LUCIEN Me acerco al campo de entrenamiento de Ben para ver su progreso. Solo me quedo en el borde observando como él y Victoria tratan de imitar las cosas que les dice Grecia. Una sonrisa escapa de mis labios al ver a mi compañera reír como si solo fuese ella y Ben en todo el mundo. ¿Y acaso no es así?, la dejé sola por dos días mientras yo me enterraba de cabeza en un diario buscando respuesta que solo me dejó con más preguntas. Falta un diario y supongo que allí es en donde está lo faltante. —"¿Errick, puedes sentirla?" —"No, se esconde bastante bien de nosotros, creo que salió igual de escurridiza y rebelde" La observo detenidamente, cada gesto, cada movimiento, cada sonrisa. Ese diario me muestra una cara de su madre cruel, fría y calculadora. Manipuló todo a su antojo desde que supo quién era Victoria. No puedo creer que se dejara marcar y aparear por otro que no fuera el padre. Eso es sumamente peligroso, pone en riesgo la vida del cachorro. Supo
LUCIEN Quería perderme en su cuerpo, en su calor y así lo estaba haciendo. Embistiendo su dulce coño con fuerza y rapidez, deslizándome con facilidad dentro de ella mientras sus jugos salían y salpicaban. Extendió su cuerpo sobre la superficie de madera donde pude tener una mejor visión de ella. Sus perfectos senos rebotando, sus ojos cerrados y ese hermoso rubor que tanto amaba la cubría. Se veía perfecta y lo mejor es que era solo mía. Apreté sus senos como agarre para empujar más profundo. Gruñendo como un animal con la fricción de nuestros genitales. El choque húmedo de la piel aumentaba, resonando en las cuatro paredes de mi oficina junto con sus lascivos gemidos. Su cuerpo sudaba, sus uñas se clavaban en mi piel y un gemido gutural anunció su liberación. Sus paredes vaginales apretaban mi grueso eje, ordenándolo, queriendo sacar hasta la última gota que con gusto le di. Expulsando mis calientes chorros de semen dentro de ella, sin detener mis estocadas hasta el fondo.
VICTORIA Salgo de la oficina de Lucien con el arma en la mano. La boquilla de cañón aún desprende humo luego de haberla disparado. Escucho, como dejo el torbellino de voces asustadas, acaloradas, exaltadas. El fuerte estruendo de mi compañero que hace retumbar hasta los cimientos de la mansión. El arquitecto tuvo que haber sido uno de los mejores para que esto no se haya caído. Entro a mi habitación y doy vueltas de un lado a otro para tratar de calmar mi rabia. No me importa si es la princesa, que sea la hermana de Lucien, no le da derecho de tratarme como basura. ¿Cuál es su problema? ¿Qué fue lo que le hice para que todo el tiempo me quiera humillar? Parece que se le olvidó que si nadie pudo conmigo en cinco años protegiendo a Ben, ella mucho menos va a poder. Me siento para tratar de calmarme. Lucien convocó una reunión de Alfas, todos están aquí. Me pidió asistir para que me fuera involucrando en esto. Quería presentarme en la gala de la Luna. Un eve
VICTORIA —Mírate ahora Victoria, la gran Reina inclinada ante una simple princesa. Las risas no tardaron en llegar, burlándose de ella, lanzando palabras de odio y de desprecio. —Lucien sabrá lo que hiciste y… —Lucien lo sabe Victoria, porque crees que se fue y te dejó sola. Desde el momento que supo quién eras se alejó de ti. Fuiste tu la zorra que te metiste a su oficina ese día, pero él jamás dejó de verte por lo que eres. Se inclinó tomando la barbilla con fuerza de Victoria, mostrándole una sonrisa cruel que prometía acabar con su vida de una forma miserable. —Solo se divertía contigo en lo que planeaba que hacer. Te follaba a su antojo mientras los planes de asesinarte brotaban en su mente… —Eso no es cierto. —Oh, lo es Victoria. ¡Mírenla, señores, llorando porque la muy estúpida cree que Lucien la salvara! Otra ronda de risas se escuchó mientras las lágrimas de Victoria salían sin poderlo creer. Algo en su interior le decía que todo era mentira. Inara se man
