CAPÍTULO 80: ¿ASÍ DE FÁCIL ME REEMPLAZAS?La noche anterior fue una pesadilla. Todavía no puedo sacarme de la cabeza la imagen de Daniela muerta en esa cabaña. Me siento muy culpable por haberla abandonado allí, pero no podía hacer nada.No obstante, mi pesadilla apenas acaba de comenzar. Ahora camino junto a Ethan por el largo pasillo de la empresa. Mi corazón late con fuerza, y no es solo por el miedo. Sé que Ethan está detrás de todo esto, y la sensación de estar atrapada, sin salida, me invade por completo.—Recuerda lo que debes hacer —me dice en voz baja y sin mirarme.Asiento, pero no puedo evitar que mi estómago se revuelva. Tengo que renunciar a mi cargo, ceder mi puesto como presidenta para que Ethan lo tome. Esa es la amenaza oculta detrás de su sonrisa fría, y lo peor es que no puedo hacer nada al respecto. No después de lo de Daniela.Al llegar al piso de presidencia mi corazón se detiene al ver una figura familiar al final del pasillo. Alexander. Mi pecho se aprieta al v
CAPÍTULO 81: SOY SU TÍTEREMe quedo de piedra, sintiendo como todo dentro de mí se derrumba al escuchar las palabras de Alexander. Su mirada es fría, cargada de reproche y desconfianza. Mi corazón se quiebra en mil pedazos, y durante un segundo, un solo segundo, me siento tentada a decirle toda la verdad. Decirle lo que en realidad sucedió, que lo que él piensa de mí no es cierto, que he estado atrapada en una red de manipulaciones y mentiras desde que todo esto comenzó. Pero no lo hago. No puedo. Las palabras mueren en mi garganta antes de poder pronunciarlas.En su lugar, suspiro, y con una voz rota, le digo lo que cree que es la verdad. —Tienes razón, Alexander —murmuro y bajo la mirada para evitar sus ojos que me traspasan como cuchillos.En ese momento, la puerta del baño se abre, y Vanessa sale de allí como si nada hubiera pasado, como si no acabara de interrumpir uno de los momentos más dolorosos de mi vida. Ella se acerca a Alexander y le toma del brazo, colgándose de él con
CAPÍTULO 82: SEÑALESAlexanderMe recuesto en el asiento del auto observando el hospital por el retrovisor mientras espero a Vanessa. Hace unos minutos me envió un mensaje diciendo que ya casi estaba lista, que solo estaba esperando por las medicinas para mi padre. No puedo evitar sentirme agradecido de que haya vuelto. Siempre ha sido un apoyo en mi vida, sobre todo ahora, cuando todo parece desmoronarse. El día ha sido largo, y entre la empresa, las constantes peleas con Sophia, y la situación de mi padre, siento que estoy al borde de un colapso.Al rato, veo a Vanessa salir del hospital caminando rápidamente hacia el auto. La observo por el espejo mientras se acerca, su cabello rubio ondea bajo la luz del día. Algo en su expresión me inquieta. Parece pensativa, como si estuviera dándole vueltas a algo importante. Abre la puerta y se sienta a mi lado, guarda las medicinas en la guantera sin decir nada.—¿Todo bien? —le pregunto, girando la llave en el encendido y arrancando el coche
CAPÍTULO 83: VERDADESRegreso a la casa con el corazón en un puño, sintiéndome atrapada, como una prisionera en mi propia vida. Ethan siempre está controlando cada movimiento, vigilando cada paso que doy, y sé que no puedo seguir viviendo así. La presión de su manipulación es como una cuerda que se va tensando cada vez más, y estoy segura de que, si no hago algo pronto, terminaré por romperme.Pero hoy necesito salir, necesito aire. La idea de quedarme encerrada en esa casa, rodeada por las paredes que parecen cerrarse sobre mí, me asfixia. Uso a Sabrina como excusa para salir. Le dije a Ethan que iría a verla, que necesitamos hablar de cosas del bebé. Eso parece haber sido suficiente para calmar su desconfianza, al menos por ahora.Sabrina me recoge en su auto, como lo ha hecho otras veces. Mientras nos alejamos de la mansión, puedo sentir mi cuerpo relajarse un poco, aunque mi mente sigue siendo un caos. Sabrina, como siempre, intenta hacer conversación ligera, pero noto su mirada c
