LUCIEN Me quedé mirando el cielo oscuro, la luna se había ocultado detrás de las nubes, talvez sintiendo decepción de su mayor hijo. Y la entiendo, yo mismo estoy decepcionado. Miré durante horas el cielo hasta que aclareció, tirado a mitad del bosque, repasando todos mis errores y fueron demasiados. Siento mis ojos hinchados y una lágrima solitaria se desliza suavemente hasta caer. Ella se fue, ya no está y no puedo describir el dolor tan grande que siento por eso. Cierro los ojos mientras recuerdo todo de ella desde que la conocí. —Lucien. —Dime, Axiel. Siento cómo me cubre con una manta y solo se queda allí en silencio por largos minutos. —Vamos hombre, debes levantarte, eres el Rey, tienes un desastre que atender allá atrás. —Ella no está Axiel, no tiene sentido volver a esas frías paredes si ella no está. —No, no está, eso es tu culpa, pero echarte a morir no hará que ella regrese por arte de magia. Levántate Lucien, tienes un hijo que te necesita, además,
VICTORIA Abro los ojos lentamente para darme cuenta de que estoy en un lugar desconocido. Los recuerdos de todo lo que pasó antes de encerrarme en la mente de Inara comienzan a inundarme. Mis ojos se llenan de lágrimas, pero rápido las quito para no dejarlas caer. Ya no quiero llorar. En eso la puerta se abre y Daniel entra junto con alguien que supongo es la bruja de la manada. —Me alegra verte despierta— dice mientras se sienta a mi lado. —Vinimos a ver como seguías, dado que estas despierta mandaré a traerte algo ligero para que comas. —¿Cuánto tiempo pasó? —Un día, Inara me dijo que te encerraste al fondo de su mente y tuvo que hacer un cambio forzado. Las doncellas se ocuparon de ti, prometo que no te hice nada. Casi me reí al ver la expresión de miedo en sus ojos, Daniel es lindo, talvez si lo hubiese escogido a él nada de esto estaría pasando. —Está bien, gracias por ayudarme. Él solo me sonrió antes de levantarse y salir al lado de esa mujer que desprende
VICTORIA —Ella no está aquí para esto, padre, no te das cuenta de que si seguimos así solo nos llevaremos a nosotros mismos a la extinción. —Somos más poderosos que ellos, los Reyes son unos tiranos. —Si somos tan poderosos, dime cómo es que durante siglos nosotros siempre hemos sido los diezmados y ellos no. Solo me quedé en silencio observando esto. Algo en mi interior comenzaba a llenarse de rabia al ver lo ciego que parecen ser. Los ojos de la mujer están tan idos que parece que ya no están para nada cuerdos. En definitiva, ellos están mal. —Pero ella es la guardiana más poderosa, ella puede ayudarnos. Escuché una voz desde atrás, los demás soltaban susurros, pero no sé atrevían a hablar tan alto. —Lo hará, pero no de esa forma, no estamos en condiciones de ir a una guerra por nada. —¿Entonces como planeas que salgamos de esto? Las voces de desaprobación y reproche se escuchaban cada vez más. Solo fruncí el ceño varias veces al escucharlos. No entiendo cómo no quieren
VICTORIA Podía sentir como algo bajaba por mi garganta. Un líquido amargo y frío. Me dolía el cuerpo entero y mis extremidades estaban entumecidas. Traté de abrir los ojos, pero era como si tuviera un par de pesas que me lo impedían. Escuchaba susurros a lo lejos, sentía muchas presencias. Por primera vez podía sentir a cada miembro de la manada y era algo abrumador. Mi mente confusa iba de un lado a otro, recuerdos que no parecían míos llegaban. Entonces lo sentí. El poder de Lucien. ¿Estaba cerca? ¿Me había encontrado para llevarme con él? Manos comenzaron a tomar mi cuerpo mientras intentaba retorcerme, pero no de dolor. Imágenes de una guerra aparecían ante mí. Lobos guardianes contra un enorme ejército. El ejército del Rey. Frente a cada grupo estaban sus líderes. Dos poderosos Alfas. Negro y Gris. Energía contra elementos. Todo por el dominio del más fuerte. Ambos grupos se abalanzaron contra el otro. Chocando sus cuerpos y garras. Clavando sus feroces co
