CAPÍTULO 44: NO PUEDO RESISTIR LA TENTACIÓNEn lugar de vestirme, dejo caer las dos últimas prendas empapadas que cubren mi cuerpo. El aire frío me acaricia la piel, pero el calor que siento por dentro es mucho más intenso. Alexander intenta desviar la mirada, pero algo en él se resiste. La curiosidad o, quizás, algo más profundo lo traiciona, porque sus ojos vuelven a mí, incapaces de apartarse.Mi corazón late frenético, cada pulsación amplifica el fuego que crece dentro de mí. No puedo ignorar este ardor, este dese0 urgente que me consume, el cosquilleo insistente que nace entre mis piernas. Necesito que él lo apague, que sea él quien calme este anhelo que me está devorando.—Sophia, ¿qué estás haciendo? —pregunta, aunque su voz tiembla ligeramente. No deja de mirarme, atrapado entre la razón y algo que parece mucho más fuerte.Mis pasos son lentos, pero firmes. Camino hacia él, hipnotizada, como si una fuerza invisible me empujara a acercarme. No pienso, solo siento. La necesidad
CAPÍTULO 45: ASCIENDO AL CIELONuestros labios se encuentran de una manera casi desesperada, como si ambos hubiéramos estado conteniéndonos por demasiado tiempo. El primer roce es suave, pero lleno de tensión. Una chispa que prende fuego a todo lo que hay dentro de mí. Mi cuerpo responde inmediatamente, como si fuera lo que había estado esperando todo este tiempo.Alexander no retrocede, pero aún parece dudar, sus manos tiemblan ligeramente mientras me toma por la cintura, con una firmeza que indica que está a punto de perder el control. Mi piel arde bajo su toque, y el aire entre nosotros se vuelve denso, cargado de dese0 y emociones que llevaban demasiado tiempo reprimidas.—Sophia… —susurra contra mis labios, su voz se oye ronca, como si estuviera intentando recuperar la razón.Pero no se aparta. En lugar de eso, sus labios vuelven a los míos, esta vez con más intensidad, con una necesidad que refleja la mía. Mis manos se deslizan por su pecho, sintiendo el calor bajo su piel y el
CAPÍTULO 46: HE MORDIDO EL FRUTO PROHIBIDOAlexanderLa hice mía… ¡maldic1ón! La hice mía. Se supone que Sophia es la mujer de mi hermano, es la única a la que no debo ver con lujuria, ni desearla, ni amarla… He luchado demasiado contra estos sentimientos, desde la primera vez que la vi, pero ahora… Cometí un error, uno muy grave. Dejé que atravesara mis defensas, me acerqué demasiado al fuego, y me quemé.Me quemé en sus besos, en su cuerpo, en la maldit4 tentación de su sex0. Ella está ahora dormida a mi lado, pero yo no puedo dormir. No puedo dejar de verla, de acariciar su piel y grabarme cada rincón de su perfección. Sé que tal vez esto no se repita, o quizá sí… no lo sé, pero, solo por si acaso, quiero grabar en mi memoria cada segundo de tenerla a mi lado.Sophia cree que la odio, cree que mi indiferencia y arrogancia se deben a que me parece inferior, inmadura o insignificante. Ignora que es todo lo contrario. Esta máscara, esta fachada de desdén no es más que una barrera p
CAPÍTULO 47: EVASIÓNAlexanderEstoy atrapado en la neblina de mis pensamientos, observando su figura dormida junto a mí. El sol aún no ha salido, pero la realidad de lo que hemos hecho me agobia, me abruma. Sophia no sabe que la he estado amando desde siempre. Lo correcto habría sido mantenerme alejado, evitar esto a toda costa. Pero no lo hice.Ella está casada con mi hermano, y aunque mi corazón quiere ignorarlo, mi mente me grita que nada de esto está bien. Anoche... ella estaba confundida, herida, y encima de todo, ebria. El dolor de perder a su padre la devastó y buscó consuelo en el lugar equivocado. No debí dejar que me tocara, no debí ceder, pero en el momento en que sus labios encontraron los míos, todas mis defensas se derrumbaron.Me quedo inmóvil por un momento más, acariciando una suave línea de su mejilla con el dorso de mis dedos. No quiero dejarla, pero sé que debo hacerlo. Debo irme antes de que ella despierte, antes de que me vea y todo esto se vuelva real.—Lo sien
