme a unos vampiros que me vendieron como esclava y luego… luego el Rey Lycan me rescató!Hasta ahí todo era terrorífico, pero lo podía manejar, sin embargo, los recuerdos de todas las cosas sexuales que hice luego con el Rey Aldric, ¡eran imposible de soportar!Frases como “… necesito que me toques más, Aldric…” “… lo quiero probar como hiciste con el mío y etc.” hicieron corto circuito en mi mente.— Uuuuhhhh – agarré la almohada y grité frustrada contra ella, hundiendo mi rostro lleno de vergüenza.¿El Rey me habrá dejado tirada aquí en la posada? Lo
VALERIADespués de llegar al acuerdo más atrevido de mi vida, Aldric salió y le pidió al posadero que llenara la tina con agua caliente.Agradecí el detalle y me sumergí en la relajante agua hasta el cuello, sola en el cuarto, suspirando relajada.No quería pensar en nada, pero levanté la mano donde me había quemado con esa piedra extraña y estaba casi sana, toqué mi cuello y tampoco me dolía.Todas las heridas y magulladuras estaban sanando rápido, como nunca, a excepción de las más serias y antiguas.Era por el poder del Lycan, lo sabía muy bien.También recordé todo lo raro que experimenté, mis memorias sobre el ataque de ese espectro estaban medio confusas, pero una cosa era segura, yo me le enfrenté, incluso creo que él me tuvo miedo.¿Qué soy yo en realidad?Nadie puede saber de esto, absolutamente nadie.Todos los relacionados con esas criaturas y los vampiros, son ejecutados sin miramientos.Esa orden la dio, nada más y nada menos que el mismo Rey y yo estoy a su lado.Aldric,
VALERIAMe quedé congelada ante las palabras de Quinn.Él continuó descifrando el mensaje, pero mi mente ahora solo pensaba en lo que debió sentir el Rey cuando sus hijos fueron asesinados y él mismo acabó con la vida de su compañera.Sé muy bien cómo es ese sentimiento que te desgarra el alma y solo te deja las ganas de morir.Aldric incluso lo tuvo peor, yo ni siquiera cargué mucho a mi bebé en mi vientre, él tomó a sus cachorros en sus manos y amaba a su mujer, ella no lo traicionó como hicieron conmigo, ella no merecía morir.Era su mate, así que él tuvo una compañera, seguro una hermosa hembra que compartía su cama, sus sueños y su vida.Alguien que atesoraba de verdad, alguien que dio a luz para él.¿Por qué me sentía tan amargada por dentro?Subí mi mano y toqué mis cicatrices, nunca me habían importado, pero ahora, al compararme con una pobre mujer fallecida, todo tipo de inseguridades apretaban mi corazón.“Tonta, cómo puedes compararte siquiera con ella. Aldric nunca te verá
VALERIA Al final me liberó de la presión de su poder y pude al fin respirar.El guardián Quinn también se levantó limpiándose la sangre de su mejilla magullada a pesar de su rápida sanación.Así de salvaje fue ese puñetazo.— Dime, ¿qué descubriste? – le preguntó, los tres parados frente al Altar de la Diosa.Quinn le dijo todo lo que descifró.En realidad, había muchos errores, pero no vi que tuviesen importancia así que no lo rectifiqué.— Es claro que habla del descenso de la Diosa Luna a la tierra a mezclarse con nosotros, es parte de una leyenda antigua – Aldric concluyó.— Parece que andan en busca de altares como estos, porque aquí se señala la localización de otro Altar Lunar – Quinn señala las últimas frases.— Quieren llevarse algunas partes que había de adorno, como aquí. El idiota del Alfa les regaló unas estrellas de plata que colgaban de la figura de la Luna, me lo dijo su mujer – Aldric agrega y todo esto parece una aventura misteriosa.— Hay que encontrar el próximo t