NARRADOR Los Alfas alrededor de ellos milagrosamente seguían vivos, la pregunta es si lograrán conservar sus vidas. Séfira aún respiraba, sus heridas abiertas se negaban a cerrarse. Su loba en su interior no le estaba dando sanación porque ella misma se encontraba muy mal. Los rayos sobre el cielo seguían cayendo impetuosos, parecía que una tormenta devastadora estaba por desatarse. Dos lobos únicos en medio de aquel lugar. Mirándose fijamente. Enemigos o amantes. ¿De cuál forma exactamente se miraban? Inara albergaba sentimientos por su compañero, mismos que ahora se estaban convirtiendo en algo peligroso. Decisiones incorrectas, palabras no dichas, todo estaba sumando a un malentendido y la culpa podía ser de ambos o de uno solo. —“Vámonos Inara, vayamos lejos, donde ellos no puedan hacernos más daño” —“Lo siento Victoria, si no fuera por mí, jamás estarías pasando esto. La culpa es mía por ser lo que soy, desearía que todo fuera diferente” Inara por fin apa
LUCIEN Me quedé mirando el cielo oscuro, la luna se había ocultado detrás de las nubes, talvez sintiendo decepción de su mayor hijo. Y la entiendo, yo mismo estoy decepcionado. Miré durante horas el cielo hasta que aclareció, tirado a mitad del bosque, repasando todos mis errores y fueron demasiados. Siento mis ojos hinchados y una lágrima solitaria se desliza suavemente hasta caer. Ella se fue, ya no está y no puedo describir el dolor tan grande que siento por eso. Cierro los ojos mientras recuerdo todo de ella desde que la conocí. —Lucien. —Dime, Axiel. Siento cómo me cubre con una manta y solo se queda allí en silencio por largos minutos. —Vamos hombre, debes levantarte, eres el Rey, tienes un desastre que atender allá atrás. —Ella no está Axiel, no tiene sentido volver a esas frías paredes si ella no está. —No, no está, eso es tu culpa, pero echarte a morir no hará que ella regrese por arte de magia. Levántate Lucien, tienes un hijo que te necesita, además,
VICTORIA Abro los ojos lentamente para darme cuenta de que estoy en un lugar desconocido. Los recuerdos de todo lo que pasó antes de encerrarme en la mente de Inara comienzan a inundarme. Mis ojos se llenan de lágrimas, pero rápido las quito para no dejarlas caer. Ya no quiero llorar. En eso la puerta se abre y Daniel entra junto con alguien que supongo es la bruja de la manada. —Me alegra verte despierta— dice mientras se sienta a mi lado. —Vinimos a ver como seguías, dado que estas despierta mandaré a traerte algo ligero para que comas. —¿Cuánto tiempo pasó? —Un día, Inara me dijo que te encerraste al fondo de su mente y tuvo que hacer un cambio forzado. Las doncellas se ocuparon de ti, prometo que no te hice nada. Casi me reí al ver la expresión de miedo en sus ojos, Daniel es lindo, talvez si lo hubiese escogido a él nada de esto estaría pasando. —Está bien, gracias por ayudarme. Él solo me sonrió antes de levantarse y salir al lado de esa mujer que desprende
VICTORIA —Ella no está aquí para esto, padre, no te das cuenta de que si seguimos así solo nos llevaremos a nosotros mismos a la extinción. —Somos más poderosos que ellos, los Reyes son unos tiranos. —Si somos tan poderosos, dime cómo es que durante siglos nosotros siempre hemos sido los diezmados y ellos no. Solo me quedé en silencio observando esto. Algo en mi interior comenzaba a llenarse de rabia al ver lo ciego que parecen ser. Los ojos de la mujer están tan idos que parece que ya no están para nada cuerdos. En definitiva, ellos están mal. —Pero ella es la guardiana más poderosa, ella puede ayudarnos. Escuché una voz desde atrás, los demás soltaban susurros, pero no sé atrevían a hablar tan alto. —Lo hará, pero no de esa forma, no estamos en condiciones de ir a una guerra por nada. —¿Entonces como planeas que salgamos de esto? Las voces de desaprobación y reproche se escuchaban cada vez más. Solo fruncí el ceño varias veces al escucharlos. No entiendo cómo no quieren