CAPÍTULO 82: SEÑALESAlexanderMe recuesto en el asiento del auto observando el hospital por el retrovisor mientras espero a Vanessa. Hace unos minutos me envió un mensaje diciendo que ya casi estaba lista, que solo estaba esperando por las medicinas para mi padre. No puedo evitar sentirme agradecido de que haya vuelto. Siempre ha sido un apoyo en mi vida, sobre todo ahora, cuando todo parece desmoronarse. El día ha sido largo, y entre la empresa, las constantes peleas con Sophia, y la situación de mi padre, siento que estoy al borde de un colapso.Al rato, veo a Vanessa salir del hospital caminando rápidamente hacia el auto. La observo por el espejo mientras se acerca, su cabello rubio ondea bajo la luz del día. Algo en su expresión me inquieta. Parece pensativa, como si estuviera dándole vueltas a algo importante. Abre la puerta y se sienta a mi lado, guarda las medicinas en la guantera sin decir nada.—¿Todo bien? —le pregunto, girando la llave en el encendido y arrancando el coche
CAPÍTULO 83: VERDADESRegreso a la casa con el corazón en un puño, sintiéndome atrapada, como una prisionera en mi propia vida. Ethan siempre está controlando cada movimiento, vigilando cada paso que doy, y sé que no puedo seguir viviendo así. La presión de su manipulación es como una cuerda que se va tensando cada vez más, y estoy segura de que, si no hago algo pronto, terminaré por romperme.Pero hoy necesito salir, necesito aire. La idea de quedarme encerrada en esa casa, rodeada por las paredes que parecen cerrarse sobre mí, me asfixia. Uso a Sabrina como excusa para salir. Le dije a Ethan que iría a verla, que necesitamos hablar de cosas del bebé. Eso parece haber sido suficiente para calmar su desconfianza, al menos por ahora.Sabrina me recoge en su auto, como lo ha hecho otras veces. Mientras nos alejamos de la mansión, puedo sentir mi cuerpo relajarse un poco, aunque mi mente sigue siendo un caos. Sabrina, como siempre, intenta hacer conversación ligera, pero noto su mirada c
CAPÍTULO ESPECIAL ILilianCamino por la mansión con la seguridad de quien conoce cada rincón, cada sombra que guarda secretos, pero detrás de mi sonrisa estoy en alerta. He venido aquí con un propósito claro: recuperar esas maldit4s cámaras del garaje antes de que caigan en las manos equivocadas. Si Sophia o alguien más las encuentra, todo se iría al infierno, y yo no estoy dispuesta a permitirlo.Cuando las veo a ella y a su amiga Sabrina entrando por la puerta, me esfuerzo por mantener la calma. A veces, la mejor arma es el disfraz de la inocencia. Sophia sospecha de mí, pero por más que me acusa como una tonta, no tiene pruebas y nunca las tendrá. —¿Qué haces tú aquí? —me cuestiona con altanería. Deseo poder borrarle esa expresión de superioridad. Espero pronto poder hacerlo—Nada, solo vine a recoger algunas cosas que se me olvidaron. ¿Y tú? Creí que estabas con tu esposo —le respondo con la misma hipocresía. —Yo también vine a buscar algo.—Oh, bien, adelante. Le doy un asen
CAPÍTULO ESPECIAL IIEthan—Ya tengo las cámaras —dice Lilian al otro lado de la línea—. Pero tenemos un problema.Aprieto los dientes y el teléfono contra mi oreja. —¿Qué problema? —gruño, aunque ya puedo imaginarlo.—Sophia está en la mansión otra vez —responde, y mi mano se cierra con fuerza sobre el escritorio—. Seguro que está tras las cámaras. Deberías controlar mejor a tu mujercita. —¿Qué demonios...? —escupo entre dientes—. Se suponía que estaba con su amiga.—Sí, con ella fue a la mansión.—¡Maldición! —reniego—. Esa estúpida, a pesar de todo parece que no me tiene tanto miedo. Lilian suelta un suspiro desde el otro lado, como si no estuviera tan afectada por la situación.—Ven para acá ahora mismo. Cuando cuelgo el teléfono golpeo la mesa con mi puño. Debo controlarla, atarle más la cuerda antes de que se salga de mis manos. No puedo permitir que se acerque a la verdad, no cuando he trabajado tan duro para ocultarla. Sophia ha estado más rebelde últimamente, y eso me ir