VALERIA Las miradas despectivas no se demoraron en llegar cuando se levantaron entusiasmadas esperando al Rey y solo vieron a su fea doncella. — ¿Dónde está su majestad? – me preguntó una observando a la puerta que ya se había cerrado. — El Rey no puede venir personalmente, yo las escogeré – no sé ni como pude pronunciar esas palabras con mi boca cuando me estaba ahogando en miles de pensamientos negativos. — ¿En serio? Que mal, ¿qué gusto puede tener ella? — Tal vez escoge a las más feas solo por envidia. — ¿Quién eres que haces algo tan importante como seleccionar a la posible futura Reina? – una pelirroja con rasgos exóticos me pregunta altanera. Es mucho más alta que yo e intimidante, pareciera una Beta, todas aquí son lobas superiores, pero es tanta mi ira, que me importa un comino su pedigrí. — Si tienes alguna insatisfacción puedes quejarte entonces con el Rey, él fue quien me envió – le respondo empujando mi molestia hacia el fondo de mi pecho, no les daré el placer de
VALERIA Lo sentí congelarse, su boca rozando mi mejilla y pensé que se iba a retirar molesto por mi rechazo, hecho un ogro como de costumbre, pero nunca he podido terminar de descifrar al Rey, sigue siendo un enigma para mí. Un suave beso cayó sobre mi mejilla llena de cicatrices, estremeciendo mi sensible piel y se sintió más íntimo que besarnos en la boca. Mi pecho comenzó a revolotear nervioso. Resopló un poco y luego al fin me liberó. Enseguida la frialdad invadió mi cuerpo al no tenerlo abrazándome. — Bien, entiendo tu decisión y que esté enojada. No te forzaré a nada que no desees – me dijo en voz baja y pensé que ya este momento dramático terminaría, que se iba a retirar a su cuarto. Sin embargo, caminó hacia el viejo sillón floreado cerca de la cama y se sentó muy tranquilo, cruzando las piernas y tomando un libro de costura que tenía sobre la mesita de noche. — ¿Qué está haciendo su majestad? ¿Hay algo más que necesite? – le pregunté sin entender qué tramaba ahor
VALERIA— ¡Vale! – caminando rumbo al gimnasio de entrenamiento, escucho a mi espalda la voz apresurada de Juliette, la doncella que siempre ha sido agradable conmigo.— Hola, Jul… ¡espera mujer que te vas a ir de cabeza contra el suelo! – agarro la enorme cesta de ropa que lleva y en su carrera, casi rueda dentro de ella.— Uf, es que pensé que no me escucharías, ¿cómo sigues de tus dolores? – pregunta mirándome por todos lados— ¿Dolores? – no entiendo nada.— Sí, la Gobernanta me dijo ayer cuando pregunté por ti que te sentías mal y te habías retirado a tu habitación, ¡te perdiste lo menor Vale! – grita entusiasmada y luego mira de un lado al otro del pasillo para acercarse a mí, susurrante.Me tenso un poco por su cercanía, siempre creo que la gente va a criticar mi rostro lastimado, pero a Juliette, eso no ha parecido importarle nunca.— Te cuento, ¡su majestad ayer estaba hecho una fiera, se armó un escándalo en su piso con esas mujeres que escogiste! – sus ojitos brillan llenos
VALERIA — ¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que alguien se dé cuenta de que eres un tramposo? ¡Mira esta doncella tan seria, ella sabrá muy bien elegir al más guapo!, ¿verdad que sí linda? – me tiró el brazo por los hombros y me congelé por completo. Obviamente, lo de linda era para comprar mi favoritismo. Iba a alejarme como sea, pero en eso. — ¡¡Pero qué caraj…!! ¿Se… Señor? – su voz temblaba y yo me quería escurrir por entre las tablas del suelo. Su brazo fue quitado bruscamente de encima de mis hombros y un quejido de dolor salió de los labios del guardián, aunque intentó disimularlo. — Vuelves a tocar con tanta confianza a mi doncella, Dave, y te corto el brazo – la voz fría de Aldric resonó muy cerca, haciendo que todos los cabellos de mi cuerpo se pusieran de punta. — ¿Su… su doncella? Por la Diosa me he vuelto loco de remate, yo no sabía señor, si no, nunca hubiese sido tan atrevido – balbuceó. — Doncella Dave, perdone al Guardián Valeria… digo, ¡maldición!, que me disculpe