CAPÍTULO 48: ESTA VEZ NO FUE UN SUEÑOAbro los ojos con una punzada lacerante en la cabeza, como si un martillo golpeara mi cráneo sin tregua. El dolor es sofocante, y la náusea se arrastra por mi estómago en una ola violenta que me empuja a levantarme de inmediato. Con pasos tambaleantes, corro al baño. Apenas logro inclinarme sobre el inodoro antes de que el contenido de mi estómago salga disparado, como si mi cuerpo intentara purgar todo el alcohol que lo envenenó anoche.Cuando finalmente termino, me apoyo contra el lavamanos, jadeando. El sabor amargo en mi boca es horrible, pero lo ignoro. En su lugar, abro el grifo y dejo que el agua fría me empape el rostro, esperando que eso calme el caos en mi mente. Pero no lo hace.Es entonces cuando los recuerdos empiezan a inundarme, cada uno más claro y cruel que el anterior.—Por favor... que haya sido un sueño. Que haya sido otro maldit0 sueño —susurro rogando en vano.Pero sé que no lo fue. Las sensaciones aún están ahí, demasiado ví
CAPÍTULO 49: EL FUNERALSi Ethan cree que voy a ir al hospital a “disculparme” con Lilian, está muy equivocado. Entro en la casa de mi padre y me encierro en la habitación que alguna vez fue mía, donde pasé mis mejores años de infancia hasta que todo cambió. Sin embargo a los segundos escucho sus golpes en la puerta.—¡¿Qué crees que haces, Sophia?! —Ethan golpea la puerta con fuerza, sus gritos se escuchan por toda la casa—. ¡Sal de ahí ahora mismo!Apoyo la espalda contra la puerta, sintiendo cada uno de sus golpes como si me sacudieran directamente. Mis manos tiemblan, pero no de miedo, sino de rabia. No voy a ceder.—Lárgate, Ethan —le respondo, con la voz temblorosa, pero firme—. No pienso hacer nada de lo que digas.Lo escucho resoplar de frustración al otro lado. Su paciencia se está agotando, y sé que esto no va a terminar bien si sigo provocándolo, pero no me importa. No voy a disculparme con Lilian, y mucho menos a seguir fingiendo que esta relación es algo que merece salva
CAPÍTULO 50: ÉL SE HA IDOSabrina se queda a acompañarme hasta que la última persona ajena a la familia se va del entierro. Recibir pésames y abrazos de personas a las que realmente no les importo en lo absoluto es agotador, pero al menos me libraba de tener que soportar hablar con Lilian, aunque las miradas de lástima son tantas que ya no las puedo soportar.—Sophia, no sé por qué sigues haciéndome esto —empieza, su tono lleno de una falsa preocupación que me eriza la piel—, pero te juro que yo solo quiero consolarte, estar contigo en este momento en el que las dos hemos perdido...Mi cuerpo se tensa de inmediato. No puedo soportar escucharla un segundo más.—Voy a detenerte ahí —la corto en seco, levantando una mano como si quisiera detener físicamente sus palabras—. Ni siquiera te atrevas a compararte conmigo, porque tú y yo no somos iguales, ni mucho menos estamos pasando por lo mismo.—Sophia… Lilian frunce el ceño, pero sigue con su actuación.—No. —Mi voz es firme—. No quiero
CAPÍTULO 51: Y YO TAMBIÉNDe camino al pent-house, me invade una mezcla extraña de emociones. Parte de mí está devastada. Había imaginado que, aunque las cosas con Alexander no fueran fáciles, al menos hablaríamos, pero se fue. Huyó. La decepción me pesa en el pecho como una piedra, es una sensación tan profunda que casi me ahoga.Subo en silencio por el ascensor, con la vista clavada en los números que cambian lentamente. Mi mente no deja de repetirse lo mismo: «se fue, se fue». Pero cuando cierro la puerta detrás de mí y la soledad del pent-house me envuelve, me doy cuenta de que, a pesar de todo, no puedo odiarlo. No siento que se haya aprovechado de mí. En lo más profundo de mi corazón, sé que fue la noche más mágica y maravillosa de todas. Y esa realidad me asusta más de lo que puedo admitir.Me acerco a la ventana y miro la ciudad desde lo alto. El viento choca con los cristales, y durante un segundo me siento frágil, como si todo estuviera a punto de romperse. No puedo lidiar c