CAPÍTULO 86: NO DEBE SABERLOAlexanderSalgo de la casa de mi padre junto con Vanessa tratando de relajarme un poco después de la visita. Mi padre sigue en la misma condición, pero al menos parece más consciente. Aunque no puede hablar, estoy seguro de que intenta decirme algo. Pero cada vez que trata de escribir, sus manos tiemblan demasiado como para que logre plasmar algo coherente. Es frustrante, pero no puedo rendirme con él.Vanessa y yo decidimos ir a comer algo para despejarnos. Nos dirigimos a un pequeño restaurante no muy lejos de la casa, uno de esos lugares donde solíamos ir cuando todo era más simple, antes de que las responsabilidades cayeran sobre nosotros. El camino está lleno de conversaciones triviales, sobre todo centradas en la vida cotidiana, pero noto que Vanessa está un poco distante.—¿Te pasa algo? —le pregunto cuando estaciono el auto frente al restaurante.—No, nada importante —responde sin ganas, pero el tono de su voz me deja con la sensación de que está c
CAPÍTULO 87: YA NO PUEDO OCULTARLOCuando veo a Alexander de pie frente a mí en el restaurante, siento como si el tiempo se detuviera. Mi corazón se acelera, y mis manos inquietas, que hasta hace un segundo jugaban con la servilleta, ahora están inmóviles. ¿Cómo puede estar aquí, justo ahora?Me pongo de pie de inmediato, como si eso pudiera disipar la tensión que se ha instalado entre nosotros.—No es nada —digo de prisa, pero mi voz se oye quebrada por la sorpresa. Intento moverme hacia la salida, pero Alexander se interpone en mi camino, su mirada penetrante me detiene en seco.—Sophia —dice con la seriedad con la que solía hablarme antes—. No te vayas. Tienes algo que explicarme, ¿qué es lo que no debería saber?Siento un nudo en la garganta. Miro a Sabrina, buscando desesperadamente un apoyo, una salida. Pero ella simplemente asiente, dándome a entender que ya no hay escapatoria.—Es mejor que lo hablen de una vez —me dice en voz baja mientras se levanta para marcharse.Mi corazó
CAPÍTULO 88: CONFESIÓNEl sol de la tarde se refleja en el horizonte mientras Alexander conduce en silencio. No sé a dónde me está llevando, pero el aire dentro del auto se siente pesado. Miro por la ventana, los paisajes cambian rápidamente, el sol comienza a teñir el cielo de tonos dorados y naranjas. El silencio es sofocante, pero al mismo tiempo, parece necesario. Como si algo profundo e inevitable estuviera a punto de suceder, algo que no puede apresurarse.Después de lo que parecen horas, Alexander gira el volante y nos adentramos en un camino de tierra que conduce a un amplio terreno. El sonido de las llantas contra el suelo suelto es lo único que interrumpe la quietud. Me siento inquieta, con las manos sudando en mi regazo mientras me pregunto qué está a punto de ocurrir.Alexander detiene el auto cerca de un risco, y me doy cuenta de que estamos frente al océano. El viento mece el pasto alto que cubre el terreno, y el sonido de las olas rompiendo a lo lejos es calmante. Salgo
CAPÍTULO 89: TE CREOAlexanderMe detengo frente a ella, lo suficientemente cerca para ver la confusión y el dolor en sus ojos. Todo lo que quiero es que me diga la verdad, que lo admita. Pero no importa lo que haya pasado o lo que me esconda, no cambiará lo que siento por ella.—Nada de lo que digas va a hacerme cambiar de opinión, Sophia —mi voz suena firme, aunque por dentro me quema la incertidumbre. Trato de mostrarme seguro, de transmitirle que no estoy aquí para juzgarla, sino para entenderla—. Entiendo por qué me mentiste.Ella me mira con miedo y algo más profundo. Su labio tiembla y su respiración se vuelve más rápida. Algo se quiebra en el silencio que sigue, y la veo dar un pequeño paso hacia atrás.—No, Alexander, no lo entiendes. —Me doy cuenta de que está a punto de decirme algo grande, algo que va más allá de lo que había imaginado.Mis ojos buscan los suyos, queriendo encontrar respuestas antes de que las palabras lleguen. Sophia toma aire, sus hombros se hunden como