CAPÍTULO ESPECIAL ILilianCamino por la mansión con la seguridad de quien conoce cada rincón, cada sombra que guarda secretos, pero detrás de mi sonrisa estoy en alerta. He venido aquí con un propósito claro: recuperar esas maldit4s cámaras del garaje antes de que caigan en las manos equivocadas. Si Sophia o alguien más las encuentra, todo se iría al infierno, y yo no estoy dispuesta a permitirlo.Cuando las veo a ella y a su amiga Sabrina entrando por la puerta, me esfuerzo por mantener la calma. A veces, la mejor arma es el disfraz de la inocencia. Sophia sospecha de mí, pero por más que me acusa como una tonta, no tiene pruebas y nunca las tendrá. —¿Qué haces tú aquí? —me cuestiona con altanería. Deseo poder borrarle esa expresión de superioridad. Espero pronto poder hacerlo—Nada, solo vine a recoger algunas cosas que se me olvidaron. ¿Y tú? Creí que estabas con tu esposo —le respondo con la misma hipocresía. —Yo también vine a buscar algo.—Oh, bien, adelante. Le doy un asen
CAPÍTULO ESPECIAL IIEthan—Ya tengo las cámaras —dice Lilian al otro lado de la línea—. Pero tenemos un problema.Aprieto los dientes y el teléfono contra mi oreja. —¿Qué problema? —gruño, aunque ya puedo imaginarlo.—Sophia está en la mansión otra vez —responde, y mi mano se cierra con fuerza sobre el escritorio—. Seguro que está tras las cámaras. Deberías controlar mejor a tu mujercita. —¿Qué demonios...? —escupo entre dientes—. Se suponía que estaba con su amiga.—Sí, con ella fue a la mansión.—¡Maldición! —reniego—. Esa estúpida, a pesar de todo parece que no me tiene tanto miedo. Lilian suelta un suspiro desde el otro lado, como si no estuviera tan afectada por la situación.—Ven para acá ahora mismo. Cuando cuelgo el teléfono golpeo la mesa con mi puño. Debo controlarla, atarle más la cuerda antes de que se salga de mis manos. No puedo permitir que se acerque a la verdad, no cuando he trabajado tan duro para ocultarla. Sophia ha estado más rebelde últimamente, y eso me ir
CAPÍTULO 86: NO DEBE SABERLOAlexanderSalgo de la casa de mi padre junto con Vanessa tratando de relajarme un poco después de la visita. Mi padre sigue en la misma condición, pero al menos parece más consciente. Aunque no puede hablar, estoy seguro de que intenta decirme algo. Pero cada vez que trata de escribir, sus manos tiemblan demasiado como para que logre plasmar algo coherente. Es frustrante, pero no puedo rendirme con él.Vanessa y yo decidimos ir a comer algo para despejarnos. Nos dirigimos a un pequeño restaurante no muy lejos de la casa, uno de esos lugares donde solíamos ir cuando todo era más simple, antes de que las responsabilidades cayeran sobre nosotros. El camino está lleno de conversaciones triviales, sobre todo centradas en la vida cotidiana, pero noto que Vanessa está un poco distante.—¿Te pasa algo? —le pregunto cuando estaciono el auto frente al restaurante.—No, nada importante —responde sin ganas, pero el tono de su voz me deja con la sensación de que está c
CAPÍTULO 87: YA NO PUEDO OCULTARLOCuando veo a Alexander de pie frente a mí en el restaurante, siento como si el tiempo se detuviera. Mi corazón se acelera, y mis manos inquietas, que hasta hace un segundo jugaban con la servilleta, ahora están inmóviles. ¿Cómo puede estar aquí, justo ahora?Me pongo de pie de inmediato, como si eso pudiera disipar la tensión que se ha instalado entre nosotros.—No es nada —digo de prisa, pero mi voz se oye quebrada por la sorpresa. Intento moverme hacia la salida, pero Alexander se interpone en mi camino, su mirada penetrante me detiene en seco.—Sophia —dice con la seriedad con la que solía hablarme antes—. No te vayas. Tienes algo que explicarme, ¿qué es lo que no debería saber?Siento un nudo en la garganta. Miro a Sabrina, buscando desesperadamente un apoyo, una salida. Pero ella simplemente asiente, dándome a entender que ya no hay escapatoria.—Es mejor que lo hablen de una vez —me dice en voz baja mientras se levanta para marcharse.Mi corazó