Fabiano Estoy sentado en el despacho, la luz se filtra a través de las ventanas, y el ambiente es tranquilo. Alberto, el padre de Fiorella, entra en la habitación con una sonrisa amplia, su energía siempre ha sido contagiosa y es imposible no recodar a mi padre. Siempre que veo su mejor amigo, lo recuerdo. —Fabiano, ¡tenemos mucho que celebrar! —dice, su voz rebosante de entusiasmo.—Así es, Alberto. El negocio con Adriano salió a la perfección —respondo, sintiendo una satisfacción—. Como te lo dije, todo salió muy bien. La sonrisa de Alberto se amplía aún más. —¡Eso es maravilloso, Fabiano! Me impresiona lo bien que has llevado los asuntos con los negocios, hijo —exclama, dirigiéndose a su minibar, para agarrar un decantador y dos vasos luego, sirve dos vasos de whisky—. Debemos brindar por esto —anuncia con su voz, ronca y enérgica Tomo el vaso que me ofrece y chocamos los cristales con fuerza antes de llevarlo a los labios. Así como él, no tardó tomar el primer trago. El líqui
PerlaFiorella entra en la oficina de Fabiano con una amplia sonrisa en su rostro. Lleva un vestido elegante que resalta su figura, y su presencia es inconfundible.—Hola, chicas. ¿Dónde está Fabiano? —pregunta, acercándose al escritorio con una confianza que me hace sentir incómoda.Leonor y yo intercambiamos miradas rápidas, y puedo ver en sus ojos que ella también siente un leve escalofrío al ver a Fiorella. Muchas más luego de lo que hemos hablado. —Fabiano está en una reunión con tu padre y regresará para el almuerzo —le informo, intentando sonar lo más natural posible, a pesar de la tensión en el aire.Fiorella asiente, su sonrisa permanece, pero hay algo en su mirada que me hace sentir alerta.—Ah, ya veo. —Luego se vuelve hacia mí—. Perla, ¿podemos hablar en privado?Siento cómo la tensión se acumula en mi pecho. —Claro —respondo, sin poder ocultar mi incertidumbre.Fiorella me mira con un aire de superioridad que me hace sentir un nudo en el estómago. Pero me tranquilizo, n
PerlaSalgo de la sala de estar con pasos rápidos, mi corazón late con fuerza mientras me dirijo al despacho de Fabiano. La tensión en mi pecho se siente cada vez más pesada. Al entrar en silencio, veo a Leonor sentada en la silla, sumida en sus pensamientos. Me siento a su lado, sintiendo la necesidad de compartir lo que acaba de ocurrir, pero ella se adelanta.—¿Qué ha pasado? —me pregunta Leonor, su mirada llena de preocupación al notar mi expresión abrumada—. Te ves distinta, ¿qué quería Fiorella? —no duda en preguntar. La miro a los ojos, tratando de calmar mi voz, pero estoy llena de ansiedad. Lo que ha pasado me tiene sin palabras. Las amenazas y el arma. —Fiorella sabe todo sobre mí y Fabiano —le digo, la realidad pesando como un plomo en mi estómago—. Yo no he hecho nada malo, ni estaba en secreto con él, pero se siente así. Quizás no debí meterme en esto. Esas personas son muy peligrosas. Leonor me observa con incredulidad, su ceño fruncido.—¿Cómo puede saberlo? Según
PerlaLeonor deja caer sus cosas sobre la mesa del escritorio mientras mira a Fiorella fijamente.—Entonces, esperemos juntas —dice y se vuelve a sentar a mi lado.—Pueden ir a descansar —dice con voz suave mientras mira sus uñas color rosa.Leonor me observa y luego le sonríe a Fiorella.—Nuestro jefe no nos ha dicho que tenemos descanso, querida —dice Leonor cruzándose de brazos. Yo solo me mantengo en silencio, esperando que Fabiano aparezca. Sin embargo en ese preciso momento Fabiano entra al despacho, y al instante siento una mezcla de esperanza y ansiedad en mi pecho. Me levanto de la silla, y Leonor hace lo mismo, ambas preparadas para la conversación que se avecina. Sin embargo, la atmósfera se vuelve más tensa cuando Fiorella, con una amplia sonrisa en su rostro, se levanta y se acerca a Fabiano.—¡Qué alegría verte! —dice, abrazándolo con efusividad.Fabiano, visiblemente incómodo, mantiene la distancia y responde con un simple:—Me alegro de verte también —responde sin toca