VICTORIA —¿Cómo te sientes? Escucho la voz de Daniel que se acerca dándome una rápida mirada. —Bien, ya estaba aburrida de estar en cama. Inara me dijo que ya estaba bien, así que decidí salir. Él asintió en respuesta. En eso un hombre llega corriendo, parecía asustado mientras el sudor bajaba por su frente. —Alfa, los hombres de Dementu se acercan por el norte y los cazadores están avanzando por diferentes puntos. Nos encontraron, están rodeándonos. Escuché el gruñido bajo de Daniel antes de ver como sus ojos brillaban. —Victoria, irás con las mujeres y niños hacia el bosque. Trataremos de darles tiempo de huir. Comenzó a sacarme de la casa de la manada. Podía escuchar los disparos a lo lejos y la conmoción de una batalla. Al filo del bosque estaban los más vulnerables. Se paró frente a mí y me dejó un suave beso en la frente antes de apoyar la suya en la mía. —Te quería sabes, quería amarte, enamorarte, hacerte mía, pero supongo que debo saber cuando re
NARRADOR Errick sentía la desesperación de Lucien, él mismo lo estaba, forzaba sus músculos a alcanzarla, solo tenía que alcanzarla. El beta de Daniel, al ver qué no podría mantener el ritmo de esa bestia, hizo un movimiento rápido. Clavó sus garras con fuerza en la tierra y dio un salto mientras un enorme muro de tierra se alzaba entre ambos. Separándolos de su mayor enemigo. Errick frenó de golpe, casi estrellándose contra él. Con desespero comenzó a rasgar el muro que se mezclaba con raíces, piedras y hojas secas, intentando penetrarla y cruzar al otro lado. Al ver qué con cada hueco que abría se volvía a cerrar, miró hacia arriba para ver si podía escalarlo, pero parecía elevarse demasiados metros sobre ellos. Lo único que pudo hacer fue aullar de dolor y tristeza. Esperando que su compañera pudiera oírlo, regresar con él. Aunque Victoria solo se encontraba del otro lado, lo escuchaba claramente, había bloqueado su vínculo con él, así que no sabía lo que
LUCIEN Los lobos aullaban de dolor mientras caían unos a otros. Mis garras abrían su carne hasta verse el hueso. Mis colmillos se clavaban profundamente en sus cuellos, cortando su respiración y desgarrando sus músculos. Mis cadenas estrangulaban y desmembraban a aquellos que me saltaban por la espalda. Nuestro pelaje estaba cubierto de sangre y de nuestras fauces escurría aquel líquido espeso mientras me lanzaba a mi siguiente presa. Clavándole mis garras y arrancándole la garganta. Muchos comenzaron a huir, otros dudaban en acercarse. Miedo y terror se reflejaba en sus ojos al ver que el pequeño grupo fue capaz de atacarlos. Mi poder Alfa estaba saliendo como un enorme tornado, haciéndolos doblegar a todos, acabando con ellos en su sumisión. No quería sus disculpas ni sus arrepentimientos, no quería su sumisión ni su falsa lealtad, los quería muertos. Al darse cuenta de que no podrían conmigo, simplemente comenzaron a rendirse y a tirarse de rodillas so
VICTORIA Después de tanto correr, agotados, cansados, llegamos a una pequeña manada en el corazón de la nada. Me bajé del lomo de Arthur, por fin después de mucho al menos supe el nombre del beta de Daniel. Las casas fueron construidas con barro, las calles eran de tierra y en algunas partes de asfalto. Parece que en algún tiempo atrás fue una bonita manada en dónde podías alejarte y desconectarte del mundo entero. Caminamos hacia esta y pude notar cimientos de construcciones que por alguna razón terminaron destruidas. ¿Pero qué fue lo que pasó aquí? Avanzamos por la calle llena de agujeros y agua sucia. Las personas comenzaron a salir para vernos llegar y parecían asustadas. Bueno, no creo que sea fácil mirar a todo un grupo en su forma de lobos. Somos forasteros, podrían considerarnos una amenaza. —Oigan, deberían volver a su forma humana, no creo que quieran, pues… asustarlos. Todos se miraron antes de bajar las orejas. —"No quieren hacerlo delante de estas