Perla—¿Qué hacemos aquí, mamá? —Miro por la ventanilla de la camioneta, la gigante mansión frente a mí. Inmensa y digna de un hombre muy poderoso. Me pregunto, ¿quién vive aquí y qué hacemos aquí?El vehículo se detiene, frente a las gigantescas puertas dobles, para ingresar a lo que me supongo es el interior de la casa.Vuelvo a mirar a mi madre en busca de una respuesta. Emilia acomoda su cabello negro mientras mira el reflejo de su rostro atractivo, a través del espejo de su pequeño compacto. —Pronto lo sabrás, Perla —cierra el espejo con suavidad y se vuelve hacia mí —. Desde hoy dejarás de huir de tu exmarido. Yo no puedo seguir escondiéndote. Conseguí a alguien que si te va a proteger y podrás vivir otro tiempo más. Se me llena el corazón de dolor de tan solo escuchar eso y recordar a Fabiano. El hombre que creí que sería mío para toda la vida. Será difícil para mí olvidarme de él, mucho más después de lo que vivimos y de haberme quitado a mi único hijo. Ahora Fabiano me odia
Años antes. PerlaLa lluvia fría cae sobre mí, empapando mi cuerpo y ni siquiera tengo un paraguas para cubrirme. Toda mi ropa está mojada y trato de pensar en dónde voy a dormir esta noche. ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? Por qué no simplemente, soy como las hijas normales de algunos padres. De esos que las llevan a sus institutos, las cuidan y ayudan. A mí, al contrario, me premiaron con una madre alcohólica que no quería tener hijos. ¿Por qué mi madre es así conmigo?El nuevo esposo de mi madre trató de tocarme esta mañana cuando nos quedamos solos. Se lo dije a Emilia y no me creyó, y en vez de eso. Me sacó de la casa en plena madrugada. Ahora me encuentro caminando sola por las calles de Seattle, tratando de buscar algo donde dormir y cubrirme de la lluvia. Al parecer me tocará buscar refugio entre los indigentes. Soy la única hija de Emilia Lee. Mi madre siempre odió a los niños o algo que tuviese que ver con responsabilidad. Se embarazó de mí, ya que fui el desliz de una
FabianoLos gemidos de Fiorella se escuchaban en toda la habitación, a causa de cada estocada que daba dentro de ella. Debajo de mí la podía escuchar perdida en el placer por mis movimientos, caricias y besos. —¡Más rápido, por favor! —súplica con su voz entrecortada y clavando las uñas en mi espalda. Enseguida poseo sus labios y comienzo a entrar en su interior, moviendo mis caderas con rapidez e impulsándome con fuerza. Los dos con nuestros cuerpos sudados, gozamos del placer que nos proporcionamos mutuamente.Después de lo que sucedió anoche con Leonardo y la testigo de lo que ocurrió, mandé a buscar a Fiorella, mi prometida, para que viniera a pasar la noche conmigo y ella gustosa aceptó, aunque Roberto piensa que su hija está todavía dormida en su habitación. No debía tocarla hasta después de la boda, pero el sexy cuerpo de Fiorella y su seductora personalidad fue imposible de rechazar. Nuestro matrimonio será arreglado, solo por negocios. No estoy enamorado de ella, pero es h
FabianoVuelvo a subir las cortas escaleras, cierro la puerta y salgo de allí. Mi mañana iba muy bien hasta que sucedió esto. Mi tía jamás se había metido en mis asuntos y ella sabe que no debe hacerlo, sin embargo, en esta ocasión lo ignoró y metió a esa mujer a la villa. Una chica que no conozco, ni siquiera sé su nombre y de donde viene, pero que observó todo lo que le hicimos a Leonardo esa noche. No me gusta dejar testigos y ella fue la única que miró todo lo que ocurrió esa noche. Debe morir si o sí. Cuando entro nuevamente a la cocina veo que Dante y Elisa están sentados todavía desayunando mientras conversan. Sin mirarlos tomo asiento y decido saborear mi expreso por primera vez esta mañana. —¿Terminaste con ella? —pregunta Elisa observándome con mucha curiosidad. No le hago caso y solo me tomo un tiempo para recordar nuevamente el hermoso rostro y el exquisito olor de la mujer que acabo de encerrar en el sótano. Me dejó sin palabras. Siempre estoy rodeado de mujeres, pe